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Alvaro Rodriguez. Foto: Politécnico GrancolombianoPor Álvaro Rodríguez Hernández*

Los escenarios que se han construido desde la red nos configuran un mundo fundamentado en la comunicación. La reina es la sociedad de la información y todos los procesos se soportan en el conocimiento, su construcción, los datos y la difusión de estos.

Pensar en Internet y sus infinitas opciones abre la imaginación para la construcción de un mundo ideal. Se derrocan las fronteras geográficas, las tecnologías de la información le ponen fin a los límites idiomáticos y las posibilidades de conocer el mundo a través de una pantalla se convierten en una realidad.

Esta ruptura de barreras para acceder al conocimiento también nos permite ver lo más cruel de la humanidad: la exacerbada necesidad de reconocimiento para engrandecer el ego y las ansias de figuración. Reconocimiento y figuración que pueden llegar a ser monetizadas según el grado de impacto que se tenga en un grupo de personas. Aquellos que son llamados influencers pueden lograr generar un modelo de negocio alrededor de su nombre.

Un influencer se construye en torno a su credibilidad con respecto a un tema, pero también se puede construir desde la fuerza que tenga desde el entretenimiento, la irreverencia o, en ocasiones, el irrespeto cruel como se vio en el caso ya juzgado de ReSet.

De Youtuber a condenado

Kanghua Ren, quien se hace llamar en su canal de YouTube como ReSet, propinó una broma a un mendigo, chasco que fue considerado por un juzgado de Barcelona como un hecho que “violó la integridad moral” de la víctima. La condena impartida a ReSet contempla 15 meses de prisión y una multa superior a los veintidós mil dólares.

(Vea: ReSet, la caída en desgracia del influyente youtuber condenado a 15 meses de cárcel por una broma cruel a un mendigo / BBC News)

Asimismo, el canal de ReSet será cerrado y no podrá volver a abrir otro. Este hecho evidencia que no todo es válido en el mundo virtual. Lo que encontramos en la red comienza a ser reglamentado y la integridad de los seres humanos prima sobre la aceptación de un contenido y la celebración de este por parte de un grupo de seguidores.

Existirán voces que gritarán por la libertad de expresión, pero al encontrar delitos ya hablamos de infringir la ley; de cometer crímenes que se configuran en lo virtual y se deben castigar bajo la normatividad que nos rige. El individuo, más allá de dónde cometa la falta, recibirá su juicio y condena dentro de la sociedad que hemos construido.

Así como se ha construido esta sociedad, también se debe construir la sociedad virtual y las normas de comportamiento en ella. La red no es solo un escenario para permanecer, mostrar, difundir o archivar; la red es un escenario para construir, es un lugar donde en un futuro confluiremos todos, es un ecosistema que permanecerá y no sabemos cómo evolucionará o si lo remplazará otra tecnología, pero si pensamos en la construcción de la red desde lo humano podemos llegar hasta a corregir errores que cometimos con la sociedad actual.

No podemos desconocer nada en torno a internet, existe la web, está la deep web y también la dark web.

(Vea el especial de EL TIEMPO: Dark web: en los callejones de la red)

Así como hay cosas excelentes y podemos hacer cosas maravillosas, también está lo que perturba y destruye a la sociedad, por eso es vital una educación desde la primera infancia para afrontar esta era de cambio y construir entre todos desde la utilidad del conocimiento. Así como se afrontó la construcción del mundo para el homo sapiens y vivimos el desarrollo y evolución al homo videns, es necesario, no una reconstrucción, sino una construcción para el homo conectadum, desde la realidad en la que estamos para el futuro que deseamos.

* Docente de la Escuela de Comunicación y Gestión de la Información. Director de PoliRadio, PoliDeportes y Sala Contacto del Politécnico Grancolombiano. 

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