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Tenía que gritarlo, se me iba a salir el demonio por la boca y no es hora todavía, me prefiero bruja.

Estaba sentada, con las piernas sin cruzar, atónita con el sermón del día.

– “Quiero hablar en lenguas, quiero hablar en lenguas, quiero hablar en lenguas”-.

Deposito toda mi fe en eso que llaman milagro, ¿imagínense ser políglota sin tantos cursos de idiomas? Cumpliría por fin con mi propósito de ser ciudadana global, una trotamundos, como decía ser el hippie al que le compraba manillas. A todas estas, ¿y mi matrimonio? Ustedes saben, esa metodología que usan los artesanos para que uno les compre sus artículos, bajo la promesa del amor eterno con aquel a quien también le anudan los tejidos. Claro, claro. Ya no sé de ese man. Volvamos al tema, estaba en que me faltaba poco menos de un milímetro para que se me salieran los ojos de las cuencas, me era intolerable todo ese discurso, ¿cómo así que tengo que estar con alguien para toda la vida? ¿cuánto tiempo es una vida? ¿cómo así que no debo actuar con lujuria? En clase de biología escuché que los orgasmos facilitaban la fecundación, bueno, o puede que lo haya visto en la primera escena de una película porno, en donde la actriz interpretaba a una profesora.

Les digo, algo dentro de mí se estaba movilizando, tenía el espíritu convulso, necesitaba gritar.

¡MÁS SEXO, MENOS POLÍTICA!

Observé como todos se abalanzaban sobre mí con sus miradas de escrutinio, ¿que no hace parte de los mandamientos ocuparse de su vida sin meter las narices en las de otros? Inmediatamente pensé en mi hermana, que por ese tiempo era acólita, la pobre debió haberse quedado sin oxígeno, lo deduzco por su rostro azulado. Bueno, en ese momento a mí se me fue el alma, o fue lo que me dijo el sacerdote luego de mi última confesión.

– ¿Qué es lo que dices, mujer?

Ni yo sabía, en realidad. Luego de estar encerrada en mi cuarto por una semana, sin derecho a salir a jugar con mis amigos, como lo hacía cada tarde, tuve tiempo de pensar en mi afirmación. Busqué la definición de política y me encontré con que es una actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos, ¿en qué momento me convertí en un ítem de la agenda? No volví a salir, el castigo se convirtió en reparo y mi padre jamás lo entendió, como tampoco comprendieron aquellos hombres/refugio que en algún tiempo me frecuentaron.

Les escribo desde la hoguera que es mi cuarto, desde el calabozo que es la intimidad, no solo por la posibilidad de estar en solitario alimentando mi pensamiento, sino porque en días de verano, me atrevería a decir que se asemeja al infierno, con sus tantos grados de levedad.

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