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No era el mismo de antes. El que hablaba fuerte de su pasado y se enorgullecía de haber solucionado sus problemas con Lorenzo Morales a punta de versos y no de violencia. Hacía tres años que Emiliano Zuleta  Baquero (1912 -2005) acumulaba canciones en su mente sin poder convertirlas en música porque no podía tocar ni cantar. Sus ojos,en cambio, seguían brillando intensamente.

Cuando lo buscamos la última vez, un día antes de que comenzara el Festival de la Leyenda Vallenata (abril del 2005), alguien de la organización nos había advertido que nos hablaría si contábamos con suerte. “Es que él dice que se va a morir el día del homenaje”, nos explicó Josefina, de la oficina de prensa.

Aún así llamamos y la esposa nos indicó que «El viejo Mile» nos recibiría en la mañana. Pero no muy temprano porque tenía que dejarlo presentable. Y, de todas maneras, había que esperar a que amaneciera con ánimo. Y llegamos a verlo a las 11 de la mañana. Estaba sentadito en una butaca, frente al patio de su casa, en cuyas paredes hay diferentes cuadros de su prole: la dinastía Zuleta, una de las tres grandes dinastías del folclor vallenato.

La esposa, joven para ser la mujer de un anciano de 93, lo llevó del brazo hasta el comedor donde lo dejó sentadito en una silla, para la entrevista.

A continuación, la transcripción total de la misma:

“Estoy incómodo”, fue el saludo apenado del autor de «La gota fría», la piquería que lo hizo mundialmente famoso.

¿Por qué está incómodo?
Porque yo no oigo. Es un problema para hablar conmigo, por cualquier cosita. Entonces da incomodidad hablar con un sordo viejo. ¿Quién es usted?

Liliana Martínez, de EL TIEMPO. Nos conocimos en Bogotá hace unos años.
Yo tengo tres años así ya. Es que yo soy viejo. Van a ser cuatro. Donde me ve, estoy huyéndole al festival.

¿Por qué?
Porque ya yo no doy pa’nada.

Entonces, hace tres años que está enfermo…
Ya vencido. La vejez y otras cosas más que tengo. Yo estoy mal de todo. Ya no soy lo que era. Una charla ahora no puedo atenderla porque ya no oigo. Tienen que hablarme muy duro. Ando tomando medicina pa todo. Pero ya los viejos no sanamos. Ya los viejos estamos vencidos de todo. Qué haría yo, un hombre de 94 años, pidiéndole a Dios, que ya no sana. Entonces, que me lleve de una vez.
¿Por qué le huye al Festival?
Porque yo, teniendo tantos amigos… una patrulla de amigos… Me da miedo ir por allá.

¿Al Festival?
Quería hacer presentaciones, como las he hecho siempre. Pero ya no toco. Tengo debilitada la voz.

¿Cuándo cantó ante el público la última vez?
Eso fue en Riohacha. Tres años…

Pero sus amigos lo quieren ver…
Se agrupan a verme, a saludarme, a preguntarme. Yo ya no doy pa’eso. Para tocar, menos. Para cantar, menos. Entonces, más bien yo quería ausentarme. Veremos, ¿No? … ¿Usted es de los Martinez… de qué Martínez?

Pues, en Bogotá hay muchos…
De los del Valle… ha de ser.

¿Qué le gusta recordar ahora?
Me hice yo mismo. Es que era inteligente pa’ todo. Pero un viejo ya no debe seguir, porque está sufriendo. Es un sufrimiento permanente. Para lo viejo no hay medicina. Un viejo solo sin medicina, con qué esperanzas. Entonces me dicen que espere. Pero no hay más. Porque uno ya llegó a su final. Me dicen: “No, viejo Mile, es mejor estar vivo". Es que… con qué fuerzas. Les digo: “Prefiero estar muerto y no vivo y sufriendo”.

Entiendo. Entonces, no quiere ir al reconocimiento…
No sé cómo andaré. Me da susto por todos lados. Cuando me acuerdo del Festival me da susto porque voy a pasar por la pena. Ya no me van a tratar como anteriormente. Ya no. A mí me saludaban los amigos: “Ve, viejo Mile”. Siempre me saludan y me dicen cosas pero yo no sé de qué me están hablando. Aquí hablamos porque tenemos confianza, porque se acerca usted y yo ya le advertí que estoy sordo y le hablo duro. Otros quieren conocer a Emiliano y hablarle pa’preguntarle y ya no doy pa’eso. ¿Ve la pena que voy a pasar?

El homenaje es para usted y otros cinco reyes vitalicios…
¿Va a estar Escalona?

Sí, ya está.
¿Ya llegó?

¿Quiénes son sus amigos del alma?
Todos los que están conmigo. Toda Colombia es amigo mío. Porque yo siempre me supe comportar. Siempre hay distinciones. Porque el mundo es uno son los amigos. Y se me han muerto, se puede decir, los mejores amigos. ¿Usted fue amiga de Alfonso Cote?

Lo siento, no…
Se hizo muy popular. Mi amigo, mi compañero. Lo mismo, Escalona. Me da guayabo cuando pienso en esos tiempos. Me da guayabo. ¿Conoce a Lorenzo Morales?

Sí.
¿Está vivo?

Sí.
Pero está peor que yo. Él está completamente maluco y añorando a su mujer. Cuando ya la mayoría de los hijos se le han ausentado, ahora él necesita la compañía de sus hijos. Tiene cuatro años menos que yo.

¿Lorenzo vive en Valledupar?
Sí. En Primero de Mayo. Yo, así sin poder moverme ya ve, he cruzado para verlo. Como he sido un tipo agradecido, entonces yo lo quiero mucho. Y me fijo de él, porque mi bienestar me vino por concepto de esa piquería con él.

¿Qué es lo más bonito de la vida?
Los problemas…

¿Lo más hermoso?
Lo más bonito para mí ha sido mi música, mi fundamento. Yo me llené de amistades. Todo lo que hice fue gustoso para el público, por eso a mí me congratulan. Me recuerdan como buena persona, como un hombre honrado, trabajador y serio. Eso a mi me ha ayudado. Mi comportamiento no se olvida. No pueden decir una cosita mala del viejo Emiliano… ¿Sabe? Me enguayabo, hablo solo, lloro solo de acordarme de mis viejos tiempos. Uno viejo que recuerda tanta cosa. Tengo el mundo entero en la cabeza.

Las canciones que tiene en la mente, ¿Cómo las imagina?
Fui músico. Soy autor de cuatrocientas canciones. Le hice una canción a todo. Y yo que no estudié, todas las cosas quedaban en la mente. Entonces para decir, llevo una pieza… Todavía compongo. Pero ya no doy para cantarla. Tengo mucha música en la cabeza. Después de todo, el vallenato se puede decir que lo hicimos Lorenzo Morales y mi persona. Yo aprecié el mundo, cuando era otro mundo, que hicimos los músicos que empezamos. Después entró Escalona y los demás. Tobías Enrique Pumarejo, Lorenzo y yo éramos los primeros.

Usted es fundador de una dinastía…
Es que mi papá era músico. Cristóbal Zuleta. Y mi madre, ‘La Vieja’ Sara también. Y yo no quería que mis hijos fueran músicos. Pero ya ve. Oiga, señorita, lástima que me haya conocido de viejo… vuelva a visitarme.

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