Desde hace mucho tiempo había tenido el deseo de salir de Venezuela, y experimentar una nueva vida en otro lugar. Mi país ha pasado por tantas situaciones políticas, bastante complejas a lo largo de muchos años, que me impulsaron a dejarlo atrás. 

 

Después de mucho investigar, encontré en Canadá el destino que quería, pero hacerlo a través de estudios requería una inversión gigantesca que me hacía dudar, además de la ambigüedad del proceso, donde debía demostrar arraigo con los bienes que tenía en mi país, pero los cuales debía vender si quería reunir todo el dinero que el proceso demandaba.

 

Por cosas de la vida, encontré a Eddy. Escucharla y verla a través de sus videos, me hizo conectar inmediatamente con su historia, sin saber que la mía no solo se cruzaría con la de ella, sino también con un viejo conocido. 

 

Eddy al igual que yo, y miles de venezolanos, se vio afectada por el rumbo que tomó nuestro país. Verla desahuciada, como ella misma decía, intentando salir a flote y lograrlo, hizo que me sintiera representada e inspirada a buscar una vida mejor.

 

Mi nombre es Neidy Uribe, soy cocinera venezolana, vivo en Montreal, Canadá y esta es mi historia ¡Bienvenidos! 

 

Un día, después de haber explorado varias provincias y haber decidido que estudiar era el camino, encontré una oferta de trabajo como cocinera en Montreal desde la cuenta de Immiland, empresa migratoria que Eddy fundó. Cuando vi que era para cocina, algo vibro en mí y supe inmediatamente que debía intentarlo. Entonces, decidí enviar mi currículum, a pesar de que no cumplía con todos los requisitos, como el del idioma y otros tantos; más el hecho de no conocer muy bien el modelo canadiense, pero, ¿qué era lo peor que podía pasar? Me preguntaba a mí misma, así que lo envié de todas formas.

Al día siguiente veo en mi teléfono una burbujita roja en el Messenger, era el mensaje de un chef con el que yo había trabajado hace mucho tiempo. Después de saludarnos y en medio de la conversación, me dice (a manera de resumen):’’estoy en Canadá, llevo 11 años aquí, hace cinco tengo un restaurant y en estos momentos, tu curriculum está en mis manos, Immiland me lo hizo llegar’’. 

Fueron muchos años sin saber de él, no teníamos contacto desde ese restaurante en el que trabajamos, nos conocimos y yo me había ido. Cada uno siguió su camino y fue increíble saber que estaba en la misma ciudad que yo deseaba ir. Era como si el destino me estuviera hablando. 

Todo comenzó a conectarse entre sí. Al cabo del poco tiempo, empecé a recibir los correos por parte de Immiland e iniciamos el proceso. El trámite lo hice con mi pasaporte colombiano; ya que tengo doble nacionalidad por parte de mi papá y era el mejor camino, por el convenio que existe entre Canadá y Colombia. 

Mi proceso duro 12 semanas. Recuerdo que el mismo viernes que las cumplí, recibí un correo de Immiland felicitándome por la aprobación de mi visa de trabajo. La felicidad era completa para mí en ese momento. 

Antes de llegar a Canadá, recuerdo con gracia mi rutina de meterme a Google Maps. Desde allí, exploraba el restaurante, veías las calles, me imaginaba todo tipo de situaciones, donde hacía cuentas, de cuántas cuadras debía tomar a la derecha, a la izquierda, si debía subir o bajar para llegar al restaurante y al barrio en el que no solo iba a empezar a trabajar, sino a vivir también. 

 

 

Ya estando aquí en Montreal, a medida que hacía mi rutina del trabajo a la casa, y la casa al trabajo, recordaba cómo se veían las calles por Google Maps y entendí que la vida está llena de oportunidades, de esos instantes únicos en los que si das el paso, con energía y pasión ocurre la magia. 

Muchos lo llaman suerte, pero yo lo llamo magia, porque solo algo tan único e intangible, fuera de este planeta, pudo permitir que todo esto le sucediera a Neidy, la protagonista de esta historia, la cual hoy dedico este espacio, para seguir inspirando a aquellos que no tienen miedo a lo desconocido y desean salir a conquistar sus sueños.

Por: Laura Urrego de Immiland

 

 

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