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Perturbados reaccionan algunos ¿Como así que colapsó?, trinan y se desesperan en redes sociales diciendo: atrevido, guerrillero, paramilitar, terrorista, desagradecido… mientras en la lejanía una señora pregunta exaltada ¿se le olvida que somos el país más feliz del mundo?

Si para usted la felicidad es rumba, sexo y alcohol, Colombia es el paraíso donde puede encontrar a la vuelta de la esquina, como mínimo, un bar, un burdel o motel y una discoteca, mientras que los colegios, los hospitales y las bibliotecas son la manzana de la discordia para muchos.

No resulta más cínico y mentiroso hablar de un país sostenible y con aspiraciones de paz, cuando de por medio la justicia, la salud y la educación son una falsa ilusión que vende el Ejecutivo, una utopía que crea el Legislativo mediante leyes y una fantasía que se mantiene intacta en las providencias de las autoridades judiciales.

Colombianos como Nairo Quintana, Catherine Ibarguen, Mariana Pajón, Jamés Rodríguez, Falcao García, Rigoberto Urán, entre muchos otros son la excepción a la regla general de muchos nacionales que le han apostado al dinero fácil, la delincuencia, la política o al simple conformismo e indiferencia hipócrita sin aspiraciones.

Un pedazo de territorio en medio de impunidad, dolor, violencia, muertos, ignorancia, hambre, desempleo, politiquería, corrupción y, para colmo de males, lidiamos con cierta calaña de clase política enmarcada en los espectáculos del Congreso, las mentiras del Ejecutivo y en la burda práctica clientelista de la Rama Judicial que poco a poco ha ido contaminándose hasta llegar a niveles alarmantes en la actualidad.

Ir a una EPS a reclamar medicamentos, asistir a unas urgencias, poner una denuncia en la Fiscalía, aguantar el colapso vial en las grandes capitales, padecer los excesos de los medios de comunicación y la programación mediocre de estos, acceder a educación de calidad, alcanzar un empleo formal con las condiciones laborales legales, soportar con resignación y frustración como los delincuentes hacen de las suyas y a las pocas horas están en la calle, niños y jóvenes delinquiendo con el beneplácito de la ley, embarazos adolescentes disparados, observar como las grandes multinacionales extranjeras explotan los recursos naturales en medio de comunidades que viven en la miseria y el olvido, pero el gobierno abiertamente y sin escrúpulos firmando Tratados de Libre Comercio (TLC) como una prostituta que le abre las “piernas” a cualquier extranjero que quiere que se la coman (territorio-recursos) en el menor tiempo posible por una suma de dinero simbólica (impuestos).

Repartir botones de palomas blancas, alardear de unos supuestos progresos que tiene Colombia, festejar porque el desempleo supuestamente baja y repartir viviendas y becas gratis no son suficientes para construir un Estado y para alcanzar la paz, en un país que se llena de babas alardeando de las maravillas naturales que tiene y de los logros a nivel deportivo, pero que en últimas no dejan de ser logros individuales de un puñado de colombianos que encontraron en la disciplina, la responsabilidad, el compromiso y la honestidad la llave para alcanzar sus sueños, valores que muchos colombianos no identifican o que tal vez, no conocen.

Quizás, hay algo llamado Colombia que necesita urgentemente un cambio, sin embargo, no sabemos si va provenir directamente del Pueblo, del Gobierno o de cualquier manifestación exterior, porque aunque el territorio agoniza, el pueblo ríe y calla y el gobierno actúa hipócritamente y es indiferente, todavía estamos en camino de construir un país… de ser un verdadero Estado Social y Democrático de Derecho…quizás… quizás… quizás…

FORO DE OPINIÓN
¿Estado, país o una fantasía llamada Colombia?

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