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Los dislates del Querido Alcalde no terminan. Ante su afirmación de que «Ese cuento que la educación privada es mejor que la pública, se acabó en Bogotá», un tuitero lo interpeló sobre el colegio donde estudian sus hijos, el Liceo Francés Louis Pasteur. La respuesta del Querido Alcalde no pudo ser más hilarante: «el liceo francés es un colegio público». Como es su costumbre, el Querido Alcalde se dedicó a usar argumentos rebuscados, fundamentados en el apoyo que da el gobierno francés al desarrollo de la institución.

Sin embargo, olvida el querido Alcalde que, para entrar al Liceo Francés, se requiere tener algún vínculo previo con la educación francesa, bien por su educación francófona (Quebec, Bélgica, Suiza, Francia, instituciones francesas en otros países) o su nacionalidad francesa. Me pregunto yo, sin ningún ánimo de causar polémica, ¿los hijos del querido Alcalde habrán podido entrar al Liceo Francés si no hubiesen vivido junto a su padre en Bélgica, donde el querido Alcalde desarrollaba su especialización en la Universidad de Lovaina, localizada en una región francoparlante del país de Tintín? Lo dudaría bastante. De hecho, el subsidio de los gobiernos para con los colegios internacionales de cada país va encaminado más a los expatriados y a los hijos de inmigrantes de los respectivos países, de tal forma que la educación que reciban sea similar, sin importar el lugar a donde se dirijan. Y la educación internacional, desarrollada por organizaciones como IB y por gobiernos de países europeos, busca precisamente cierta homogeneidad en los sistemas educativos globales: que los estudiantes no pierdan conocimientos básicos y una línea de trabajo porque sus padres se deben trasladar a otro lado por motivos laborales. De ahí que los gobiernos las subsidien. Un propósito público, loable pero egoísta.

Pero quiero ir más allá. Lamentablemente, nuestros sindicalistas y muchos de nuestros líderes de izquierda, diestros para solicitar mejoras en contratos y aún más diestros para organizar desorden, huelgas y marchas, no son muy probos para probar su ideología en su vida diaria. Basta ver en dónde estudian los hijos de aquellos que defienden a grito herido «la educación pública». Tenga la plena seguridad, querido lector, que más del 90% estudia en los colegios privados más costosos y exclusivos de la ciudad. ¿Y dónde se tratan sus enfermedades? ¿En los hospitales públicos que han esquilmado con sindicatos inútiles? No. Al mejor estilo de la Madre Teresa de Calcuta, que usaba agujas sucias con sus enfermos mientras viajaba a California y Cleveland a recibir operaciones del corazón, nuestra mal llamada izquierda, más elitista que la propia derecha, es asidua de los hospitales privados que tanto dice atacar.

Por esa hipocresía no creo en la izquierda en Colombia: porque no le gusta y le teme a la prueba de cumplir lo que ha fingido defender. Porque sabe que busca, ante todo, ser élite más que una igualdad que saben falsa. Porque, mientras envía a capuchos incautos, adolescentes románticos, guerrilleros cooptados y extranjeros idealistas a ser carne de cañón, disfruta de los lujos que le ha otorgado su posición supuestamente crítica de la realidad, crítica que no deja de ser un simple vacío. Ahora bien, ¿cuál es la definición de «público» para el querido Alcalde: la que beneficia a todos o -me temo que es la respuesta indicada para el querido Alcalde- la que busca su beneficio y el de los suyos?

Voyeur: La Habana no es el problema. El problema será cuando, recordando el dolor de 50 años de crimen y el cinismo de decir que no era lesa humanidad, el normalmente conservador votante colombiano haga pistola al partido político de las FARC y les deje (si lo hace) pocos espacios legislativos y ejecutivos. ¿Qué excusa darán para tomar las armas de nuevo?

En los oídos: Hope of Deliverance (Paul McCartney)

@tropicalia115

NOTA (noviembre 5, 8:38 am): Recibí un comentario de la señora Mary Luz Herrán, exesposa del querido Alcalde, que explica la razón por la cual sus hijos mayores estudiaron en el susodicho colegio. Además de agradecer, en público, el comentario de la señora Herrán, quiero dejar muy en claro que nunca fue mi intención criticar las motivaciones, muy loables y muy válidas, de cualquier padre al buscar la mejor educación posible para sus hijos, más aún si provienen, como ocurrió con los hijos mayores del Querido Alcalde. La razón de estas palabras, quiero dejarlo muy en claro, es criticar la concepción de lo público que tiene el querido Alcalde, que -y ahí siento ir en contra de lo que piensa la señora Herrán- se contradice y da palos de ciego.

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