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La sensatez triunfó nuevamente en los pueblos del “club” bolivariano de la región. Los Argentinos lideraron el cambio y ahora son los venezolanos en la casa de Chávez y Maduro, los líderes ideológicos y regionales de la revolución bolivariana, los que reaccionan frente al descalabro económico, social y político de su país.

Pero quizás la mejor consecuencia de este resultado es que va a desenmascarar al régimen y a poner en evidencia cuan “democráticas” son sus credenciales, algo que Chávez y Maduro siempre han usado para justificar su poder. Ya Maduro ha hecho declaraciones preocupantes que no auguran un proceso democrático en el que la oposición, ya en control de la asamblea nacional, va a encontrar, en el mejor de los casos, resistencia política y popular instigada por el régimen y en el peor de los casos, una situación de persecución, inestabilidad y violencia.

La verdad es que era muy fácil decir que se vivía en una democracia cuando la oposición no tenía voz ni voto en el proceso, cuando algunos de sus líderes, escogidos de manera muy inteligente por el régimen para no ser acusados de una persecución total a la oposición, son silenciados con procesos judiciales bastante turbios, y cuando los medios de comunicación son controlados, censurados y cerrados si no informan de manera “adecuada” al pueblo Venezolano.

La Asamblea venezolana tiene ahora la misión de retornar el país al camino de la democracia, los derechos y libertades que esta garantiza; al camino del crecimiento económico y de la reconstrucción del tejido social, destruido por años de demagogia, debilitamiento de la industria, el comercio, la propiedad y el sistema educativo del país. Maduro debe entender que la única manera de salvar lo poco que le queda de su revolución va a depender de cuánto esté dispuesto a trabajar con la oposición, de la que ya depende políticamente, para reconstruir el país. La alternativa es dejar el manto de democracia con el que ha pretendido justificar su régimen por tanto tiempo y abrir la puerta a la dictadura absoluta, eliminando la asamblea nacional y declarando nulas las elecciones del pasado 6 de diciembre. Por el bien de los venezolanos y de Latinoamérica, esperemos que Maduro escoja el primer camino. Si bien es posible un choque de poderes en Venezuela, esperemos que este ocurra dentro del sistema democrático, como ocurre en muchas otras naciones del mundo donde el poder ejecutivo está en manos de un partido, y el legislativo de otro. Ya veremos en los próximos meses cuan democrático es realmente el régimen venezolano.

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