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En la vida nada está definido, el azar es el condimento del día a día. De un momento a otro, algo que dábamos por sentado puede que cambie o se evapore y algo con lo que no contábamos puede llegar a nuestra vida, seguramente, para mostrarnos lo que debemos aprender. Muchos de ustedes se estarán preguntando ¿por qué tanta trascendencia en un blog dedicado al marketing? Pues bien, este blog es el reflejo, en muchas ocasiones, de lo que me pasa como profesional y como ser humano también. Y hago esta reflexión porque en las últimas semanas he visto cambios importantes en nuestra compañía. Algunos clientes que ansiábamos tener desde hace años han llegado por fin a ser parte de nuestro portafolio, y otros clientes que estuvieron años con nosotros han decidido explorar otras alternativas en el mercado. No siempre estos sucesos dependen de mí ni de mi equipo. La corporación para la que trabajo genera dinámicas globales y, de igual manera, nosotros en las regiones, en mi caso Latinoamérica, generamos también otras dinámicas que se integran y nos permiten ser un holding de impacto en todos los continentes en el sector del marketing y de los medios.

Tanto en el caso de la euforia y el entusiasmo cuando recibimos cuentas nuevas, como cuando se asoma la incertidumbre en el caso contrario, debemos asumir las causas y los efectos con todos los sentidos. Las dos caras de esta misma moneda son parte de los ciclos comerciales de cualquier empresa, pero no siempre estamos muy seguros de cómo navegar las situaciones, sobre todo, en lo que se refiere a la gestión del talento. Y quisiera compartir con ustedes algunas de las reflexiones que he tenido estos días conversando con los equipos y conversándolo también en casa porque en los espacios en donde nos podemos mostrar más vulnerables, es donde generalmente afloran más las ideas.

De esta manera, creé una línea de procesos, o también lo podemos llamarlo ritual, con el cual quisiera abrir o cerrar ciclos en el entorno corporativo:

  1. Entender la situación: una vez la noticia es un hecho, debo tener claridad sobre las implicaciones inmediatas desde los puntos de vista financieros, reputacionales e impacto en los equipos. Tanto en el caso de recibir un nuevo cliente o dejarlo ir. Estos son aspectos que deben estar claramente mapeados y entendidos bajo todas sus aristas.
  2. Control emocional: en cualquiera de las dos circunstancias el control emocional es fundamental. Tanto la euforia de una ganancia, como la tristeza por perder una marca, tienen que ser neutralizadas con cabeza fría. En el primer escenario la alegría de vivir una ganancia nos debe permitir hacer los ajustes necesarios sin dejarnos obnubilar, y preparar el inicio del proyecto para que sea organizado, riguroso y muy cercano a los requerimientos del cliente. En el caso contrario, tampoco nos podemos dejar llevar por el estrés o la tristeza. Aunque son emociones inevitables, debemos encontrar un balance con positivismo que nos permiten sacar rápidamente la cabeza y empezar a ver nuevas opciones que amortigüen los daños colaterales.
  3. ¡Acción!: frente a ningún caso la quietud y la espera son la respuesta. Al contrario. Con la hoja de ruta sobre la mesa debemos empezar a trabajar.
  4. Evaluación y aprendizajes: nunca, ninguna situación de impacto para las empresas debe pasar desapercibida. La evaluación de aprendizajes y de acciones que se deben replicar en el futuro porque nos salieron bien, son fundamentales para acelerar el crecimiento de la compañía y para no caer en los mismos errores.

Unos ciclos son más largos que otros, en ellos se gana y se pierde y no hay nada escrito, pero lo que sí está claro es que ganar y perder deja huella no solo en quien vive esas circunstancias, sino que también impacta círculos cercanos, comunidades enteras y a veces, sin que nos enteremos, tienen repercusiones globales.

 

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