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Unos se dejan la pijama, otros se ponen la bata, unos más se liberan de los zapatos y usan sandalias, pero no hay uno solo que use vestido y corbata, ni una mujer que luzca su mejor diseño cuando de trabajar en casa se trata.

Llegó la era de la informalidad total en el trabajo. Ya ni siquiera es esencial lucir ‘casual’, como cuando íbamos a la oficina. Lo ‘casual’ ahora es hasta dejar de afeitarse y de maquillarse, a menos que haya una reunión por teams.

Las lavanderías deben estar viviendo sus peores momentos, porque ya no llegan tantos trajes de saco y corbata, ni chaquetas, ni los vestidos que las chicas suelen usar para verse más lindas.

Hasta en el cuarto, al lado de la cama y en la mesita de noche, se hace hoy trabajo en casa. Foto: Roberto Vargas

Es que incluso los trabajadores de ahora ya deben hasta repetir pantalón en su diario trajinar, sentados en el comedor de su casa, en su estudio o hasta en su cuarto, lo más informales posible.

Pasamos de las aburridas reuniones de horas enteras en una calurosa y apretada sala de juntas, a otras, igual de largas, pero, para muchos, desde la comodidad de sus cobijas o de su sofá.

¿Juraría usted que no dejó de bañarse un solo día a la hora acostumbrada? ¿Está seguro de que no se levantó, dio un paso y quedó frente al computador hasta el medio día o la tarde cuando tuvo el tiempito para ducharse?

Son puras cuestiones de la pinta del trabajo en casa, en donde se ahorra espuma de afeitar, jabón, lavado de ropa y hasta crema dental.

¿Y si hablamos del trabajo como tal? Ya lo estoy escuchando: sí, en casa se trabaja mucho, pero mucho más que en la oficina. Con el agravante de que hay jefes que aún se resisten a entender que la oficina funcione virtualmente y están convencidos de que los que se quedan en casa son unos vagos a los que hay que controlar o ponerles tareas específicas para que se ocupen las ocho horas que dice el reglamento.

Pero diga lo que diga ese jefe la verdad es que uno resulta trabajando 10, 12 o hasta más horas tratando de sacar adelante las labores que le encomendaron. Se acabó aquello de que a las 12 en punto salgo a almorzar, regreso a las 2 y me voy a las 6, sin que tenga que volver a saber de la oficina hasta el día siguiente.

¡Noooooo! A cualquier hora le puede sonar el celular, en ese estremecedor ringtone que escogió para las llamadas de su jefe. “¡Qué hubo maestro! ¿Ya tienes el informe? Lo necesito para una reunión a las 6”, escuchará al otro lado del teléfono. Y usted se volverá a sentar al frente del computador, resignado a trasnochar, porque es que estamos en otra era, la del trabajo en casa y allí no hay horarios. No lo olvide: no hay horarios.

Aunque no haya horarios, usted destacará que no le toca meterse en el trancón, no pierde tiempo de ida y vuelta, no se desespera en el transporte local, no pelea con taxistas, no se tiene que aguantar a los que se le atraviesan en la calle y, mejor aún, no tiene que ir a los mismos restaurantes de siempre, sino que disfrutará de los sabores tradicionales de casa.

Sin embargo, si está comenzando hasta ahora el trabajo en casa, pronto se dará cuenta de que hay mucho más. Lo hará el día en que se sorprenda frente al lavaplatos, enjabonando y secando platos, sartenes y ollas. Y cuando empiece a tender su cama o a aspirar o a trapear. Sí, señores. La nueva era incluye las labores de ama o amo de casa.

Eso sí, podrá compartir más con sus hijos. Estrechará mucho las relaciones con ellos, los entenderá más y se hará mejor padre o mejor madre. Pero eso también depende de la capacidad que tenga para soportar el estrés de que se le suban encima cuando está en plena conferencia, o de que el bebé empiece a llorar, o no quieran hacer tareas, o le anden preguntando esto y lo otro, o se pongan a practicar para su clase de guitarra, trompeta o trombón.

Trabajar en casa tiene sus desafíos. Usted acepta los retos, los enfrenta, se arma de paciencia, lo disfruta al lado de los suyos, se resigna a trabajar más de las ocho horas, busca los momentos de relajamiento y será feliz. Y si no quiere aceptar el desafío, es mejor que se acostumbre porque el trabajo en casa llegó para quedarse.

Twitter: @VargasGalvis

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