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Al pasar sobre un altibajo u ondulación bastante presentes en nuestras calles y carreteras, inmediatamente sentimos cómo el auto «cae» en ésta, para inmediatamente volver «a la superficie», a la parte final de éstas. En esas situaciones, como en muchas similares, es donde el trabajo de los amortiguadores juega un papel preponderante en el control del vehículo.

En el tema de las suspensiones, los amortiguadores son los encargados de frenar o disminuir al máximo posible según el caso, las oscilaciones tanto de la carrocería, como del conjunto llanta-rin, para posibilitar, entre otras cosas, que la llanta con su banda de rodamiento tenga la mayor parte de la superficie de contacto -ojalá siempre en un 100% o casi-, en adherencia con la vía (en el video el amortiguador viejo no hace ninguna resistencia al comprimirlo, ni se expande inmediatamente como lo hace el nuevo al estar sometido a las fuerzas que ejercen la carrocería y su peso, al tiempo con las del espiral).


Mitigando esas oscilaciones se está, a su vez, proporcionando mayor comodidad a los ocupantes al disminuir el balanceo casi infinito al que se vería sometida la carrocería si los amortiguadores no estuvieran cumpliendo su papel. También permiten que todas las irregularidades del pavimento sean según su magnitud, eliminadas o disminuídas para lograr mayor confort al evitar los fuertes y molestos golpes que recibiría la carrocería de no ser por el trabajo de los mismos.

¿Cuánto dura un par de amortiguadores? ¿Cómo sé que ya es tiempo de reemplazarlos? Despejando la primera inquietud debo decir que aún circulando por los mismos terrenos y vías, y bajo las mismas condiciones de trabajo, se presentan diferencias en la longevidad de estos dependiendo de las marcas de los autos, su tamaño, los tipos de suspensiónes que llevan, la carga a la que son sometidos, el diseño de los espirales, etc. Pueden durar desde los 20-30000 kilómetros hasta más de 100000 según el caso.

Varias «pistas» debemos tener en cuenta para saber si es hora de reemplazarlos, y las podemos sintetizar en 2 grupos: la revisión dinámica, y la estática. En cuanto a la primera, el manejo del carro el comportamiento que presente, es fundamental a la hora de evaluar, pero con previa verificación de todos y cada uno de los componentes de la suspensión, incluídas las llantas y rines; todo esto para evitar diagnósticos equivocados.

Si al tomar el mencionado altibajo nota que el vehículo presenta oscilaciones de mayor frecuencia, o éstas son de mayor amplitud de lo normal, es bueno ir pensando en su reemplazo. Si a a cierta velocidad al pasar por encima de una pequeña irregularidad o bache por ejemplo, siente que el auto se queda «navegando» más de lo acostumbrado, hay que ir pensando en lo mismo, en su sustitución. Cuando en una oscilación moderada, se llega al tope con facilidad, están fuera de servicio y ni hablar de cuando su pésimo estado permite un peloteo constante de las ruedas, lo cual lleva a que estacione su vehículo hasta que lo pueda arreglar, puesto que conducir en éstas condiciones es sumamente peligroso.

Algunas veces sin estar totalmente inútiles, e inclusive con una buena cantidad de kilómetros por delante, se pueden presentar ruidos como de golpeteo sobretodo al circular a bajas velocidades sobre pequeños baches seguidos. En éste caso si sus bujes externos están dañados, se cambian y quedan funcionando perfectamente; de lo contrario no queda mucha vida por delante. A veces estos ruidos se presentan únicamente en temperaturas ambiente muy bajas, debido a la contracción de los materiales.

Vamos con la inspección visual con el carro detenido. Supremamente importante verificar el estado de los guardapolvos puesto que si están rotos, dejarán pasar toda la suciedad posible para terminar rompiendo el sello y así, terminan con la vida útil de estos. Mirar los topes en la parte superior interna porque si están rotos la suspensión no trabajará de manera exacta, y se forzarán los amortiguadores.

Nunca se debe tomar como el único motivo para el cambio, las famosas y muchas veces mal diagnosticadas »fugas de aceite»: siempre que se vea una mancha que no sea aceite como tal sino una especie de barrito negro formada por algunos vapores expulsados que se mezclan con la suciedad del entorno, significa que aún les queda vida a los amortiguadores. Se puede presentar el síntoma, quedando todavía una buena cantidad de kilómetros por delante, sin que por esto los amortiguadores tengan que ser sustituídos. La gran mayoría de amortiguadores que presentan ese síntoma no suelen afectar para nada el comportamiento, el confort, el frenado, ni la seguridad en la marcha.

Los ejes torcidos (sólo se logran detectar desmontándolos), son motivo de cambio inmediato. Otra pieza fuente de ruidos -la cual no pertenece al amortiguador en sí pero dependiendo del diseño de la suspensión éste o el espiral se apoyan allí-, puede ser el rodamiento o buje ubicado en el centro de la base superior externa, la que asegura todo el conjunto a la carrocería: algunas veces ese ruido se presenta sólo al girar la dirección, o al hacerlo de un lado a otro seguido estando detenidos especialmente con el auto encendido cuando se tiene dirección asistida.

Sobra decir que el mal funcionamiento de los amortiguadores genera consecuencias negativas para la carrocería y su ajuste, así como también cargas adicionales para los otros componentes de la suspensión, las cuales se manifestarán en desgastes prematuros de una o varias partes. Por esto recomiendo, así no note un mal comportamiento del vehículo, o ruidos misteriosos que recién aparecen, realizar una inspección visual y periódica de los componentes atrás mencionados. Se evitará malos momentos y, en un futuro, consecuencias económicas de mayor envergadura para su bolsillo.

*Mi twitter: http://www.twitter.com/@MASERAGRANTURI

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