Fabián Salazar Guerrero PhD. Doctor en Teología. Ciberasesor Espiritual.
Los tiempos de crisis nos permiten ver realmente quiénes son nuestros verdaderos amigos, aquellos que están a nuestro lado a pesar de las dificultades, la distancia o los años. Puede aparecer una sorpresa al descubrir que algunas personas estaban para la rumba, para la celebración o para el paseo, y en este momento de confinamiento brillan por su ausencia, pues dejan de ser de interés sus cómplices de entretenimiento.
Puede desilusionar que algunos compañeros de trabajo, luego de que las cosas se pusieron difíciles, no volvieron a llamar o preocuparse por la situación de los demás, o se desentendieron de las penurias de sus compañeros y más de los que perdieron su empleo, como si imperará la ley de “salvese quien pueda”.
Puede ser doloroso descubrir que en realidad se está sólo y que el estar antes rodeado de gente en realidad era únicamente una ilusión, pues ahora que se necesita de ellos no se volvieron acordar o comunicarse.
Por otra parte, están las grandes alegrías de los amigos que hace tiempo no contactábamos pero que han estado en estos días muy pendientes de nosotros, también las personas que envían su ayuda espiritual y hasta material para sustentar nuestra situación, aquellos que envían mensajes de esperanza o nos hacer reír con sus ocurrencias o los amigos nuevos encontrados en las redes sociales.
Es también un tiempo para reflexionar sobre la calidad de nuestras relaciones y de cuestionarnos qué tan atentos estamos de nuestras amistades. Hoy tenemos la oportunidad de volver a contactar a nuestras amigas y amigos, preguntarles sobre su situación, apoyarlos con sus emprendimientos y nuevos negocios, brindarles patrocino aún económico y sobre todo expresarle nuestro afecto.
Unas palabras de aliento, de esperanza o de consuelo son muy importantes en estos momentos en que no podemos verlos personalmente, pero que podemos unirnos a ellos de corazón. Los invito como ejercicio espiritual a escribir acerca de sus amigos y agradecer a la vida por tenerlos en la vida. Les comparto mi escrito:
Gracias queridos amigos por:
Dedicarme su tiempo, su afecto incondicional y por toda la generosa ayuda brindada.
Alegrarse sinceramente por mis éxitos, los logros conseguidos y las metas alcanzadas.
Celebrar, reír, cantar, disfrutar de la existencia y jugar plenos como inocentes infantes.
Recordarme que nunca estaré solo y que siempre cuento con ustedes a cada instante.
Cuidarme con gentileza de mil maneras posibles y por ser leales en cada momento.
Desafiarme a salir adelante frente a las situaciones muy complejas, y aún dolorosas.
Ofrecerme sin medida su apoyo, los consejos oportunos, el abrazo y su mano generosa.
Empujarme dándome ánimo para subir los inclinados escalones de la existencia.
Recordándome que siempre es tiempo para ser felices aun en medio de las tormentas.
Alentarme a vencer los temores del incierto futuro y comenzar de nuevo sin lamento.
Ubicarme en los tiempo que desconcertado, divago entres las dudas y parezco perdido.
Curar las heridas y llevarme a sacar de mi mente y corazón todo lo que me es nocivo.
Guiarme en los discernimientos en tiempos de toma de decisiones con su paciencia.
Ofrecerme el tesoro de sus aprendizajes, de sus palabras sabias y de sus experiencias.
Indicarme la importancia de cerrar ciclos, recordar sin enojo y de perdonar primero.
Fortalecerme para seguir adelante sin dejar que las oposiciones crueles me detengan.
Animarme para dejar la tierra del fracaso y lanzarme a que mis alas me sostengan.
Ayudarme a dar el primer paso en medio de la oscuridad, sin temer al tenaz abismo.
Inspirarme con su ejemplo, y valioso testimonio a ser una mejor versión de mí mismo.
Acompañarme con valentía en unión de almas con la dureza de una espada de acero.
Gracias por ser mi fuente de consuelo en los momentos de tristeza o desesperación.
Gracias por motivarme a afrontar la vida con una mirada que supere la desilusión.
Gracias por contagiarme entusiasmo, alegrarme en emociones y llenarme de felicidad.
Gracias por sus devotas oraciones, sus súplicas al cielo y sus deseos de prosperidad.
Gracias por existir, y hoy de ésto doy gracias a Dios y pido a los ángeles que los cuiden.
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