Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Latinoamérica, y especialmente Colombia, se está enfrentado a un fenómeno que hasta ahora en nuestro continente solo ocurría de manera masiva en los Estados Unidos. Millones de venezolanos salen de su país, inicialmente para poder sobrevivir y una vez logren establecerse en otras naciones, para poder ayudar a quienes no logran salir de ese país y quedan viviendo en la miseria general instaurada por la dictadura.

Colombia está en el centro de este fenómeno, debido a la inmensa y porosa frontera entre las dos naciones. Es un reto que pocos países están preparados para manejar. Es por ello que las lecciones de los Estados Unidos en este tema son fundamentales. Dos temas son críticos: la legalidad y la seguridad.

Colombia y los países receptores de ciudadanos de Venezuela deben promover el registro de todos los que ingresen a cada país. Esto se puede lograr con incentivos como garantizar acceso a salud básica y ayuda de organizaciones no gubernamentales y estatales, siempre y cuando las personas se registren como refugiados temporales con las respectivas autoridades de migración. Y esa palabra, “TEMPORALES”, es el elemento fundamental. Los 14 millones de ilegales en los Estados Unidos y las dificultades que viven debido a su situación, son una muestra clara de lo que ocurre con los inmigrantes y el país receptor cuando se vive en la ilegalidad. Debe por ello existir una política clara de cómo y cuándo estos refugiados deben volver a su país, y de no hacerlo, que requisitos y condiciones deben cumplir para poder aplicar por residencias permanentes en Colombia y otras naciones de la región

Con esta migración masiva es inevitable que personas indeseables también ingresen a cada país. Es aquí donde el peso de la ley debe caer con fuerza. Se debe ser intolerante frente al delito. En este tema, a diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos, hay grandes debilidades en Colombia y otras naciones del continente, donde los servicios de seguridad y migratorios no están preparados para enfrentar estos flujos de refugiados y mucho menos, para ejercer la autoridad necesaria para evitar que quienes quebranten la ley, paguen por ello de manera contundente.

Es responsabilidad del gobierno de Maduro atender las necesidades de su pueblo. Al no hacerlo, sanciones económicas deben establecerse y la comunidad internacional interesada en invertir o proveer ayuda a Venezuela, debe en cambio empezar a apoyar las naciones que están acogiendo los miles y miles de venezolanos que salen de su país diariamente, dejando sus vidas atrás, para poder volver a vivir con dignidad. Los colombianos han recibido a los venezolanos, en su gran mayoría, con los brazos abiertos, conscientes de la difícil situación por la que pasan, pero pequeños roces se empiezan a sentir cuando la inseguridad se incrementa, o el empleo se ve afectado. El estado colombiano debe ayudar a los refugiados, y debe buscar que la comunidad latinoamericana, tan decidida en su momento a defender la revolución bolivariana, muestre ahora su decisión de ayudar al pueblo venezolano. Recursos de todos aquellos países que envían ayuda internacional a Venezuela, incluyendo naciones como Brasil, Estados Unidos y algunos países europeos, deben ser desviados a las naciones que están protegiendo los ciudadanos de ese país, en vez de seguir financiando la dictadura represiva de Maduro. Es necesaria la colaboración de la comunidad internacional.

La situación en Venezuela parece empeorar con el paso de los días y con la consolidación de la dictadura en el poder, este éxodo será cada vez mayor. La grandeza de esa hermandad latinoamericana que tanto citan los políticos de la región, se está poniendo a prueba como nunca antes. Nuestra región tiene que mostrarle al mundo que no va a abandonar a ninguno de los suyos, pero también debe luchar por la restauración de la democracia y la justicia en Venezuela. Esa es la verdadera solución a este problema, lo demás, son paños de agua tibia para evitar que la fiebre que azota a Venezuela termine por afectar a todo el continente. Esa fiebre debe ser erradicada y con ello volverá la salud, el bienestar y la esperanza a una de las naciones más ricas de nuestra región.

Compartir post