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Bogotá – Colombia.
Luego de fuerte aguacero, de casi hora y media, se dio inicio a una
corrida para la cual había mucha expectativa por el retorno a Bogotá de
una ganadería que llevaba 10 años de ausencia.

En
la capital colombiana se corrieron astados de la dehesa de Ernesto
Gutiérrez bien presentados en general, sacando de esta calificación al
cuarto de la tarde, feo, alto y fue de tipo, al tiempo que de
comportamiento incierto. En términos generales podemos decir que la
ganadería cumplió por encima de lo que muchos podrían esperar, tres
toros aplaudidos en el arrastre, uno protestado por su presencia y los
otros dos con pitos por su comportamiento durante la lidia.

Julián López – El Juli,
regresó a Bogotá y luego que algunos argumentaron que para que más
Juli, el propio español contesto a esa pregunta. El Juli vino y
cumplió, en su primero lanceo al delantal a pies juntos y en ese
momento ya el público había conectado con el torero. Luego las
chicuelinas y la revolera ejecutadas con manos muy bajas ratificaron
sus condiciones con el percal.

Con la muleta bastaron cuatro
pases de tirón para poner en suerte al toro en el centro del ruedo.
Dejó que el toro fuera a su aire hasta el punto de convencer al astado
que embestir no le hacía daño y luego esto imprimió su mandato y sus
condiciones, fueron tandas cortas pero acertadas, los naturales
tuvieron profundidad y holgura. El temple se generalizó y el toro
termino por entregarse. La espada, que últimamente no ha sido su fuerte
ayudo y el palco una a una entrego las dos orejas. El toro termino
siendo aplaudido en el arrastre.

Con el cuarto del festejo la
capa brillo por su ausencia. La muleta por los dos pitones encontró
dificultades, tal vez más por el derecho con el que punteaba queriendo
quitarse el engaño. El Juli trato y dejo destellos del conocimiento. La
espada la utilizó con reserva, saliéndose de la suerte razón por la
cual solo un cuarto del acero penetro en las carnes y fue necesario un
segundo intento donde un poco más de tres cuartos acabaron con el
problema. El toro fue pitado en el arrastre. Durante este toro se
escucharon fuertes protestas por parte del público frente a la
presencia anovillada del ejemplar. Gritos de mala presidencia, que a mi
modo de ver no estaban ajustados a lo que en el ruedo se vivía. El
presidente de la corrida no es el responsable de aprobar o improbar los
astados que llegan para reconocimiento.

David Fandila – El Fandi,
ocupó el segundo lugar en la terna y nos dejo ver en ambos oponentes
que es un buen rehiletero, que le falta mucho fondo y que sus faenas
importantes las ejecuta cuando en sus manos está el toro propicio y
justo para lucirse. El capote estuvo bien, más efectista que ortodoxo
pero gusto a la galería. Con la muleta acoso, no acabo de encontrar las
distancias. En su primer toro, un buen ejemplar que mereció mejor
suerte, tandas cortas, cuando el de Gutiérrez tenía recorrido, galope y
fijeza que brindaba mayores posibilidades, las cuales no fueron
capitalizadas por el torero. Muchos y buenos muletazos se fueron al
destazadero luego de dejar media lagartijera suficiente para acabar con
el negro toro. El palco concedió una oreja, quizás justa, sin embargo
hubo más toro que torero. El palco no autorizó la vuelta al ruedo del
toro a pesar que la petición fue fuerte y larga.

Con su segundo
El Fandi tampoco demostró solvencia frente a un complicado e incomodo
astado. No cogió el sitio o mejor la distancia justa, luego de cada
muletazo quedaba descolocado y esto hacia ver más defectos en un toro
que no fue bueno, pero que merecía mejor suerte, un verdadero lidiador
que entendiera las complicaciones y las solventara. Puso voluntad pero
al español le sombran corridas y le falta fondo y profundidad. La
presidencia concedió una oreja que la abrió la puerta grande y que fue
demasiado larga y benevolente.

Juan Camilo Solanilla quien
confirmó su alternativa, tomada en la pasada Feria de Manizales, lidió
el primer y sexto ejemplar del festejo. Cuando piso la arena de la
Santamaría, al igual que antes de iniciar su labor con el percal en el
primero fue fuertemente ovacionado por parte de los tres cuartos del
aforo que cubrían el cemento de la plaza capitalina.

Con
Aristócrata, su primer ejemplar ejecutó verónicas de buena factura,
incluso al llevar al de Gutiérrez al caballo. Luego de la pica ejecutó
un quite que también encontró eco en los aficionados. Confirmó a las
4:00 de la tarde en punto y en sus palabras agradeció al Juli el hecho
de haberle dado la alternativa y en ese momento confirmársela en su
propia plaza. Con la muleta el joven brindo a la familia Barbero, que
ocupaba varias barreras del tendido especial. Inició con cuatro
estatuarios en la propia boca de riego y con esto el público conecto
con el toricantano. Pese a solo contar con tres tardes incluyendo la de
la alternativa estuvo aseado, enterado, con temple y midiendo bien las
distancias, pudo haber cortado una oreja de estar pesado con los
aceros. El toro recibió palmas y Solanilla escucho una fuerte ovación
desde el tercio.

Con el último del festejo, fue poco lo que vimos
en la capa de Solanilla, apenas unas chicuelinas de manos bajas y con
mucho gusto, unas muy justas aunque un poco atropelladas. Con la muleta
hubo ganas y disposición. La espada otra vez quedo como materia
pendiente. El toro fue pitado, mientras que el bogotano escucho dos
avisos y un silencio respetuoso por parte del público.

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