Quería contarles más sobre la cultura sueca, sobre los artistas importantes de este país y mi visita al Museo de Dalarna, uno de los más importantes de la región en donde vivo. Tenía pensado ir justo el día en el que varias situaciones convergieron y me obligaron a quedarme en casa durante el tiempo que tenía definido para escribirles esa historia.
Sin embargo, no dejé que eso acabara con mis ganas de contarles algo sobre este viaje y me fui a recorrer el barrio donde vivo. Porque sí, viajar también es caminar las calles que nos rodean y observar con una mirada diferente aquello que después de un tiempo se vuelve común. Como les conté en el post pasado, en este momento estoy en Falun, una ciudad de Suecia de 27 kilómetros cuadrados, ubicada a tres horas en tren desde Estocolmo.
Con las palabras de Laura Lazzarino y Aniko Villalba en mi cabeza, decidí olvidar mis planes y sumergirme en la belleza de Källviken, el barrio donde vivimos. Estas dos viajeras y escritoras argentinas se han convertido en mi inspiración y, si no las conocían, recomiendo gratamente todos sus textos. Pero volvamos a este viaje por el barrio porque quiero contarles tres cosas que me gustan mucho de vivir en una ciudad como Falun.
La primera: Solo nos separa una casa de la orilla del Runn, el segundo lago más grande de Suecia y el cual tiene un archipiélago con más de cien islas. Tener la oportunidad de observar el movimiento del agua, apreciar los sonidos que hay alrededor de esta y ver la manera en que la gente disfruta de ella tan pronto termina el invierno es un privilegio que agradezco tener.
La segunda: la variedad de colores en las casas. Solo en mi calle hay cuatro casas blancas, tres rojas, una café, dos grises y una amarilla pastel. Todos esos tonos combinan perfecto con el verde de los árboles y la flora que empieza a aparecer en primavera. Moradas, rosadas, amarillas y blancas, de diferentes tamaños y formas, puedo pasar tardes enteras caminando por el barrio buscando las flores más curiosas.
La tercera: vivir en un lugar así es sentirse tranquilo. Los niños pueden recorrer los tres kilómetros que los separan de la escuela más cercana en bicicleta y yo puedo salir caminando a cualquier hora sin riesgo alguno.
Desde fuera puedo ver por las ventanas de Källviken lámparas y flores, en los jardines hay botes, caravanas o carros, las puertas y las decoraciones son variadas, no hay casas de más de dos pisos y uno puede ver uno que otro trampolín en algunos de los lotes. Pasan pocos carros cuando no es hora de salir o llegar del trabajo y por esta época suenan las máquinas de cortas árboles y las podadoras.
Aunque esta no era la idea sobre la que quería escribir, busqué soluciones que me llevaron a descubrir detalles del barrio y hasta de mí misma que de otra manera no hubiera conocido. Definitivamente me gusta vivir cerca del agua, me gustan estar rodeada de colores y olores intensos, aunque me cueste sentirlos, y me encanta pasear tranquila donde sea que me encuentre. Espero poder hacerlo más seguido y encontrar ese lugar de ensueño para vivir y escribir.
Me encantaría que me contarás en los comentarios o a través de redes sociales, donde aparezco como @tiquetedeida: ¿Cómo es ese lugar perfecto para ti? También te invito a pasear por tu barrio y descubrir las cosas nuevas e interesantes que este tiene para ti.
Que buena reflexión, debemos observar mejor el lugar donde vivimos.
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Hay pequeños detalles que pueden sorprenderte!
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