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La congelación y casi entierro del TLC con los Estados Unidos desataron toda serie de reacciones en Colombia, la comunidad Colombiana y Latinoamericana, y sobre todo en los diferentes sectores políticos Norteamericanos. El hecho de que el principal aliado de Esa nación en América Latina, y uno de los pocos que aún quedan, no haya podido utilizar esa posición para lograr la aprobación del tratado en el congreso, demuestra lo frágil que es el apoyo de un estado a otro frente a una democracia partidista y no de consenso como la que existe actualmente en los Estados Unidos. Esta situación puso en evidencia el inmenso conflicto interno de la política norteamericana. Mientras este partidismo casi destructivo exista en el país del norte, muy pocas iniciativas del partido de turno en el poder podrán ser felizmente concluidas, a menos que el partido en el poder sea el mismo en ambos poderes públicos
Y es que la oposición existe en todas las democracias, no solo es parte de la estructura democrática per se, es necesaria para que dicha democracia funcione. Pero cuando la oposición es partidista, bajo las líneas de la oposición no para lograr mejores leyes y ejercer una función de control sobre el movimiento o partido que ejerce el poder ejecutivo, sino para destruir cualquier iniciativa que le pueda traer prestigio, y por ende, permanencia, en el poder al partido de turno, esa oposición es realmente dañina para el país y la democracia
Eso es lo que ha ocurrido con el sistema democrático norteamericano en los últimos 16 años, primero con los demócratas en el poder ejecutivo y los republicanos en el poder legislativo y luego la situación opuesta. Si bien es claro que el unilateralismo de Bush ha causado una reacción de apatía, oposición y discordia a nivel general,  en las toldas demócratas se trata casi ya de venganza, y esto está perjudicando notoriamente la posición de los Estados Unidos tanto internamente como internacionalmente.
El fracaso de las reformas migratorias, de la reforma al sistema de salud, de la reforma a la estructura tributaria han sido básicamente logros de una oposición empeñada en demostrar que tan mal presidente ha sido Bush y su partido republicano, obstruyendo cualquier posibilidad de lograr consenso y mejorar las propuesta hechas por el estado frente a temas que son fundamentales para la nación.
A nivel internacional el daño es aún mayor. La discordia en la política internacional es evidente y en muchos casos justificada, tanto que el mundo ve con cierta esperanza la posibilidad de que un demócrata llegue a la casa blanca y que con ello cambie la visión unilateralista del actual gobierno, así como que dicho cambio represente el fin de la doctrina Bush: Atacar antes de que nos ataquen, ignorar las posiciones de los aliados y minimizar la importancia del multilateralismo y las instituciones internacionales, implantar el sistema democrático en el mundo, así sea por la fuerza, y profundizar la guerra contra el terrorismo.
Sin embargo no todo lo que ha hecho Bush debe ser eliminado. La expansión del libre comercio durante los años de Bush ha sido dramática, por ello el número de tratados que han sido firmados y ratificados durante sus 8 años de gobierno. La posición frente a África ha sido tan positiva, que ese continente es el único donde Bush es aun popular, la profundización de relaciones con Rusia a pesar de las tácticas dictatoriales del kremlin han permitido disminuir o por lo menos controlar los temores de una nueva guerra fría, entre otras políticas.
La oposición demócrata está empeñada en mostrar entonces que todo lo hecho, firmado, aprobado o acordado por Bush es malo para Los Estados Unidos. Y es ahí donde existe el problema para naciones que, Como Colombia, confiaban en esa alianza y afinidad con el gobierno Americano para lograr la aprobación del TLC.
Lo que los demócratas le están diciendo al mundo, y al mundo al final no ve el gobierno Estadounidense como un gobierno demócrata o republicano, sino como el gobierno de los americanos, es que esta nación no es un aliado confiable y que no cumple sus compromisos, sino que estos están regidos por el vaivén de la política interna y por el partidismo excesivo que hoy impera en las instituciones y políticas norteamericanas.
Pero en realidad, que nación en el mundo no presenta estas características? Al final aquellas donde las mayorías democráticas en los poderes ejecutivo y legislativo pertenecen al mismo movimiento político, tienen mayores posibilidades de poder mantener y cumplir una política y unos compromisos internos y externos constantes. Cuando la oposición tiene control sobre uno de los poderes públicos, este conflicto de poderes se va a presentar de manera inevitable. La diferencia es que este conflicto de poder en otras naciones del mundo tiene un efecto mayormente interno. Cuando este se presenta en la potencia económica, política y militar más importante del mundo, los efectos de este conflicto llegan a todos los rincones del planeta
Lo que paso con el TLC en el congreso norteamericano es una muestra clara de ese conflicto de poder. Lo que los legisladores, gobernantes y políticos norteamericanos no parecen entender es la responsabilidad que tienen con el planeta del que, hasta ahora, son líderes. Sus decisiones afectan no solo los ciudadanos que los eligieron, que deben ser y serán siempre la prioridad de sus decisiones y políticas, sino los ciudadanos del mundo, de países como Colombia que poco a poco ven sus esperanzas de mantener su crecimiento económico afectadas por una decisión netamente partidista que nada tiene que ver con la realidad o con los beneficios que el tratado representa para ambas naciones, además del cuestionamiento tan grande que se ha puesto al valor de la lealtad a los norteamericanos y sus muchas veces cuestionadas políticas a nivel internacional.
Los partidos políticos norteamericanos deben entender que su posición debe estar, al menos en los asuntos internacionales, por encima de las luchas de partido y de poder. La política internacional y los compromisos adquiridos representan la carta de presentación de una nación ante el mundo, y cuando hablamos de la nación más importante del mundo, el valor de esta estabilidad en la política exterior es incalculable.

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