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Te despiertas en medio de la noche y, de repente, escuchas tu voz interior diciendo: ¡Es necesario tomar una decisión de una vez por todas!

Recreas varios escenarios en tu mente y en medio del silencio te imaginas las consecuencias positivas o negativas, visualizas los riesgos y, sin darte cuenta, te conectas con esos miedos que te paralizan. ¡Es inminente, sabes que es necesario tomar una decisión! Y, aunque no es la primera vez que te despiertas en medio de la noche por la misma razón, te das cuenta de que ya han pasado semanas o incluso meses preguntándote lo mismo. No sabes qué hacer, tienes miedo de elegir la opción equivocada y, en consecuencia, cometer un error. Dejas que los minutos pasen, te duermes de nuevo, amanece y te ocupas en tu rutina, y pasas otro día más preso de tu indecisión.

Es verdad que todos los días tomas decisiones, la mayoría de ellas sencillas y sin mucha trascendencia. ¿Tomar café o chocolate? ¿Pantalón azul o negro? ¿Noticias o música? Sin embargo, en la vida, también te enfrentas a otras decisiones que son mucho más complejas, ¿deberías aceptar este trabajo? ¿Estás dispuesto a reubicarte a esa nueva ciudad? ¿Deberías renunciar al mundo corporativo y perseguir tu sueño emprendedor? ¿Necesitas hacer un cambio de carrera?, preguntas fundamentales que son difíciles y que comprometen varias facetas de tu existencia.

Es justamente en la toma de decisiones difíciles que está la posibilidad de re-conectarte, identificar cuáles son tus valores y construir una nueva versión de ti mismo.

Pero, y entonces, ¿qué debes hacer cuando te enfrentas a decisiones difíciles?

  1. Piensa en las consecuencias a largo plazo: Seguramente habrás notado la tendencia a tomar decisiones basado en los beneficios a corto plazo, seguramente estás en la constante búsqueda de satisfacción inmediata y esto hace que pierdas la posibilidad de considerar las consecuencias de tus decisiones en el futuro. Te invito a hacer una transición, pasar de “modo reacción” a “modo estrategia”, solamente así podrás imaginar la serie de acciones que requiere esa decisión y podrás encaminarte de forma eficiente a ese nuevo escenario que imaginas.
  2. Se consciente del estado mental y emocional en el que te encuentras antes de tomar una decisión difícil: Escucha a tu cuerpo, pues en estas circunstancias es normal que aparezcan síntomas de frustración, estrés y, en consecuencia, sientas disminución de tu energía física y mental, eso sin duda va a influir en tu habilidad de tomar decisiones. Genera un espacio diferente que te permita un cambio de perspectiva, sal a caminar, conéctate con la naturaleza, ejercítate, y cuando estés un poco más recargado vuelve a empezar.
  3. Evita el exceso de información: Si bien “el conocimiento es poder”, también es cierto que existe el riesgo de sobrecargarse mentalmente al recopilar demasiada información y enfrentarte a múltiples opciones. Esto puede dejarte paralizado y vuelta en el cuadrante de la inacción. En medio de tanta incertidumbre y especulaciones, enfócate en lo que está dentro de tu control.

¡Recuerda, el futuro empieza hoy! Asegúrate de hacer todo lo posible para estar en el estado mental ideal y ¿cuál es ese estado? Aquel que te permita identificar, de la forma más clara, la decisión que potencialmente te ofrecerá el mejor resultado posible de acuerdo con lo que estás buscando, ese que sea coherente con lo que requiere ese paso que estás a punto de dar.

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