~por Efraín Rincón, de Shots de Ciencia.
Hoy les hablaremos del grupo de mamíferos más diverso después de los roedores: los murciélagos
También conocidos como «jardineros de la selva», los murciélagos son polinizadores de varias plantas; cerca de quinientas especies dependen de ellos. Además, llevan semillas de un lado a otro, lo que implica un trabajo importante para la regeneración de bosques. Sin mencionar que son excelentes controladores de plagas; el murciélago café (der.) puede comer hasta mil mosquitos en una hora.
Otra de las características interesantes de estos animales es la ecolocalización: comprender su entorno y ubicar alimentos mediante el ultrasonido y el eco (Más info. sobre audición y eco en este episodio de nuestro podcast). Esto ha implicado una transformación en la anatomía de su nariz y orejas.
Pero, sin lugar a dudas, la capacidad que tienen los murciélagos para vivir con virus sin tener problemas es fascinante. Virus como el Nipah, Hendra, los relacionados con el síndrome respiratorio agudo grave SARS-CoV, MERS-CoV y probablemente el nuevo SARS-CoV-2, responsable de la covid-19 y la actual pandemia. Entonces, ¿por qué un murciélago puede vivir con estos virus sin sufrir daños? Es decir, poder ser un reservorio de distintos agentes que en otro cuerpo estarían causando estragos como el que vivimos en la actualidad y en la historia de la humanidad. Es probable que una de las respuestas esté en su sistema inmune.
Esas líneas de defensa y redes de moléculas, células, asesinas naturales, linfocitos B y T, entre tantas, dispuestas a defender el organismo. Por ejemplo, las citoquinas, proteínas de señales que permiten regular los procesos de inflamación y básicamente llaman a células inmunológicas a que vayan a luchar contra la infección, parecen jugar un papel importante. Resulta que en algunas especies de murciélagos se ha encontrado que los interferones, un tipo de citoquinas que «interfieren» con la replicación viral, están siempre activos. Mientras que en los seres humanos solo se producen ante el estímulo de una infección.
Sin embargo, las citoquinas podrían volverse un problema para el organismo, pues procesos de inflamación excesivos también pueden resultar en daños al propio cuerpo. De hecho, eso es lo que se ha visto en ciertos pacientes con covid-19.
Cuando los niveles de citoquinas, que reclutan tropas de células inmunes, son tan desmedidos, al organismo le cuesta regresar a un equilibrio. Así se enfrenta a más procesos de inflamación o problemas de coagulación. El cuerpo es víctima de su propia defensa. Claro, en los murciélagos ocurre algo particular. Hay especies que han desarrollado formas de suprimir ciertas citoquinas inflamatorias. U otras donde se han encontrado mutaciones que disminuyen la actividad proteica y reducir la inflamación. Ahora, la posibilidad de volar le confiere a estos mamíferos más «ventajas». Cuando vuelan, su ritmo cardíaco es mayor a los 1.000 latidos por minuto y su temperatura corporal puede llegar a los 40 °C, aproximadamente. A un humano promedio le darían muy duro estas temperaturas. ¿Y qué tiene que ver en todo esto? Pues tal parece que incrementos en la temperatura y el metabolismo “mejoran y facilitan” la activación de la respuesta inmune. No menos importante, el gasto alto de energía para volar implica que se produzcan moléculas pequeñas y muy reactivas que son dañinas para los tejidos y hasta el ADN. De ahí que se haya visto ciertas adaptaciones en murciélagos para identificar y reparar daños en su info. Pura genética.
Conocer más sobre la fisiología de estos maravillosos animales y la manera en que ellos limitan la actividad viral en su organismo puede ser muy importante para la medicina, sobre todo entender principalmente cómo lidiar con los procesos de inflamación. La relación que tienen los murciélagos y los virus es de vieja data y muy estrecha; se han identificado más de 130 tipos de virus en murciélagos, que incluyen más de 60 virus zoonóticos peligrosos para seres humano.
Quiere decir que aquellos virus que saltaron entre especies y llegaron a organismos como los humanos, se enfrentan a un sistema inmune menos complejo que el de los murciélagos. ¿Qué ocurre con un cuerpo que no tiene un sistema inmune de esa magnitud y se enfrenta a un virus así?
Dirán que la vacuna es la bala de plata, pero no necesariamente. La solución está en la preservación de ecosistemas que han mantenido un equilibrio en la transmisión de gérmenes como los virus. Un equilibrio que es interrumpido por el ser humano. Que vivan los jardineros de la selva.
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