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La elección de un presidente de los Estados Unidos tiene importancia a nivel mundial, pero es especialmente importante para América Latina. Para bien o para mal, la influencia norteamericana en la región es evidente, y esa influencia, el nivel de ella, la manera como es ejecutada y la ideología que la rige, depende dramáticamente de quien gane la casa blanca y el poder legislativo.
Esta vez las opciones no podían ser más diferentes. Obama y Romney tienen propuestas e ideologías diametralmente opuestas. Sin embargo, hay algo qué parece claro: Latinoamérica no es, ni será la prioridad de la política exterior norteamericana, quien quiera que sea el presidente. Con este elemento en mente, es claro que hay diferencias y preferencias en la región con respecto a la elección que los Americanos harán este martes.
La preferencia general en la región, y el mundo, es por Obama. Su política exterior ha sido mas abierta, tiene claras intenciones de cerrar el capitulo de intervenciones militares en el medio Oriente y con los hechos en Libia, Egipto, Siria e incluso Irán, es claro que Estados Unidos de la mano de Obama no se embarcará en invasiones o intervenciones militares a menos que sea absolutamente necesario. Romney representaría un regreso claro de la intervención como política exterior y la reafirmación del poder militar de la potencia mundial. Brasil ve la posibilidad de intervenciones en Irán, Siria o cualquier otra nación en oriente medio, así como cualquier conflicto económico con China como un riesgo a su política exterior, y otros países en la región como Venezuela, Ecuador o Nicaragua como una clara provocación y, de manera casi paranoica, como una indicación clara de que ellos podrían ser el siguiente objetivo de la maquina militar Americana.
En el Campo económico, las cosas no están tan claras. Gobiernos en Méjico, Colombia, Perú y Panamá, entre otros, aunque reconocen que de manera general la continuidad de Obama representa estabilidad, es tradicional pensar que los republicanos son más abiertos al libre comercio y la inversión. De hecho el único candidato que indicó real interés en invertir en el potencial que tiene América Latina ahora en el concierto mundial fue Romney. El proteccionismo y la influencia de los movimientos sindicales han sido políticas demócratas, pero Obama ha abierto la economía mas de lo que se esperaba.
Latinoamérica espera que el ganador empiece a prestar más atención a la región y promover su desarrollo, algo que en las condiciones actuales de la economía mundial es una fortaleza y una oportunidad que los Estados Unidos no están aprovechando. Una presidencia de Romney puede crear un ambiente económico mas abierto y competitivo para la región, sin dejar de reconocer los avances del gobierno Obama en libre comercio con naciones del hemisferio. De igual manera Romney presidente puede significar el regreso a la confrontación ideológica con la región y a la creación de bloques, como ocurrió durante el gobierno Bush, algo a lo que no queremos ni debemos volver. Obama puede representar estabilidad y la posibilidad de reformas migratorias que beneficien a los latinos en los Estados Unidos, pero necesita darle a Latinoamérica la prioridad que necesita y que Romney, por lo menos en lo que ha expresado, parece entender. Frente a estos hechos, Obama parece ser la opción más conveniente para la región.

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