Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Así tal cual, sin más ni menos. La gran mayoría está tan ocupada en sus asuntos, que no ve, ni oye, ni sospecha de algo tan preocupante como insólito para las próximas elecciones generales de Colombia. Desde hace años se ha venido mencionando el tema, pero el eco es insuficiente.

Fue a mi abuelo Antonio a quien le escuché que las elecciones en Colombia comienzan a las cuatro de la tarde cuando cierran las urnas. Han sido innumerables las veces que hemos oído que quien gana las elecciones es quien cuenta los votos. Las dudas persisten.

Una de las frases más desdichadas para la democracia la dijo hace poco el Registrador Nacional de Colombia, quien hizo entender que aquella candidatura que no sienta garantías para su elección, que no se presente. En la poética del óbito sería algo así como <<el que crea que no puede vivir, mátese>>, no es un país para demócratas.

La democracia, según Robert Dahl, debe garantizar una serie de libertades como la de expresión y de asociación, el derecho a elegir y ser elegido, permitir fuentes de información alternativas, elecciones libres y justas e instituciones que garanticen que las expresiones ciudadanas no sean manipuladas ni adulteradas.

Es justo sobre las garantías para unas elecciones libres y justas que resulten más dudas que certezas, porque hoy en día, quien debe salvaguardar la integridad en el conteo de los votos es la Registraduría, pero infortunadamente insiste en dos errores gigantes:

Por un lado, se está pasando por alto todo manual de ética pública al promover procesos abreviados de contratación de un software que contabilizará todos los votos de un país insatisfecho y dividido. La Registraduría está apurando un contrato exprés y exigiendo un software con requisitos puntuales que solo tiene una empresa ya conocida por la propia Registraduría.

Y lo segundo es que todo indica que se va a contratar más de lo mismo y sin ningún tipo de innovación ni tecnológica, ni democrática. Automatizar mediante un software clásico los procesos de conteo significará lo mínimo cuando lo más importante es garantizar que el conteo lo haga un software invulnerable que no se pueda manipular ni hackear.

La tecnología centralizada que pretende la Registraduría es obsoleta y ha demostrado errores en el sistema con vulnerabilidades que no garantizan la integridad de las decisiones ciudadanas reflejadas en el voto.

En Colombia, las elecciones comienzan a las cuatro de la tarde, cuando cierran las urnas.

Lo que requiere el sistema electoral colombiano es una tecnología disruptiva como la cadena de bloques o blockchain que garantice auditabilidad, seguridad, voto secreto, transparencia e invulnerabilidad. Que el software utilizado no esté en control de los privados, y que la información se pueda descentralizar para que cada intento de manipulación se refleje de inmediato y cada voto sea respetado y custodiado.

Con un panorama tan polarizado, lo más conveniente para Colombia son unas elecciones limpias y justas. Se necesita prudencia para evitar otro estallido social. Es un error por parte de la Registraduría apurar un modelo sin garantías, de contratación a la carta, basado en tecnología obsoleta y que, en un momento de presión, como cazador de brujas, puede desmarcarse de culpabilidades señalando con el dedo a la tecnología.

@JavierUrreaC

Compartir post