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La gente agolpada alrededor de la cancha de arenilla quiere ver la final de fútbol entre el favorito “Tienda Jalisco”, que gracias a los goles del fantástico “Carroloco” Martínez, veloz y recio puntero derecho, llega a su tercera final consecutiva; y el equipo revelación del torneo “Sierra Nevada”, auspiciado por el depósito de materiales “El Descanso”, donde se destacan Molina, virtuoso mediocampista y Chepe, su portero.  Ah, otro que sobresale es “Mincho” García, un muchacho bonachón, eterno suplente, mediocampista, quien siempre colabora en los entrenamientos de los arqueros, además, es el hijo del dueño del depósito.

Imagen 1. La pelota, la caprichosa. Tomada de Daniel Norin en UnsplashImagen 1.  La pelota, la caprichosa.  Tomada de Daniel Norin en Unsplash.

La fanaticada se divide, se escuchan las porras y los cánticos.  El partido transcurre con emoción y entrega, generándose dramáticas oportunidades de gol para cada bando, así termina la primera parte. Con garra y entusiasmo inicia la parte complementaria, las barras no dejan de alentar a sus equipos.  Promediando el segundo tiempo, Molina, mediante una habilidosa jugada deja a tres contrincantes regados por el piso, le hace un amague al portero y le cucharea el balón que pasa por encima de su cabeza, rebota contra el piso y va como en cámara lenta hacia un rincón, y va y va… ¡Gol! Golazo de Sierra Nevada, ¡es la locura!  Hay gritos, brincos, abrazos, la barra invade la cancha, después de un momento se calma la algarabía y se reinicia el encuentro.

Afanados, los “Jalisqueños” arrecian con insistentes ataques, pero son neutralizados, principalmente, por las espectaculares atajadas de Chepe que se convierte en la figura del partido.  El desespero aumenta, los minutos avanzan, Sierra Nevada se defiende con coraje y arrojo, llega el tiempo de reposición, ya está que se acaba el partido, para los Jalisqueños aquello es angustiante, solo un milagro los salvaría.  Repentinamente, pase al vacío, como una exhalación aparece Carroloco y queda solo frente al arquero, Chepe intenta achicarle, con tan mala fortuna que llega tarde y lo derriba; ruedan por el piso, el referí no lo duda, pita y señala el punto penal, sin titubear le muestra la roja a Chepe.  Entre el público hay a la vez, gritería y desconsuelo.

Ayyy, ¡no jodas! —exclama desconcertado Richi, el entrenador, mientras se toma la cabeza con ambas manos y zapatea contra el piso —lo que nos faltaba pues, un penal en último suspiro. ¡Qué pendejada!  ¿Qué hacemos?  Para acabar de ajustar me sacan a la figura —entretanto Chepe deambula triste y cabizbajo.

—¡Pelao, venga!  Usted ha entrenado con Chepe toda la vida, seguro sabe cómo pararse ahíle dice a Mincho, quien se pone lívido, lo mira abrumado e intenta refutarle —no me mire así. ¡Usted puede! ¡Hágalo por su papá! —y se lo señala entre los aficionados.

Es un final inesperado y dramático, el público está atento a lo que sucederá.  —¿A quién pondrán de arquero? —Se preguntan todos, sabiendo que el suplente está lesionado.  Cambio en Sierra Nevada, sale el delantero Pérez e ingresa Mincho, ¡sorpresa total!  Enmudecen los hinchas serranos, celebran por adelantado los de Jalisco.  Chepe lo recibe, le entrega el buzo y los guantes, le habla al oído y lo abraza. Mincho tiembla.

—¡La madre!  ¿Qué le hice al profe?  ¡Qué encartada tan berraca! —susurra angustiado —ya ni modo de devolverme ¡carajo!

Camina lentamente, se para en el centro del arco, se balancea, su respiración es entrecortada, observa los palos y el travesaño, ¡los ve lejísimos!  Se siente solo contra el mundo.  Ahora contempla a quien cobrará el penalti. ¿¡No puede ser!?  Es nada más y nada menos que Carroloco, sí ¡Carroloco!

—¡Uy, no!  Este man como le pega de duro —exclama desesperanzado. —Si lo tapo me mete con balón y todo. ¡Juepucha! A la fija le pega con uno de sus poderosos puntazos y me lo tira a la izquierda —pensó desanimado y lo volvió a mirar.

—Ah, Diosito santo ¡ayúdame! —Pronunció y se echó la bendición.

Imagen 2.  Listo para cobrar la falta.  Tomada de Connor Coyne en UnsplashImagen 2.  Listo para cobrar la falta.  Tomada de Connor Coyne en Unsplash.

El árbitro mide los doce pasos, revisa donde pone el balón Carroloco, ni un centímetro más, ni un centímetro menos, el silencio invade la cancha y sus alrededores; ahora se fija tanto en el portero como en el delantero, se mueve a un costado, levanta la mano y pita.  Mincho respira profundamente, intenta moverse a la izquierda y ve cuando Carroloco impacta el balón, del susto se le van las luces desplomándose a la derecha; mientras cae, siente en su costado izquierdo, junto a las falsas costillas, un fogonazo que le saca el aire, todo se oscurece, no puede respirar, gime guturalmente —“Ahhggg” —se siente morir, rebota pesadamente. Vislumbra una sombra en la distancia “¿Será su difunto abuelo o acaso es Richi?”, con las fuerzas que le quedan, y en un desesperado intento, alza el brazo izquierdo tratando de llamar su atención, de repente siente que un ciclón arrollador se lo derriba violentamente, ahora yace boca arriba, derrotado sobre la polvorienta cancha, todo ensombrece. —“Adiós… mundo cruel” —musita y se desvanece.

Imagen 3.  Cobro del panel.  Tomada de Jannes Glas en UnsplashImagen 3.  Cobro del panel.  Tomada de Jannes Glas en Unsplash.

Al otro lado, un segundo antes, Carroloco observa que Mincho intenta moverse a su izquierda, patea con determinación y furia, el portero se arroja a la derecha y rechaza el disparo.  Carroloco sorprendido gana el rebote, le pega con toda el alma, asombrosamente Mincho, ya vencido, levanta el brazo y su puño choca con la esférica que rebota contra el travesaño, el defensa Salazar de un potente puntapié la saca de la cancha, inmediatamente se escucha el pitazo final, Carroloco sumido en la desolación, cae de rodillas levantando una polvareda.  ¡Qué delirio!  ¡Es una proeza!  Todos corren a felicitar a Mincho, lo encuentran desmadejado, sin aliento, tratan de reanimarlo.  Después de varios intentos entreabre los ojos, ¡resucitó, resucitó! Respira con dificultad, está adolorido y desconcertado, todos lo quieren tocar, no entiende qué pasa, solo sabe que casi muere, ¡que vio la luz al final del túnel!  Ahora sin quererlo es el héroe de la jornada.

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Un baile en el barrio con el cuarteto

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