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El gobierno del presidente Duque anunció en el decreto 457 del 2020 que, a partir del 25 de marzo, Colombia entrará en aislamiento preventivo por 19 días. Esto significará entre otras cosas que: i) la población no podrá salir de sus casas y por tanto quienes no formen parte de un listado de excepciones simplemente deberán quedarse en casa pese a que su trabajo no sea factible desarrollarlo al interior de su hogar y ii) aquellas empresas que requieran de sus fuerza laboral in-situ o bien su venta se realice principalmente por la vía de atención directa al cliente, verán mermados fuertemente sus ingresos por todo el período que tome esta “cuarentena obligatoria”.

La mayoría de las PyME no tienen suficientes recursos para hacer frente a un mes sin ingresos por ventas, mientras que las medidas adoptadas de cierre de fronteras, restricciones al ingreso de extranjeros y ahora prohibición de vuelos internos de pasajeros, simplemente generará un cataclismo de proporciones en la industria aérea, transporte terrestre, turismo, comercio y entretenimiento.

La alternativa a lo descrito anteriormente es simplemente dejar que la población circule libremente y que aquellos infectados (lo sepan o no) continúen contagiando al resto de la población sana, incrementando exponencialmente las tasas de contagio al interior del país. Esta situación se traducirá por tanto en mayor cantidad de enfermos y mayor cantidad de muertos por contagio del covid-19.

Al final del día, la decisión del Gobierno es esencialmente valórica, ¿en qué punto de la recta que une una economía dinámica con la minimización de víctimas del covid-19 queremos estar?

No siempre las decisiones de políticas se debaten entre dos situaciones benévolas, sino que muchas veces es elegir entre dos males como es el caso hoy:  La muerte o la pobreza.

Ciertamente las magnitudes de los planes monetarios y fiscales que están siendo implementados por prácticamente todos los países hoy infectados hablan también de las magnitudes del problema que se nos avecina como consecuencia de la paralización y bajas en producción que estamos viviendo.

Una de las grandes diferencias de esta crisis económica respecto de la crisis financiera que se vivió en el año 2008, es principalmente a quien afectó. La crisis financiera del 2008 se gesta y se desarrolla en la industria financiera y afecta primariamente a bancos comerciales y bancos de inversión que invirtieron en ciertos instrumentos basados en hipotecas sub-prime (que no fueron pagadas por los deudores originales) para posteriormente afectar al resto de la economía.

La crisis que hoy estamos viviendo tiene su origen en el aparato productivo. Nosotros como sociedad decidimos apagar las luces de bares y restaurantes, cerrar las puertas del comercio, dejar los aviones en tierra, estacionar buses interurbanos en sus patios y abandonar nuestros hoteles. A diferencia de la crisis financiera del 2008, esta crisis puede afectar directamente la base empresarial y productiva de nuestros países cuya destrucción tardará lamentablemente mucho más tiempo en recuperarse en caso que las medidas monetarias y fiscales no tengan el efecto esperado.

Nosotros pensamos que esta crisis tendrá efectos más severos sobre la economía mundial que la crisis financiera del 2008, dado que esta crisis está afectando la base empresarial de nuestras economías. La recuperación de una crisis de este tipo podría tomar años en materializarse.

Fue nuestra decisión como sociedad encerrarnos en nuestras casas para minimizar el número de víctimas del covid-19 y proteger a nuestros padres, abuelos y enfermos. Es por ello que es tremendamente importante que entendamos que este aislamiento preventivo tendrá un costo económico enorme para Colombia y por tanto todos nosotros debemos asegurar que durante este período vamos a eliminar cualquier nuevo contagio por la vía del encierro en nuestros hogares.

Elegimos la vida, porque sin vida no hay nada.

Concordia Investments

info@concordiainvestments.com

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