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Redacción: Javier Baquero – Crotaurinos

Hoy se cumplió el primero de los compromisos del Maestro César Rincón en la plaza de toros de la capital colombiana. Rincón anduvo en maestro, Rivera Ordoñez no terminó de acoplarse y Sebastián Castella, que llegó por la puerta de la sustitución, luego de tres años de ausencia, se alzó con un triunfo rotundo al llevarse el lote de la tarde y cortar las cuatro orejas del festejo.

Con tarde nublada y un lleno taurino en los tendidos se realizó la segunda corrida de “la mejor temporada de América” que se realiza en la capital colombiana. Se lidiaron astados de la ganadería de Achury Viejo y en el cartel los diestros César Rincón, en su primera comparecencia, Francisco Rivera Ordoñez, en su única presentación y Sebastián Castella, quien sustituyó al inicialmente anunciado Sebastián Palomo Danko.

Los astados de la dehesa de Achury Viejo, hay que decir que tuvieron una presentación excelente, cumpliendo con peso, edad y trapío, sin embargo, solo dos de los astados enviados por Felipe Rocha dieron buena nota en su comportamiento, tercero y sexto, destacándose especialmente Pianista, un toro negro de 526 kilos, que saltó en tercer lugar y fue lidiado por Sebastián Castella. 1°, 2°, 4° y 5° fueron pitados al momento del arrastre.

César Rincón, como se ha hecho costumbre en los últimos meses no conto con suerte en el momento dl sorteo y se llevó los dos toros más impotables del encierro. En su primero el astado no quiso saber nada del capote, en la vara que le mostró Clovis Velásquez, mostro mansedumbre a más no poder, huyendo del castigo para posteriormente acudir al caballo de Viloria, donde el piquero costeño le tapó con habilidad la salida y pudo meter el encordado del manso madrileño. En las banderillas el toro mostró mayores defectos y se tornó caminante.

Con la muleta Rincón brindo un concierto para conocedores del arte de cuchares, fue lo que se llamaría una faena de aliño a un toro manso, aculado a tablas que embestía por arreones y siempre con la cara a media altura. César porfió tanto por el pitón izquierdo como por el derecho, incluso el presidente ordeno que sonara la música y Rincón solicitó acallar los instrumentos, lo que estaba haciendo en el ruedo no era para notas musicales, era para silencios respetuosos como lo sabe mostrar la plaza bogotana. Mató de estocada, hubo fuerte petición y pitos para el toro en el arrastre. Como lo dijo Antonio Caballero, lo de Rincón fue una faena científica.

En el cuarto de la tarde, las cosas parecían cambiar para el bogotano, lucio bien con el capote, templando varias verónicas. El astado mostraba bravura, incluso en la pica y cuando persiguió a los banderilleros. Lo lastimoso es que a partir de este momento el panorama cambio con respecto al negro listón de Achury Viejo. Fue un toro manso, con complicaciones, con ideas poca claras y posibilidades prácticamente nulas. La faena fue técnica y cubrió muchos de los defectos del astado. Rincón mato de pinchazo y media estocada. El toro fue pitado en el arrastre.

Francisco Rivera Ordoñez se llevo un lote de toros complicados, a los cuales les hubiese podido sacar más partido, o por lo menos haber justificado más su inclusión en el cartel. En el primero de su lote no se acopló con el capote y en vez de someter al astado lo toreo dándole mucha tela sin lograr recoger la embestida del astado. Con la muleta trató por ambos pitones pero el toro mostró genio, se defendió y la mansedumbre por momentos lo llevo a pararse. Rivera no pudo lidiar las condiciones del astado. Mató de estocada y su labor fue silenciada, mientras que los pitos acompañaron el último viaje del astado.

En el quinto toro de la tarde la capa brillo por su ausencia, con la muleta el toro estuvo apagado sin trasmisión y lo más grave acuso falta de fuerza para soportar los 515 kilos que lo acompañaban. Rivera mató de dos pinchazos y estocada casi completa. Silencio al torero y pitos para el toro.

Sebastián Castella, quien hacía tres años no pisaba el ruedo de la Santamaría, llegó a este cartel en reemplazo del inicialmente anunciado Sebastián Palomo Danko, que afortunadamente para los aficionados presentó parte facultativo que le impedía asistir a la corrida.

Cuando las cosas venían de mal en peor a la altura del segundo de la tarde salió de los toriles Pianista, un toro negro de 526 kilos, marcado con el número 244 en sus lomos, el cual partió plaza, y con ello hizo que el público entendiera que el rumbo de la corrida tenía que cambiar. Castella anduvo bien con el capote, templó las verónicas y dejo ver la grandeza de la embestida del astado. Frente al piquero el toro acudió con ímpetu y produjo tumbo a Rogelio Cerquera. En las banderillas el toro fue con buen son.

Con la muleta y como era de esperar el francés tomo ubicación en el centro del ruedo para ejecutar dos pedricinas o pases cambiados por la espalda para empatarlos luego con muletazos de gran calidad. Las tandas fueron varias, pero lo importante no fue la cantidad sino la calidad de las ejecuciones, muletazos templados, largos y profundos, toreo en circulares y los dos pitones probados por el torero galo. Pianista interpreto tonadas altas que Castella supo acompañar hasta el momento mismo en que sepulto el acero para verlo rodar. Fuertes palmas para el toro y las dos orejas a las manos de Sebastián Castella. Como son las cosas, hoy cuando los pañuelos blancos se debieron asomar para buscar se le perdonara la muerte a este astado ni uno de ellos asomó hasta momentos después que el acero había cumplido su cometido.

En el sexto de la tarde Castella saludo a otro bravo toro de Achury Viejo que partió plaza al momento de salir de los toriles. Con verónicas de buena factura y mucho temple inicio la lidia del que serraría el festejo. Con la vara Castella fue prudente y ordeno que fuera corta. En las banderillas Cautivo persiguió. Ya con la pañosa Sebastián construyó una faena importante donde el mérito del torero fue aprovechar lo planteado por el astado hubo calidad en el de Achury Viejo y conocimiento y poder en el torero francés, las faena fue larga, seria y entonada. Mató de estocada en todo lo alto para llevarse las dos orejas de su oponente. Cautivo también fue acompañado con las palmas al destazadero.

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