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A este contador público la pasión por la salsa le llegó por parte de sus amigos del colegio Tirso de Molina por allá en el año 1989. Recuerda que en los descansos y ratos libres los ocupaba escuchando las emisoras salseras de moda y ya para su época universitaria afianzó ese amor por la música antillana. “En los últimos años junto a la vieja guardia he convertido a la salsa en un estilo de vida. Esta música me tranquiliza, me relaja, la comparto con mis amigos y vivo feliz”, destaca Juan Carlos Ospina, el hombre que tiene en su anaquel cerca de 5.000 vinilos.

Juan Carlos Ospina, coleccionista y melómano

La sala de su casa es un altar para la música cubana y así lo deja ver el mural que adorna una de las paredes. Por donde se camina se respira salsa, hay instrumentos, bafles, tornamesas, mezcladores y plantas sonoras finamente ubicadas en un mueble de madera.

En otro lado de este bello espacio hay una mesa en la que se observa un ‘mar’ de discos de 45 revoluciones por minuto ordenados alfabéticamente y rigurosamente y es por eso que cuando se le pregunta por alguna canción o artistas llega fácilmente a donde lo tiene guardado, también hay un bello aviso en el que se lee Amalia Bembé, además de cuadros con las figuras de artistas como Rubén Blades o Héctor Lavoe y una bella imagen de la virgen María.

Ospina, a quien denominamos ‘el Contador del coleccionismo salsero’, por la combinación entre su profesión y hobby nos contó que tuvo varios lugares de rumba llamados Amalia Bembé y ahora es quien lidera un grupo de melómanos y coleccionistas que lleva este mismo nombre.

“Entre 1998 y 1999 frecuentaba un lugar de salsa llamado La Trampa, ubicado en la avenida Primero de mayo cerca de la avenida Caracas y su disjockey era René Rubiano, con quien hice una buena amistad. Pasaron los años y en el 2012 lo volví a encontrar en otro lugar de rumba y en ese momento se nos ocurrió montar un bar que llamamos Amalia Bembé. Amalia porque es una palabra que se escucha en muchas canciones de salsa y Bembé porque es el complemento del sabor, del ritmo”, asegura Juan Carlos.

Nos recuerda que la primera sede fue en el barrio Tabora y era un espacio muy bonito, diferente, con excelente sonido y su pista de baile era en cedro. La segunda sede de Amalia Bembé fue en la avenida Primero de mayo. “Estos lugares tuve que cerrarlos, ya que no tenía el tiempo suficiente para atenderlos y me dediqué a estudiar una especialización”, destaca este melómano, al instante que pone en la tornamesa un disco de 7 pulgadas que gira a 45 revoluciones por minuto titulado Guaguancó amaliano, de Carlos Embalé, que se ha convertido en el himno de esta asociación.

Amalia Bembé

De su colección nos contó que poco a poco la ha ido consiguiendo. “Cada vez que sacó un disco del anaquel lo disfruto al máximo. Cuando me preguntan que si tengo algunos preferidos les digo que sí y son dos y no porque sean costosos o no, o por lo difíciles o no de conseguir, estos son: Vuelven los Jets (venezolanos) en donde está la canción Palabras y el de Joseito Mateo y su orquesta -salsero merenguero oriundo de República Dominicana- por el tema Jesucristo. Estos son los que considero los más importantes de mi colección, aunque no soy coleccionistas soy melómano”, dice de manera tajante pero sincera.

Sabemos que en una rumba Amaliana no pueden faltar las canciones de Tito Puente, Tito Rodríguez, Noro Morales, Arsenio Rodríguez, Ray Barreto, La Sonora Ponceña, los primeros temas de El Gran Combo de Puerto Rico y mucha, mucha vieja guardia, pues es el estilo que caracteriza a todos los integrantes de esta Asociación, sin embrago le pedimos a Juan Carlos que nos regale los títulos de  cuatro canciones especiales y estos son:

El salón del rey del mambo, de Anselmo Sacasas y su orquesta

Let’s Vacilate, de la orquesta de Eduardo Foriester y sus Mambos Modernos

Chico vacilón, de la Sonora del Perú

María Belén, orquesta Recopilación

Sobre la Asociación Amalia Bembé, nos dijo que en ella se reúnen varios de los coleccionistas y melómanos de Bogotá y es lo mejor que le ha pasado en los últimos años. “Lo integran personas muy especiales, tenemos un grupo de WhatsApp en el que publicamos videos grabados desde el vinilo y con esto, todos los días aprendemos más de salsa. A algunos nos gusta la salsa vieja guardia, a otros el montuno, el guaguancó, la salsa romántica, la salsa colombiana, pero en todo prima el respeto sobre la música que cada uno tiene”, describe.

Sabemos que cada coleccionista o melómano siempre tiene un disco que busca y para Juan Carlos es el long play Montunos cubanos, de Arsenio Rodríguez. “Es un álbum muy escaso, difícil de conseguir y quienes lo tienen no lo venden, pero espero algún día conseguirlo”, asegura convencido.

Por último, nos contó sobre su otra pasión: el fútbol. “Desde 1996 con varios amigos tenemos un club de fútbol llamado Flamengo. Este deporte es otra de mis pasiones y mientras pueda jugarlo ahí estaré. Ahora mismo hago parte del equipo Amigos futbol club y con ellos entreno los miércoles y jugamos los fines de semana y soy hincha de Millonarios del alma”, concluye este hombre salsero de pura cepa.

@CeronBastidas

 

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