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La afirmación del Ministro del Interior Alfonso Prada de llamar a manifestaciones para apoyar la Reforma Tributaria de Petro va más allá de abrir un debate y genera pánico.
Detrás de una capucha, y haciéndose llamar oposición, echaron a perder 11 billones de la economía nacional en el primer semestre de 2021, casi al mismo nivel en que nos golpeó la pandemia en año inmediatamente anterior.
Le llamaron oposición al furor de la capucha, que bloqueaba ambulancias con bebés que no lograron llegar a los hospitales y nacer, que bloqueaba el oxígeno medicinal en las vías nacionales, y como si no tuviesen ningún sentido supervivencia y autoconservación, bloqueaban toneladas de alimentos que luego se pudrieron y derramaron miles de litros de leche en las carreteras; casi dejando en jaque a los empresarios y agricultores que con tanto esfuerzo salvaron al país de una emergencia alimentaria.
Resulta imposible negar lo que significó la capucha en las montañas colombianas. Pero de eso ya ni se habla, porque los encapuchados, los reclutadores de menores, hoy por hoy tienen curules directas, sin un solo voto, como un premio que se burla de las miles de victimas que dejaron, los niños enfilados que no han regresado, los secuestrados que nunca volvieron con sus familias.
También padecimos los que tienen el “alma encapuchada”, como la entonces concejal de Bogotá Susana Muhammad, que a través de un trino alentando a los encapuchados, decía que en las ambulancias se transportaban policías y terminó en la destrucción de 25 ambulancias, cayó parada, pues ahora fue premiada con el Ministerio de Ambiente.
Y cómo olvidar la tragedia en el Portal Américas, aquel punto del cual dependen más de un millón quinientos mil habitantes de nuestra ciudad, que fue entregado a la capucha de alias 19, responsable de torturar a ciudadanos que solo buscaban llegar a sus casas luego del trabajo, responsable de los cables atravesados que degollaron a otros más.
No podemos romantizar el crimen de los encapuchados, sus promotores y defensores políticos. No olvidemos que la alcaldesa de Bogotá en ese entonces acusaba a los Gustavos, Petro y Bolívar, como incitadores y mostraba varias denuncias de financiación a los que destrozaron Transmilenio, estaciones, buses, comercio; para que meses después, pasada la segunda vuelta, nos “sorprendiera” con un trinó que decía: “Por fin ganamos».
Ella ganó por mirar hacia el otro lado, también ganaron los encapuchados, pues el mismo Petro desde su discurso de posesión ha intentado empoderar a los miembros de la primera línea presos, solicitando su libertad, mientras el Ministro del Interior pide convocar nuevamente a las marchas, esta vez, para apoyar y defender la tributaria, con la que se asfixiará la economía formal, la que genera empleos, la misma que recibió el impacto del COVID y que padeció la capucha en el 2021.
¿Y los que incendiaron el país? dicen que esperan la orden, entonces… el año pasado ¿Quién dio la orden?.
Aún no se cumplen 100 días del gobierno de la capucha, y los encapuchados y ex encapuchados, son los únicos que hoy ‘viven sabroso’, desde una curul o desde la impunidad, desde un ministerio e incluso desde la ilegalidad son quienes han recibido el apoyo irrestricto de este gobierno.
Sí, porque cada anuncio que se hace desde Presidencia hasta los ministerios, deja claro que existen dos Colombias: una que se esconde en la ilegalidad, que encontró que incendiando y destruyendo el país, acechando a las instituciones y ensuciando su buen nombre puede lograr sus objetivos. Y la otra Colombia, esa que da la cara, que mira de frente y reúne a quienes todavía estamos dispuestos a perseverar, a construir, a plantear una oposición ciudadana sin capucha donde no se caigan los puentes, ni los ciudadanos estén sentenciados a caminar como ríos de gente por las calles, porque se incendió un bus o se destruyó una estación.
Esta Colombia Sin capucha reta al régimen en las calles, a través de una oposición ciudadana, bajo el lema de #YoProtejoMiPais, con un patriotismo desbordado dispuesto a enfrentar el autoritarismo y a derrotar la impunidad.
Quiero hacer un homenaje algunos líderes que en Bogotá y el país le han impreso el alma, corazón y sombrero a su patriotismo y cada semana, en los puentes de Bogotá, con la foto donde Petro y Bolívar hace un año incendiaban a Colombia, dicen No a la reforma tributaria; para recordarles a los colombianos que por mucho menos casi destruyen el país. Muchas gracias Juan David Gamba, Yamile Suárez, Iván López, Miguel Arroyo, María Consuelo Rivera, Magdalena Mojica, Juan José Lourido y tantos otros que se me escapan.
Salgamos este 26 de septiembre a la gran marcha de la Colombia que da la cara, esa que hace oposición sin capucha, la otra Colombia que dice #NOALaReformaTributaria.

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