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🎵 Si del cielo te caen limones, aprende hacer limonada 🎵, dice la canción que me hace recordar cómo pasé de vender limonadas a ser la CEO de Immiland, Tierra de Inmigrantes ¡Bienvenidos! 

 

Hace 7 años dejé Venezuela, empaqué mi vida dentro de una maleta de 23 kg y emprendí esta aventura. Una aventura llena de sacrificios y momentos muy duros, pero, definitivamente, la experiencia más maravillosa. 

Hice esa maleta sin saber que no volvería a mi país, no me despedí como hubiera deseado de personas que quiero, pensando que las iba a volver a ver. Sin saberlo, llegaría a un nuevo país, que se convertiría en mi nuevo hogar y en el que escribiría mi historia y la de muchas más personas. 

Todo este recorrido ha estado lleno de altibajos, sin duda alguna, los bajos, han forjado la mujer que soy. 

Repasar mi historia, me hace ver las cosas que he logrado, y cómo mi vida ha cambiado. Como ser humano, profesional y jefa, estoy logrando lo que alguna vez soñé: ser inspiración para muchos, ser fuente de ingreso para decenas de familias y crear mi propia versión de feminismo apoyando a mujeres talentosas a que tengan su propia luz. 

 

Pero, ¿cuáles han sido esos altibajos? 

En uno de mis primeros trabajos, no me querían contratar por falta de experiencia. Contra todo pronóstico logré entrar como mesera, cocinera y haciendo limpieza. Al cabo de los días, le propuse a la dueña del restaurante, que vendiéramos agua panela con limón. Si la conocen, ¡saben lo deliciosa y refrescante que es!, así que estarán de acuerdo conmigo, de que era una gran idea. 

A pesar de que me dejó intentarlo sin estar muy convencida, fui a Walmart, compré una hermosa jarra de cristal, puse en marcha mi idea y, ¿qué creen? ¡FUE TODO UN ÉXITO! 

Con este nuevo producto; apetecido por los clientes y muy rentable para su negocio, llegó el día de recibir el pago y un golpe bajo. Hizo, lo que un jefe jamás debería hacer; me cobró cada vaso de agua panela que tomé para acompañar mi almuerzo (vigilados y contados a través de una cámara) y créanme, 30 dólares en la situación que vivía en ese momento, lo eran todo para mí y por supuesto mi dignidad lo es. Renuncié y ella se quedó con la idea.

 

 

Tras ese golpe y después de un tiempo, me preparé para uno de mis mayores deseos: ir a la universidad de McGill para convertirme en abogada en Canadá. Pero, como se los dije antes: ‘’una cosa es lo que uno cree que va a vivir y otra la realidad’’: apliqué dos veces y la respuesta en ambas ocasiones fue negativa. 

En medio de esa frustración, siguiendo con mi carrera en otra institución y aceptando mi destino, la vida tenía un mensaje para mí. Sin esperarlo e imaginarlo, Mcgill y yo teníamos que encontrarnos de alguna manera. Esa universidad, tan anhelada por mí, fue el lugar que me asignaron para hacer mis exámenes de homologación a la carrera que hice en Venezuela. Lo logré, sonreí al cielo y entendí que a veces tiene que ser así. 

Buscando trabajo, nadie me quería contratar, ni en mi campo, ni como mesera, niñera, bar tender, en nada. Ningún jefe me quería, por falta de experiencia. Esto hacía que me preguntará una y otra vez: ‘’entonces, ¿para qué soy buena?’’

Graduada de consultora de migración, apliqué a varias firmas de abogados, no se imaginan la cantidad de aplicaciones que realicé, pero desafortunadamente ningún consultor, ni canadiense, ni latino, ni chino, me contrató. Todos dejaban de responder y no me daban razón de lo sucedido.

 

 

Sin darme cuenta, fue gracias a esto que me vi en la necesidad de abrir mi propia empresa, la que tengo hoy en día, y la que me permite ayudar a tantas personas de todo el mundo a venir a Canadá de forma legal, como tiene que ser. 

Con la convicción de que conseguiría mis sueños e Immiland sería todo lo que un día soñé; decidí basada en mis propios tropiezos, que siempre que tuviera la oportunidad de contratar a alguien sin experiencia para trabajar conmigo, lo iba a hacer.

Y, ¿qué es Immiland? Immiland, es la Tierra de Inmigrantes donde cabemos todos, independientemente de cómo somos y de dónde venimos. Es el lugar, donde trabajamos como equipo, para hacer realidad los sueños de muchas personas, sueños que algún día nosotros también tuvimos. 

Por Laura Urrego de Immiland

 

Si te perdiste la primera y segunda parte de esta historia, dale en »leer más» y no te pierdas ningún detalle de esta aventura.

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