No invite su celular al baño

He sido jefe de Prensa o Comunicaciones durante los últimos 10 o 15 años. En este cargo -como en tantos otros-, siempre hay que estar disponible para el jefe.

En cierta ocasión, acababa yo de llegar a una entidad pública nacional y la secretaria del Presidente de la organización entró presurosa y muy angustiada al baño y me dijo: “El doctor la está buscando; la hemos llamado varias veces a su celular”. “Lo siento, Isabelita -le respondí yo, muy tranquila-. Nunca traigo el celular al baño”.

Por eso me aterra cuando hago uso de un baño público y escucho que alguien, en yo no sé qué cubículo, está hablando por su celular. Entonces, desde mi cubículo imagino la escena: ella está sentada, su celular en la oreja, hable que hable sin parar, y (perdónenme el realismo) con la otra mano intenta desenrollar el papel higiénico. El cuadro se debe repetir varias veces durante la jornada laboral, pues, en promedio, pasamos 30 minutos al día entre esas cuatro paredes.

En Estados Unidos, la firma de marketing 11mark encontró que el 75% de los ciudadanos de ese país utilizan el celular mientras están en el baño. Pero las estadísticas, que abundan en Internet, señalan que el 95 por ciento de las personas entran al baño en compañía de su celular. ¡El 95 por ciento!

Me aterra que las mujeres (y los hombres, no sé) hagan uso de su celular cuando están en el baño por varias razones. La más grande de ellas: su salud.

La cosa es muy simple: según los microbiólogos, es en los baños en donde se aloja la mayor cantidad de bacterias, hongos y virus. Las superficies más contaminadas son las perillas de la puerta y del inodoro, las llaves del agua y, por supuesto, el piso (imagino que algunas mujeres ponen su celular allí en tanto finalizan su tarea).

Y, cuidado, no es suficiente con lavarse las manos al salir, pues esos bichitos se adhieren, tranquilos, al aparato móvil mientras usted lo usa en el baño. Una investigación del Departamento de Microbiología de la Universidad de Barcelona Maite Muniesa, revela que las pantallas de los teléfonos inteligentes, ¡solo las pantallas!, pueden alojar hasta 600 bacterias, muchas más -afirman ellos- que las que hay en la taza de un inodoro.

Resulta que «cuando bajas el agua del inodoro, el agua con heces y orina se rocía a unos dos metros en todas direcciones», explica la profesora de Salud Ambiental de la Universidad de Arizona, Kelly Reynolds. “Este radio cubierto de gérmenes se agrava con cada descarga. En otras palabras, hay agua sucia del inodoro cubriendo literalmente todo, en especial el dispensador de papel higiénico” y, como no, el celular que usted tiene en la mano (www.infobae.com).

Hace poco ocurrió un doloroso caso en Ciudad de México, contado por Badabun, una red de páginas web en Latinoamérica: “Fernanda Moreno, de 27 años, acudió al sanitario sin percatarse de que al finalizar sus necesidades, restos de heces quedarían impregnadas en su teléfono. Ella salió como si nada, continuó con sus labores, hizo un par de llamadas y, posteriormente, y como tantas otras veces, se frotó los ojos víctima del cansancio por una larga jornada laboral”.

Al día siguiente su vista comenzó a nublarse y le empezó “una tremenda picazón” en el ojo izquierdo. Estuvo 7 semanas en una clínica a raíz de una “severa infección causada por la presencia de materia fecal en su ojo”. Los médicos tuvieron que extirpárselo. ¿Dónde adquirió Fernanda esa letal bacteria?

El portal Infobae asegura que, según expertos, ha habido brotes de shigella, hepatitis A, SARM, estreptococo y gastroenteritis común, todos asociados con baños públicos. Afirma que entre las bacterias más comunes se encuentran el norovirus (causante de brotes de gastroenteritis por intoxicación alimentaria), y la salmonella o escherichia coli. Y advierte que la orina también es peligrosa, ya que puede transmitir conjuntivitis e infecciones respiratorias al lograr contacto con la cara, los ojos, la nariz o la boca.

Entonces, cuénteme, ¿seguirá llevando su celular al baño?