Imaginemos que en un saque de esquina la pelota, accidentalmente, golpea en la espalda de un jugador y cruza la línea de gol. ¿Qué pensaríamos normalmente de una situación así?, que ha sido solo eso, un accidente que le ha ayudado a un equipo a marcar un tanto.
Ahora bien, si el equipo contrario, que está ahora abajo en el marcador está listado en Bolsa, ¿qué podría pasar? Pues esta respuesta ya se puede cuantificar. En abril de este año, la Juventus de Turín perdió su partido de cuartos de final contra el Ajax de Holanda y quedó eliminado de la Liga de Campeones. Perdió cerca de 385 millones de euros (1.38 billones de pesos colombianos) en los dos días siguientes en el parqué de Milán.
Esta es una afirmación muy superficial, pero cada uno de los dos goles que marcó el Ajax a la Juventus en ese 16 de abril costó unos 192,5 millones de euros.
¿En qué momento pasamos de ser aficionados a inversores? Cómo el fútbol se ha transformado de una pasión a una intensa puja de dinero que puede dejar a cualquiera en bancarrota en 90 minutos. La respuesta no la tengo, pero lo cierto es que la dinámica parece no detenerse.
Aquí se puede ver lo que pasó la Juventus ese día, el punto máximo lo alcanzó antes del partido contra el Ajax. El 16 de abril, cuando alcanzó su precio más alto desde que está listada la acción, 1,70 euros por título. Dos días después, esto pasó:
Pero el caso de Juventus no es el único, actualmente hay una veintena de equipos que están listados en Bolsa y que fluctúan ante la aparente incertidumbre de un gol. Equipos de Holanda, Inglaterra, Turquía, entre otros, hacen parte de este grupo de clubes que han convertido a sus abonados en inversores.
Esto va más allá
Incluso existe un índice que aglutina a 22 de estos equipos, es el STOXX Europe Football (FCTP) y es bastante rentable. En lo que va de 2019, la rentabilidad sobre este índice es de 14,01%.
Y esto es suficiente para hacer pensar a algunos, pues índices como el Ibex35 de la BME (Bolsas y Mercados Españoles) tiene un rendimiento del 9,8% y solo poco más de cuatro puntos menos que lo que renta el Dow Jones de Industriales en la la Bolsa de Valores de Nueva York.
Ahora bien, de algún lugar tiene que salir el dinero para que, cada temporada, veamos cómo se inflan lo sueldos de los jugadores y los precios de los fichajes. La escalada del fútbol moderno se sustenta con euros y se necesitan muchos.
La sostenibilidad de este sistema es, tal vez lo más criticable, porque al final juega sobre un terreno que no conocemos del todo. Por ejemplo, bajan las acciones con la lesión de un jugador, ¿es esto equiparable con el despido de un CEO en una de las listadas en Nasdaq?
Si el rumor de la venta de la estrella del equipo volatiliza la cotización durante unos días para beneficiar a algunos interesados (hecho que sucede en el mercado continuo de muchos países), ¿lo entendemos dentro de los “avatares” del deporte o lo calificamos como lo que es, un fraude?
Hasta dónde el deporte y hasta dónde la Bolsa. La profesionalización del mercado de capitales y la recuperación de la confianza que busca este sector desde hace más de una década (tras el último crack) quedará a la suerte de un rebote de cabeza entre dos defensores y una línea de gol…
Hay más
No entra en el debate la discusión del manejo de las empresas deportivas, que si bien se conforman de uno o muchos dueños o en estos casos tienen participaciones democratizadas. Pero sí deja muchas dudas esto de sostener a base de pasión lo que cuesta euros constantes y sonantes.
¿Vemos otro ejemplo? Pensemos en el mercado de fichajes que se abre en Europa a finales de junio y principios de julio. Tomaremos como base las acciones de uno de los equipos más valorados del mundo, Manchester United, que cotiza en la Bolsa de Valores de Nueva York (nada más y nada menos)
Creo que está claro el mensaje, así se dispara la negociación cuando empieza a introducirse una nueva variable que genera expectativas en el mercado.
La especulación en el fútbol no es nueva, el fenómeno (problema) de las apuestas deportivas está ahí. Este ejemplo sobre el manejo de acciones de unos equipos es solo una demostración más de cómo se lleva una pasión al plano cuantitativo.
En el centro quedamos los hinchas. Ya lo decía el escritor uruguayo Eduardo Galeano en su libro Fútbol a Sol y Sombra, “mientras dura la misa pagana (juego), el hincha es muchos. Con miles de devotos comparte la idea de que somos los mejores, todos los árbitros están vendidos y todos los rivales son tramposos”. Ahora bien, lo que no nos queda claro ahora es si el rival está ahí, en el 11 contra 11, o en el parqué al día siguiente.
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