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La última semana, cogí mi cámara y decidí documentar dónde he vivido en los últimos dos meses. Es difícil argumentar que Bogotá tiene un paisaje bonito, pues su belleza viene de su gente. Vivir y trabajar aquí me ha permitido estar inmerso en su cultura y entender completamente lo que le da vida a la ciudad. Aparte de la gente, es una ciudad de contrastes llamativos. El clima nunca es el mismo por más de diez minutos, un minuto llueve y el próximo está soleado. En un momento estás en la cima de Monserrate donde el único sonido que puedes oír es el del sacerdote de la iglesia. En el otro, tienes tus dedos en tus orejas intentando bloquear los chillidos del tráfico en la calle.

El contraste más notable es que dos días aquí nunca son lo mismo. Un día vemos la rutina constante y pulsante que junta la ciudad capital. Vemos a la gente que trabaja en las tiendas, por las calles y en la estación de Policía. Cualquier persona que vive aquí sabe del estrés de la congestión y del viaje hacia el trabajo, está familiarizado con la imagen emblemática de Bogotá: el hombre que corre entre el tráfico para saltar al autobús que nunca se detiene.

Al otro día, la ciudad rompe su rutina. Fui afortunado de asistir a la gran marcha estudiantil por la educación el 10 de octubre, observé el poder de unas personas unidas. Notablemente nublado, el día fue como muchos aquí en Bogotá, sin embargo, no se siente menos lleno de vida. Ya sea que sus opiniones políticas estén alineadas o no con los motivos de los estudiantes, es imposible negar la increíble escena de tanta gente caminando junta por una causa. Desde las mujeres que alientan desde sus ventanas hasta las personas que agitan sus banderas desde los puentes sobre la avenida Caracas, todos comprenden la profundidad de este momento. Lo que algunos podrían ver como desorden, otros podrían verlo como un momento raro de unas personas perfectamente sincronizadas entre sí. Por lo tanto, durante dos días y de dos maneras totalmente diferentes, somos testigos del poder de esta ciudad caótica y palpitante.

 

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