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Hemos avanzado significativamente al hablar de inclusión y diversidad en el trabajo, y sin duda se ha ido incrementando la conciencia empresarial sobre la importancia de hacer un cambio real, más allá de declaraciones o normas escritas, con todo lo que implica para las personas, las organizaciones y la sociedad.

No obstante, todavía hay camino por recorrer. Según el Proyecto Europeo ADIM (Avanzando en la gestión de la diversidad LGBT en el sector público y privado), el 72 % de la población LGBTQ+ está volviendo a esconder su orientación sexual cada día en sus lugares de trabajo por miedo a ser rechazados. Esta cifra es muy alta y en realidad nadie debería sentir ese temor. Me sorprendió esta información porque tenía la idea de que se había avanzado más, pero lo cierto es que hay que seguir trabajando para llevar esos índices, ojalá a cero.

El respeto por la diversidad y la diferencia en las empresas genera ambientes laborales sanos, y hace a los equipos de trabajo más fuertes cuando se promueven y tienen en cuenta diferentes pensamientos, enfoques, gustos y experiencias que aportan en la generación de ideas innovadoras y resultados.

Esto implica involucrar a todas las áreas y niveles de la compañía para construir una cultura organizacional apropiada en donde cada colaborador se sienta valorado sin prejuicios o señalamientos. Según un artículo de HAYS, “cada día son más los empleados preocupados e interesados en ser parte del cambio, lo cual es muy bueno, pero el primer paso debe venir de los gerentes”. No hay duda de que la gente, en general, prefiere cada vez más trabajar en empresas abiertas, que cuenten con equipos diversos y trabajen en pro de la equidad.

Contar con políticas de inclusión en las compañías, más que un acto de responsabilidad social, nos permite reflejar la realidad de las comunidades en las que operamos y tiene un impacto directo sobre las decisiones con respecto a la empresa, tanto de manera interna como externa. Su efecto reputacional es evidente.

Gallup Workplace, asegura que la inclusión aumenta la satisfacción del cliente en un 39 %, la productividad en un 22 % y la rentabilidad en un 27 %. Por su parte, la OIT considera que es importante medir las variables de diversidad e inclusión que se escojan, y es obvio si se quiere avanzar y ajustar en el proceso para mejorar los resultados.

El sector de la tecnología y en general Colombia ha comenzado a ser un referente en la región, pues como explicó un informe de Bain & Company para la región, durante el 2022, “la tasa de ocupación de las mujeres es de 44 % y de las aproximadamente 479 mil personas que se reconocen como LGBTIQ+ en edad de trabajar, el 63 % se encuentran empleadas” en el país.

Por su parte, en Suramérica, solo el 36 % de la fuerza de trabajo estaba conformada por mujeres y en el caso de la comunidad LGBTIQ+, la cifra apenas alcanzó el 5 %.

Estamos frente a un panorama en el que las empresas debemos continuar construyendo espacios de trabajo mucho más robustos y equitativos. No solo se trata de que estamos formando equipos de trabajos desde la pluralidad y las habilidades, sino que se están abriendo puertas para trazar sociedades más justas.

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