Immiland es la tierra de inmigrantes, donde cabemos todos, independientemente de cómo somos y de dónde venimos. Es el lugar, donde trabajamos como equipo, para hacer realidad los sueños de muchas personas, sueños que algún día nosotros también tuvimos. 

 

Así concluye la tercera parte de esta historia, para darles la bienvenida a la etapa de mi vida, donde poco a poco fui cimentando las bases de lo que hoy en día es Immiland. 

 

Estudiar mi maestría en Canadá fue un reto, tanto mental, como económico y físico. Fue una inversión enorme, la cual honestamente pensé que no sería capaz de cubrir por mi propia cuenta, trabajando como mesera, limpiando baños, haciendo doble turno en restaurantes, cocinando, etc. 

Físicamente, el cansancio que sentía en ese momento es indescriptible. Estudié tanto para ese máster, porque no solo era sacarlo adelante, era hacerlo en inglés y francés. Tenía que memorizar términos legales que jamás había escuchado en estos dos idiomas antes. Sin embargo, entre trabajo y estudio, acepté con humildad mi destino y me dediqué 100% a mis metas; dejando atrás lo malo, y disfrutando mi nueva vida, como nunca antes.

Hacer ese máster me demostró que no hay límites para lo que puedo lograr, me otorgó el privilegio de decir que soy abogada certificada en Canadá, inspirando y ayudando a muchas personas a cumplir sus sueños. Desde ese momento, la palabra imposible, salió de mi cabeza.

En el camino conocí personas hermosas que hoy siguen siendo mis amigos, encontré al amor de mi vida; el hombre que hoy es mi esposo y compañero de esta gran aventura, el padre de mis dos hijos. Esa es la vida, un va y ven de situaciones que siempre nos llevan al lugar y con las personas que estamos destinados a estar.

Esa misma vida me ha puesto a prueba muchas veces, como por ejemplo, cuando cerraron en mi cara, puertas llenas de oportunidades, por no tener experiencia; ni en mi campo, ni en oficios de primera línea. El impulsó que necesité para crear mi propia empresa

Casi 4 años atrás, comenzó este sueño, llamado Immiland; con un pequeño escritorio desde mi casa, donde lo hacía todo yo misma: mercadeo, videos y edición para mi canal de Youtube, responder correos, hacer las aplicaciones de visa, consultas migratorias con clientes, en fin, una locura para mí sola. 

Tras año y medio de trabajo duro, Immiland comenzó a crecer. El crecimiento fue enorme e incluso inesperado, así que me vi obligada a buscar un lugar para mí y mi ayudante, solo no podía más. Salí de ese pequeño escritorio directo a inaugurar mi propia oficina, lo cual ha sido uno de los logros más grandes de mi vida.

 

 

 

Hoy Immiland cuenta con una sede en Bogotá – Colombia, en Canadá, y somos un equipo de 60 personas. No sé en qué momento dejamos de ser dos, y pasamos a ser 13, para luego convertirnos en 30, y de 30 en 60 empleados, ¡al servicio de nuestros clientes! 

Un sueño hecho realidad, profesionalismo puro reflejado en sonrisas, devoción al cliente, pasión por la perfección, dedicación a mejorar y humildad por aprender. Eso es lo que veo día a día, en los trabajadores que me acompañan y que depositaron su confianza en una empresa joven, dirigida por una mujer. 

Entre 2021 y 2022 creamos servicios que nunca habría creído posibles hace unos años: Immigration, Education, Translation, Recruitment y Settlement. Llegamos a acuerdos con empresas que nunca imaginé que querrían trabajar con Immiland, ¡pero lo hicieron! Registramos a más de 600 estudiantes en collages y universidades, dimos más de 3000 consultas migratorias, representamos a más de 500 personas en aplicaciones sobre visados y le cambiamos la vida a cientos de personas. 

Por eso, hoy con el corazón en la mano digo:’’gracias, Canadá, gracias por haberme permitido quedarme y por haber abierto las puertas de tan grandioso país, gracias a los que me leen, me siguen, gracias a los Immilanders de corazón’’

 

Por Laura Urrego de Immiland

 

 

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