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La cuarta temporada de The Crown llega a los años 80 y nos presenta a dos mujeres que irrumpieron en el Palacio de Buckingham y dieron mucho de qué hablar.
Aunque la reina Isabel II siga siendo la protagonista de esta historia, en esta cuarta temporada la vemos en un segundo plano. Y esto está claramente justificado si nos ubicamos en la época en la que se desarrolla esta nueva entrega.
Y es que en los años 80 del siglo XX la reina Isabel ya pasaba de los 50 años, llevaba 40 años siendo monarca y para entonces la atención de los medios empezaba a enfocarse en los más jóvenes de la familia real, sus hijos. Esta atención sobre todo cayó en el príncipe Carlos, quien ya tenía 30 años y era uno de los solteros más codiciados del momento, todo el mundo, hasta su familia, estaba muy pendiente de que consiguiera una esposa, pues como futuro rey de Inglaterra era hora que se estableciera y formara una familia para algún día asumir este cargo. Han pasado 40 años y ese destino aún no se ha cumplido y creo que no se cumplirá.
Es así como entra en escena Diana Spencer, una de las víctimas de la corona más reseñada y asediada por los medios y revistas del corazón. En esta temporada vemos cómo Diana y Carlos se conocen, se “enamoran” o “lo que eso signifique”, cómo lo dijo el príncipe en el anuncio de su matrimonio cuando uno de los periodistas les preguntan si están enamorados. Rápidamente la serie nos dejará ver cómo la joven de 18 años, carismática y encantadora se convierte en un manojo de nervios y una mujer infeliz en un matrimonio que no resultó ser lo que ella esperaba.
Así mismo, el otro personaje femenino con mucha fuerza y presencia en esta temporada de The Crown es la dama de hierro, Margaret Thatcher, la primera mujer en ser Primera Ministra de Inglaterra. De hecho, la serie inicia anunciando el nombramiento de Thatcher; en ese primer capítulo veremos la primera audiencia entre reina y ministra y desde ahí seremos testigos de la tensionante relación que sostuvieron estas dos mujeres a cargo de uno de los países más importantes del mundo.
De nuevo, The Crown brilla por su excelente elenco y la incorporación de Gillian Anderson como Thatcher y Emma Corrin en el personaje de Diana Spencer, tremendas actuaciones e interpretaciones de las que somos testigos al ver la serie. Tanto Corrin como Anderson se comprometen con sus personajes y logran un parecido impresionante con las mujeres que representan, y no solo por la indumentaria de vestuario y transformación física, que por supuesto ayudan, sino también por la adopción de gestos, tonos de voz, posturas, movimientos del cuerpo y sensibilidades que incorporan en sus actuaciones.
Del reparto que llegamos a conocer en la tercera temporada vemos a una Olivia Colman genial cómo siempre, pero más cómoda con el personaje y más apropiada de la época que está viviendo la reina en ese momento, de igual forma Helana Bonham Carter; aunque nos queda faltando más de ella, está genial en su declive y pérdida de sentido. Quien sigue sorprendiendo es el joven Josh O’Connor con su personaje del príncipe de Gales, en la producción vemos cómo la frustración y la impotencia de no poder hacer y estar con quien realmente quiere va in crescendo dándonos explosiones de carácter que son una delicia.
Y es que en definitiva lo mejor que tiene la serie es el elenco de grandes actores que han decidido meterse en la piel de los miembros de la familia real británica.
Finalmente, The Crown sigue siendo la joya de la corona de Netflix, una de las series más consistentes en el momento, con muy buenas temporadas y una historia que nos sigue causando curiosidad y de la que queremos saber cada vez más.
¿Dónde verla? En Netflix
Temporada: 4
Duración: 10 capítulos de una hora cada uno
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