El Metro de Medellín es hoy en día una de las empresas más admiradas por los colombianos. Empresarios, analistas financieros, periodistas, catedráticos y en general, todos los expertos, respaldan la buena reputación de la empresa. En contraste al vandalismo generalizado entre los usuarios de los sistemas de transporte masivo del país, la “Cultura Metro” ha logrado meterse en todos los ámbitos de la sociedad paisa, altiva, orgullosa de otra cuenta en el extenso rosario de logros que han alcanzado como sociedad. Pero no siempre ha sido fácil para esta compañía y la situación que actualmente goza dista mucho del difícil arranque que tuvo.
Fue una amarga celebración, la inauguración de la que es hoy en día una de las empresas más admiradas del país. El 30 de noviembre de 1995, con más de siete años de retraso y sobrecostos que superaron los $1.170 millones de dólares (más del doble de tiempo y del costo inicialmente proyectados), se inauguró la primera línea del Metro de Medellín. La cinta fue cortada por el Presidente de la República Ernesto Samper Pizano, el Gobernador de Antioquia Álvaro Uribe Vélez y el Alcalde de Medellín Sergio Naranjo Pérez. La banderilla que coronaría el mal comienzo estuvo a cargo del escándalo de corrupción que estallaría un año después por cuenta de una publicación del diario El Mundo de España la cual afirmó que Enrique Sarasola, amigo personal del presidente de España de la época, Felipe González, cobraría 22,5 millones de dólares por la gestión realizada ante el gobierno de Belisario Betancur para que le fuera adjudicada la obra al consorcio hispano-alemán Metromed: según el mismo diario, los sobornos ascendieron hasta 45 millones de dólares.
El camino que se ha recorrido desde ese oscuro prefacio de la historia del Metro de Medellín hasta llegar a la organización que es hoy en día, no ha estado exento de contratiempos adicionales por el interés que despierta el patrimonio público entre los codiciosos políticos que han rondado a la institución. Por otro lado, la fuerza del Metro de Medellín siempre ha estado en sus entrañas y el liderazgo de un gerente (Ramiro Márquez Ramírez) quien por quince años (2001-2015) se embarcó en una estrategia de reputación construida desde adentro, asociada a un cuidadoso entramado de relaciones entre los funcionarios y la ciudadanía, donde el ejemplo ha sido la regla. Esta experiencia le da esperanzas a entidades como Reficar que hoy está tratando de recoger los pedazos que queden de la bacanal enervada por medios de comunicación acostumbrados a alimentar una sociedad que le gusta aullar con rabia desde la tribuna.
La llegada de Amaury de la Espriella es un paso en esa dirección: el funcionario transfiere su propia reputación a la entidad y envía un mensaje a los funcionarios de la Refinería de Cartagena que hoy, avergonzados, cambian su camisa antes de salir a la calle por miedo a las agresiones de personas azuzadas por el circo mediático. La tarea no es pequeña y demandará de tiempo y consistencia implementar una nueva conversación en la empresa, que rescate el orgullo, el aporte de Reficar a Colombia y el talento del que está compuesta la refinería. De ser exitoso este esfuerzo, el servicio que le prestará al país será de enorme valor, para una nación acostumbrada a fracasar y que está urgida de que sus grandes proyectos se materialicen.
Al país no le sirve de nada quedarse en discursos indignados que terminen de barrer hasta las cenizas de una empresa que tiene todo el potencial para ser un orgullo nacional. Poco aporta a la lucha contra la corrupción que políticos (poco transparentes) llenen sus caudales de votos bajo la antigua diatriba de la indignación. El testimonio del Metro de Medellín abre una ventana de esperanza y traza un camino (largo, tortuoso, pero posible) para que la Refinería de Cartagena se convierta con el tiempo en una de las empresas más admiradas del país. El Metro de Medellín es otra demostración viviente de que no es verdad que “un árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza”.
y como ya pasaron mas de 25 años pues prescribio cualquier accion de orden juridico , entonces ese sobornito quedo limpio a traves del tiempo, tal como se han lavado las grandes fortunas colombianas¿cierto sr uribe? pero como hoy en dia , si se persegue ese delito, pues alguien inteligente aclaro que esa platica era de todos los colombianos, por ende el pueblo esta mas presente y protesta con vehemencia al robo.y condena tambien con energia…
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Sr Pauselo, las comparaciones se hacen en igualdad de condiciones, Nueva York y Moscu son metropolis de paises desarrollados, mientras que medellin comparado con esas ciudades, es un pueblo grande de un pais subdesarrollado. Busquese un pueblo similar con metro, y ahi si , haga la comparacion con medellin.
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83 años, el plazo para que la empresa metro pague la deuda a la nación, o sea una deuda impagable, impuesta por Alvaro Uribe Vélez en el 2004, todos estamos contribuyendo para que medallo tenga metro, cuídenlo y dejen esa alharaca de independizarse.
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Sr. Arteaga, deje de mentir descaradamente. En Bogotá no envidiamos ni el metro a Medellín ni nada de allá. Falso totalmente, injurioso y ofensivo, usted ha estudiado y trabajado tanto para decir semejante burrada? No hay derecho. En primer lugar, porque cualquier persona inteligente (no usted) entiende que son dos ciudades y contextos diferentes, y que lo que pase en una no necesariamente es ejemplo de la otra, en Bogotá la poca plata que nos dejan los corruptos se ha usado para atender a los millones de desplazados que nos han llegado, por eso los indicadores de salud y educación y atención a la pobreza en Bogotá son superiores a los del resto del país. En segundo lugar, porque envidiar no sirve de nada, lo que cuenta es entender la realidad para intentar modificarla. En Bogotá hemos sufrido unos desgobiernos totales, culpa de nosotros, y circunstancias diversas que han hecho que no tengamos metro, lo que sigue es elegir de manera adecuada al próximo alcalde para que al fin ese anhelo de la ciudad se lleve a cabo. Aprender de la experiencia de otras ciudades es útil, pero no necesariamente para copiar. Finalmente, hable lo que quiera de Medellín, eso no me incumbe, pero respete a los bogotanos, y si no puede hacerlo al menos no mienta.
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Buenos días Jaime. Buen artículo. Algo que a los amigos de Medellín se les olvida es que el Metro fue construido con dineros de toda la nación y no de ellos; lo cual les hace creer que fueron ellos solos los que hicieron todo posible sin la ayuda de nadie como acostumbran decirlo.
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Jaime: Decir que en Bogotá «envidiamos el metro» es generar más regionalismos, que tanto daño le han hecho a éste país. Yo lo conozco y no lo envidió. Envidió el de Nueva York, el de Moscú.
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Buenos días. No todos los paisas son sicarios ni todos los rolos son vándalos. Es bueno recordar la historia. Hubo mucha corrupción en la construcción del metro… pero si estaban samper y uribe que más se podía esperar?
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CUAL VANDALISMO ? EN QUE PARTE DEL METRO.? YO USO EL METRO Y NO TIENE NI UNA SOLA RAYA ..CREO MAS BIEN QUE ESTAN TRATANDO DE DESACREDITARLO MAS POR ENVIDIA QUE POR OTRA COSA .
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No hay punto de comparación ya que son cosas distintas, el Metro de Medellín demoró más su construcción fue porque el gobierno central en su ceguera le impuso desde el principio trabas para la construcción y creó nuevos impuestos que ralentizaron la construcción y el ingreso de los trenes a Colombia, para la muestra un botón «Cuanto duraron guardados los vagones del Metro a la espera de que el gobierno fijara los nuevos impuestos?»
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Apreciado Gilberto, primero que todo muchas gracias por leer el blog. Tiene razón en que las condiciones iniciales tienen diferencias, aunque los efectos en las reputación de las entidades quedó muy afectada. Mi intención es demostrar que el Metro de Medellín es un ejemplo de cómo se sale adelante y de buena gestión de reputación que se debe seguir. Muchas gracias, Jaime
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Señor Jaime Arteaga, una cosa es que la empresa tenga FUTURO como el Metro de Medellín y muchas de las empresas de economía mixta que han sido victimas de la corrupción por parte de nuestra nefasta case política. Pero lo que si debe cambiar es que por lo menos las RATAS de cuello Blanco que al parecer usted justifica o defiende se pudran en la carcel pagando con su patrimonio el daño que le han hecho al País.
Por último, Colombia es una Nación la cual no está acostumbrado a FRACASAR, Usted está muy equivocado, tal vez el FRACASADO es usted justificando la CORRUPCION.
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Apreciado Luis Fernando. Primero que todo, muchas gracias por tomarse el tiempo de leer y comentar el blog. Por favor no crea que justifico la corrupción: es el peor mal que sufre nuestro país. Hay que castigarlo y perseguirlo. Por otro lado la bandera anticorrupción ha sido aprovechada por muchos líderes políticos y de medios de comunicación, haciendo condenas públicas pero sin importarles la larga estela de bienes públicos que dejan destruidos a su paso. Guajira, Chocó y Buenaventura, y otros sitios son ejemplos de escándalos anticorrupción que no han corregido nada. Lo que trato de proponer es que, independiente de las condenas e investigaciones (que deben hacerse) incluso la lucha contra la corrupción tiene que buscar construir un mejor futuro, no amarrarnos a un pasado. Nuevamente gracias.
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