La semana pasada, un tatuador de Estados Unidos subió una foto a su cuenta de Instagram (@MistahMetro7) en la que mostraba a su perra –una pitbull- en un estado de inconsciencia y con un tatuaje recién hecho. El mensaje del orgulloso dueño y tatuador decía: “Una de las razones por las que mi perra es más colorida que la de ustedes”. Y aunque Alexander Avgerakis afirmó haber tenido el permiso de su veterinario para hacer el tatuaje aprovechando la anestesia que tenía mientras se le practicaba una intervención quirúrgica a su mascota, ha recibido fuertes críticas de los defensores de animales.
Han sido tantos los comentarios e incluso las amenazas, que Alexander renunció a la tienda de tatuajes Red Legged Devil donde trabajaba por miedo de sufrir alguna represalia, según contó Chris Torres (dueño del estudio) al New York Post. Incluso, Torres trata de defender a su empleado al decir que “él no es ningún abusador de animales. Gastó miles de dólares para mantener con vida a su perra. Tenía un tumor en el bazo. Y tú no llevas a que le quiten el bazo a tu perra si no te importara”.
Pero así como la lleva para que le quiten el tumor, Alexander Avgerakis debió pensar en las consecuencias de lo que estaba haciendo. Sin importar que su pitbull estuviera con anestesia, él y quienes tenemos tatuajes, sabemos que el dolor no es solo al momento de hacerse el tatuaje sino que este sigue doliendo, rascando y picando en las siguientes dos semanas aproximadamente. Así que Zion –como se llama la pitbull-, debe estar sufriendo en este momento.
Lo más absurdo es que esto no es ilegal en Estados Unidos porque allá existe el permiso de tatuar a las mascotas con el único propósito de identificarlos en caso de que se pierdan, según explica The Huffington Post. Por ejemplo, organizaciones como National Dog Regystry o Personas a Favor del Trato Ético Hacia los Animales (PETA por sus siglas en inglés) invitan a inscribir a los perros en el Registro Nacional Canino por medio de un microchip o un tatuaje. En este caso, tatúan la parte interna de la oreja del animal con un número de serie el cual está registrado en una base de datos con la información de su dueño.
Y como si fuera poco, este no es el único caso de un salvaje que tatúa a su mascota por diversión. De hecho, en 2009 se dio una especie de boom en Rusia en donde las personas tatuaban a sus gatos. Uno de los casos más famosos fue el de Oksana Popova quien llevó a su gata a un estudio de tatuajes para que le hicieran el mismo diseño que ella tenía tatuado en su cuerpo: una figura de Tutankamon.
Otro caso similar al de Alexander, es el de Ernesto Rodríguez quien es también tatuador en Estados Unidos y que el año pasado decidió tatuar el vientre de sus dos perros para poderlos identificar según contó en su momento a CNN. El problema es que el vientre es una zona muy sensible en donde la curación seguro será muy dolorosa y además que el tamaño del tatuaje era muy grande.
Y más allá de perros y gatos, en el año 2011 se registraron casos de peces loros que eran tatuados con láser y vendidos en varias ciudades de China. Según la agencia de noticias EFE “Los vendedores aseguran que la moda de tatuar peces se inició en Taiwán y fue importada hace unos años a China, donde se hizo popular a raíz de una creencia que identifica al pez con la prosperidad, porque su pronunciación se asemeja en chino”.
Ahora, si a usted le gustan mucho los tatuajes y le parece muy bonito cómo se ven, hágase un tatuaje en su cuerpo, sienta el dolor y vea cómo es el proceso de sanación en vez de someter a su mascota, que tanto dice querer, a un sufrimiento innecesario.
@ricardoduranv
http://tatuajesyperiodismo.com/
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