Nalgas y senos muy grandes en maniquíes antojan a muchas mujeres de cirugía plástica
Maniquíes con cinturas de avispa, piernas largas, senos muy grandes, glúteos sobresalientes y quizá desproporcionados, lucen mucha de la ropa que se comercializa en almacenes, de toda Colombia, dedicados a la moda femenina como San Andresitos, pasajes comerciales, tiendas por departamentos y demás.
La voluptuosidad se impone a través de vitrinas que exhiben mujeres hechas en fibra de vidrio, que incitan a muchas de carne hueso a refabricarse con silicona, sustancias de relleno y en el caso más crítico, con productos peligrosos o métodos estéticos completamente riesgosos e ilícitos.
Uno de los típicos estereotipos de belleza que nos ofrece el comercio popular de ropa femenina, por medio de sus modelos de plástico, sugiere que a las mujeres no nos queda de otra que operarnos para poder encajar bien en aquellas prendas que resaltan la exuberancia, si no queremos vernos fuera de tono y vulgarmente mal empacadas al vacío.
Pensar en una cirugía plástica no tiene nada de malo, cada cual tiene sus razones para querer cambiar algún rasgo de su cuerpo con una mamoplastia, una mastopexia, una liposucción o un aumento de glúteos. Sin embargo, lo inadecuado, creería yo, sería querer operarse para parecerse a un maniquí con proporciones estrambóticas que, para mi gusto, ridiculiza la armonía y la forma natural del cuerpo de cualquier mujer.
Casos muy comunes a los colombianos se ven en Venezuela con respecto a un «ideal» de belleza en particular, puesto que la frustración por las malas ventas de maniquíes, que tenían cuerpos de mujeres normales, llevó a Eliézer Álvarez, dueño de una pequeña fábrica de maniquíes en Valencia, a realizar una observación simple que le ayudó a sacar a su negocio de la crisis:
“La mujer venezolana utiliza cada vez más la cirugía plástica para transformar su cuerpo y los maniquíes en las tiendas de ropa no estaban reflejando estas nuevas proporciones, a menudo extremas”, según lo relata un artículo al respecto de The New York Times.
Repensar el rumbo de su negocio, aumentándole el tamaño del busto y del trasero a sus muñecas de plástico, le ayudó al señor Álvarez a sacar su fábrica adelante, gracias al crecimiento en las ventas de maniquíes con mayor volumen en sus atributos.
Incluso, Reina Parada, esposa y socia de este fabricante de maniquíes asegura que aunque en el pasado su marido tuvo la intención de reproducir un modelo de una mujer natural, es muy difícil competir en una cultura saturada con imágenes y estereotipos.
En palabras de la señora Reina, quien tiene entre una de sus tareas lijar los torsos de los maniquíes: «Tú ves a una mujer así y dices ¡Wow! Yo quiero parecerme a ella, me gustaría hacerme la cirugía de implante de mamas algún día porque da una mejor autoestima.»
Daniela Mieles, otra fabricante de maniquíes entrevistada para el artículo de The New York Times, asegura que los bustos y las nalgas de las modelos de plástico de su empresa familiar fueron creciendo gradualmente para mantenerse al día con las tendencias de la cirugía plástica.
A propósito del éxito del negocio de la señora Mieles, dice que como las ventas han sido buenas, junto a su esposo están ahorrando para pagar un aumento de mamas para ella, pues el objetivo es parecerse cada vez más a los maniquíes de su fábrica porque considera que: “La belleza es la perfección, hay que tratar de perfeccionarse más cada día. Así es como la gente lo ve aquí”.
Como lo dije alguna vez en otra de mis entradas, acerca de los 5 aspectos de un candidato NO apto una cirugía plástica: “Mientras que la cirugía plástica ayuda en cierta medida a que algunas personas se sientan más seguras y satisfechas con su apariencia física, nunca va a existir un cuerpo perfecto ni mucho menos un procedimiento quirúrgico que sirva para acabar con las dificultades que existen en la vida”.
La cirugía plástica, se supone que, es una decisión individual y una determinación motivada por la necesidad de mejorar o cambiar algo en particular del cuerpo, teniendo en cuenta las condiciones propias de cada persona. Una mujer de plástico no es la respuesta, tampoco debe ser un espejo.
Mientras que en Europa se ha criticado la delgadez como un estereotipo, también usado en los modelos de exhibición de ropa, en nuestro contexto latino se critica la voluptuosidad y la apariencia antinatural del cuerpo, que para muchos es algo de mal gusto y no muy sano por las implicaciones no sólo psicológicas, sino también físicas que esto pueda acarrear para una mujer transformada.
Que alguien me explique qué tipo de bienestar puede traer el exceso de voluptuosidad, ¿Es necesario seguir ajustándose a la moda? ¿Nos hace más bellas ceñirnos a todo lo que nos ofrece el mercado para vernos bien y sentirnos bellas y atractivas?
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