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Samuel era un joven alegre, amable y ocurrente, siempre mostraba su mejor sonrisa y disposición para todo.  Estudiaba en grado noveno, en la jornada de la mañana, en la tarde hacía mandados.  Su mamá era costurera, un día le dijo:

—Mijo, vaya donde doña Josefa y le entrega estos arreglitos a Magnolia, la hermana, son dos blusas y dos faldas. Ella sabe cuánto es, viene rapidito.

—Listo mamá, de una —se arregló un poco, tomó las cosas las echó en una bolsa y salió.

Entregando la ropa

Llegó a la casa señalada, precisamente Magnolia salió, lo recibió y lo hizo pasar. Observó que en un pasillo había un pequeño altar a la virgen, con una especie de reclinatorio, llegaron a la sala y se sentó mientras ella se probaba las prendas.

—Me quedaron perfectas, acompáñame a la habitación para guardarlas —le dijo, él avanzó detrás de ella.

Magnolia lo invitó a sentarse en un sillón, acomodó las prendas en el escaparate, empezó a contarle historias, entre tanto le mostraba abrigos, chal, bufandas y otra ropa muy especial para ella. Ya se conocían, Sami recordó que Magnolia era buena conversadora, entre el vestuario observó un turbante.

—Uy ¿Y ese turbante?

—Ah, me lo regaló una amiga.  ¿Qué tal me queda? –dijo poniéndoselo.

—¡Wow!  Te ves increíble.  Pareces una gitana.

—Espera un momento, busco algo por acá —apuntó ella, mientras escudriñaba en su ropero, luego salió y volvió a entrar con un nuevo atuendo.

Imagen 1. Turbante
Imagen 1. Turbante, tomado de pixabay

La nueva apariencia

Aparte del turbante, llevaba una blusa colorida de amplias mangas, encima se echó un chal, ella era de tez blanca, de ojos claros, se maquilló la cara y los ojos, se puso labial rojo pasión, se pintó un lunar en la mejilla como Marilyn Monroe, se colgó unas candongas doradas y miraba coquetamente a Samuel.

—¡Nooo!  ¡Fascinante!  Te ves muy bien. Quedaste idéntica a una pitonisa, pareces una gitana —reiteró Sami.

—¡Magnolia!  Tengo una idea.  ¿Estás trabajando?

—No, ojalá. He llevado varias hojas de vida, pero nada aún.  Me dicen que espere.

Él animadamente empezó a contarle el plan que se le había ocurrido. Ella ponía la máxima atención, de pronto se le iluminaron los ojos, también se entusiasmó, ahora hacía propuestas, ambos reían y así fueron concretando la idea.

La primera interesada

Samuel llegó al colegio y vio preocupada a su amiga Elena, la Nena.  Le preguntó qué le pasaba y esta le contó que estaba afligida por temas del corazón, no sabía qué hacer, porque estaba charlando con un chico del barrio, pero en el cole había un compañero que “le movía el piso”, además, tenía algunos problemas familiares.  Él la tranquilizó, le dijo que no se inquietara, porque le tenía la solución, “Madam Betsabé”, la adivina que leía las cartas, el tabaco y el chocolate.  Nena lo miró con extrañeza, luego se interesó y le pidió que la llevara; acordó con Samuel ir al día siguiente, a la salida del colegio, él le advirtió que debían tener mucha prudencia y no contarle a nadie, era un secreto.

Efectivamente la llevó donde la vidente, quien ya los esperaba, los hizo pasar, se presentó, lo primero que le dijo fue —¡Bienvenida!  Este es un recinto de reflexión e interpretación, nada de brujerías y fetiches.  Mientras yo me concentro, puedes meditar un momento en la sala o en el altarcito de ahí. No tardo —caminó a su cuarto y Samuel la siguió. Luego de unos minutos hizo pasar a Nena.  Esa era la rutina planeada para todos los clientes.

La Nena, salió con una sonrisa de oreja a oreja, dichosa, no podía creer lo acertada que era la “Madam”, pagó la consulta con parte de su mesada colegial y se marchó del brazo de Samuel.

Otras interesadas

De ahí en adelante, Samuel empezó a frecuentar más la casa de sus compañeras, entre ellas la de Ceci, Tere, Luzma, con la disculpa de hacer las tareas del cole o de visitarlas para tomarse un chocolatico, además, aprovechaba para hablar con los familiares, también, ofrecía los servicios de costura de su mamá y sus mandados.   Entre tanto Magnolia llevaba un cuaderno con el nombre de cada cliente, con sus características, sus gustos, sus particularidades familiares y sociales, pero especialmente todo lo relacionado con el corazón.  Algo importante, como le gustaba la moda y la belleza, “Madam Betsabé” al final de sus consultas les enseñaba algún truquito a las chicas, estas quedaban matadas.

La máxima prueba

Nena estaba angustiada y le hizo señas a Samuel, él se acercó.

—¿Nena qué pasa?  ¡Tienes una cara!

—Ay mi Sami, si te contara.

—Apuesto que es por Jota.

—No, nada.  Ese me tiene muy brava, pero es otra cosa.

—Cuéntame.

—Cómo te parece que perdí ese examen de geografía. ¡Fui la única que lo perdió!  Y esa profe como es de templada, me tiene entre ceja y ceja. Me tiré la materia, así completé tres en este bimestre, ¡mi mamá me va a matar!

—Y por el otro lado está ese bobo de Jota, que me tiene con una rabia —insistió.

—¿La “Madam” no nos dará una lucecita? —preguntó Sami.

—Ay sí. Llévame ahora donde ella porfa.

—Déjame yo la llamó y te cuento.

Desde un teléfono público llamó a Magnolia, conversaron por un momento.  Luego, le indicó a Nena que la atendería y saldrían derechito desde el colegio.

La lectura de las cartas

Ya en el “consultorio” la “Madam” barajó las cartas sobre una mesita que vestía un largo mantel de color verde y otro naranja en el centro. Cortó la baraja española en cuatro montoncitos y preguntó sobre qué quería averiguar —Amor y estudio —respondió apresuradamente Nena.  Entonces, la clarividente retiró dos de los montoncitos y dejó los otros en el centro.

Imagen 2. Cartas de la baraja española
Imagen 2. Cartas de la baraja española, cedida por Laura

—Empecemos con el Amor —y volteó una carta.

—Observa, “Caballo de Copas”.  Representa al Caballero Andante. Es un hombre de tez clara, pelo castaño.  Está en busca de una relación romántica —Nena abrió los ojos y pensó —“mi Jota, ese es mi Jota”.

—“Sota de Bastos”. La Dama de la pasión. Impulsiva, apasionada, coqueta —dijo al destapar otra carta.  Antes que Nena dijera algo “Madam Betsabé” descubrió otro naipe.

—“Sota de Copas”. Es la Dama romántica. Soñadora, amorosa, sensible…así como tú, Nenita.

—Hum, este caballerito se encuentra con un dilema, sus sentimientos se dividen entre estas dos damas.  Él la conoció primero a ella y luego a ti, las cartas no mienten —manifestó, y destapó otra carta.

—Oh, “Dos de oros”.  Celos.  Nena, veo que hay una competencia con esa tercera persona que te causa dolor ¿será por culpa de ella o por la indecisión de Jota?  Pronto, escucha, pronto te llegará un mensaje, puede ser una carta.

Nena atendía con intriga y con un poco de desazón —¿Qué mensaje me llegará? Ah, que se quede con esa mejor —pensó

—Ahora descubramos que nos depara el destino con el estudio —expresó la “Madam”, tomó la otra pila de naipes, giró una a una las cartas y fue indicando su significado.

—“Sota de Espadas”.  La dama del pensamiento.  De carácter firme, resuelta y perceptiva; descubre y entiende el conocimiento.

“Dos de Espadas”.  Sorpresa.  Apoyo incondicional e inesperado que acude en socorro.

“Cuatro de Oros”.  Significa bienestar.  Representa la prosperidad y el éxito.

“Nueve de bastos”.  Satisfacción. Felicidad y ventura.

—Mira, leo que hay una mujer de pelo oscuro, de carácter fuerte, quizás una profesora, que sabe mucho y es buena persona.  Te dará una sorpresa apoyándote, quizás una nueva oportunidad, si haces bien las cosas te traerá beneficios y satisfacciones —le dijo.

Nena no salía de su asombro —¿Será mi profe Gladys? —Y le contó su historia a la adivina.

—Mi querida Nena, ve y habla con ella mañana mismo, le propones que haces un trabajo, una exposición, lo que sea para ganar la materia. No reproches nada, solo hazlo, aprovecha lo que te brinda el universo.

Los ojos de Nena brillaban de esperanza, salió alegre, lo que menos le importaba ahora era Jota, estaba convencida que podía recuperar su materia.

La predicción

Efectivamente, a primera hora Nena buscó a la profesora antes de iniciar las clases, habló con ella, le explicó su disposición, Gladys estaba muy asequible.  La profe le puso un trabajo para el lunes. No importaba, trabajaría de corrido todo el fin de semana, le habían dado una oportunidad no la podía desaprovechar, “Madam” tenía razón.  Desde ya la recomendaría a ojos cerrados con todas sus amigas, ¡había adivinado lo que pasaría!

Pero el significado que más se cumplió fue el de la carta Dos de espadas: “Sorpresa. Apoyo incondicional e inesperado que acude en socorro”.  Por un lado, el apoyo de su profe y por el otro, el de Jota, le dedicó todo el fin de semana ayudándola con su trabajo, para su felicidad.

Pero qué pasó

¿Pero por qué surgió un cambio en la actitud de la profesora?  Buena pregunta.  La profe vivía relativamente cerca del colegio, días antes de la entrega de los resultados de los exámenes, le pidió a Samuel que se acercara, como otras veces, porque necesitaba que le hiciera unos mandados.  Ese día Sami terminó antes de lo previsto, entonces, le indicó que le colaborara con otra cosa:

—Mira, esto no se debe hacer, pero te pido que me apoyes porque no tengo mucho tiempo, por favor toda tu reserva.

La idea era comprobar si la nota de los exámenes estaba correctamente escrita en la libreta.  En una mesa estaban los paqueticos de exámenes separados por curso, Sami tomaba cada uno y dictaba el resultado, ella lo comparaba con lo registrado en la libreta.  Así se dio cuenta que de su curso la única que había perdido el examen era su amiga Nena.

Sami aprovechó para preguntarle a la profe por el resultado de su amiga —Si quieres mira el examen, no hizo prácticamente nada.  Ella no muestra mucho interés por la materia y su participación es poca, casi nula —Uy, la profe la tiene en la “mala” —pensó Sami.

—Profe ¿y no tiene alguna otra oportunidad?

—No, ninguna —dijo tajantemente.

Antes de marcharse Sami, volvió a insistirle sobre su amiga, le contó sobre sus cualidades, sobre el amor por el colegio, su familia.  Gladys lo miró y le dijo —Está bien, esto lo haré por ti que eres un buen muchacho. La voy a escuchar, pero debe ser por iniciativa propia, que ella se acerque a mí — Sami no cabía de la dicha, ya había cumplido su misión, le agradeció infinitamente y le besó la mano, como buen adulador que era, ella se sonrojo.

El final

El tiempo transcurrió, un buen día Nena andaba cerca de la casa de “Madam Betsabé” y vio pasar a Ceci, la saludó, le preguntó que si de casualidad venía de donde la “Madam”, a lo que ella respondió que sí.  La Nena se alegró y pensó visitarla de sorpresa. Llegó a la casa, encontró la puerta entreabierta, la atravesó sigilosamente para no interrumpir, escuchó risas, se detuvo, ahora conversaban, se acercó un poco y prestó atención.

—Ay mi Sami, tengo que contarte algo que me entristece —decía la “Madam”, este paró de reír y se puso serio.

—Cómo te parece que me acaba de salir trabajo en una boutique en el nuevo centro comercial. ¡Por fin! Y es para empezar este mismo sábado.

—Magnolia ¡Qué buena noticia! Es fabuloso —dijo Samuel felicitándola —pero ¿por qué te entristece?

—Ah, Sami, es que esta experiencia nuestra ha sido muy chévere y se tiene que acabar.  Yo aprendí a conocer a las muchachas, las aprecio, son bellas personas.  Y tú has sido generoso y también buen informante —le confesó.  Él la miró afligido.

—Sí, este negocio ha sido bonito.  Yo me conseguía los datos y tú los interpretabas muy bien, deberías ser actriz.  ¡Hasta hacemos un buen equipo! —dijo sonriendo.  Súbitamente se escuchó un grito.

—¡Nooo!  Esto no es justo, por qué me pasa esto a mí.  ¿Qué hice para merecerme esto? —vociferaba Nena, quien apareció en el marco de la puerta de la alcoba, tenía la cara descompuesta, luego, cubrió el rostro con sus manos y empezó a llorar.

Magnolia y Sami, estaban atónitos, petrificados, no sabían que decir.

—¡Son unos desgraciados! Me siento morir, estoy desengañada y decepcionada —decía la Nena —y tú, Samuel Sanclemente, que pregonabas ser mi amigo, no tienes perdón de Dios —sollozaba desconsolada.

Magnolia se levantó apenada, la tomó por los hombros, la sentó suavemente en el sillón, le entregó un pañuelo. Rápidamente le hizo una aromática y le pidió que la bebiera lentamente, ella gimoteaba.  Samuel se arrodilló a su lado y la tomó de las manos, le suplicaba que lo perdonará, que lo había hecho para ganarse unos centavos para las gaseosas y pasajes.  Los tres terminaron abrazados, con las lágrimas rodando por sus mejillas, pensando que por algo sus caminos se habían cruzado.

Imagen 3. Perdón
Imagen 3.  El perdón, tomado de pixabay

Artículo anterior.
La despedida de soltero
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Me gusta disfrutar en familia y con amigos. Me fascina escribir relatos y anécdotas de la vida cotidiana. Soy Ingeniero de Sistemas, crecí en Medellín, viví en Bogotá, Guayaquil y Cali. Gracias por sus lecturas y comentarios.

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