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@Dani_Matamoros

Estoy ahí parado entre la multitud, bailando, pensando en vos mientras Uto Karem, un dj del que jamás he escuchado ni un buen o mal comentario reproduce y luego mezcla una canción de una vuelta conocida como napolitechno. Hubo una época en la que me conocía todos los géneros, subgéneros, djs, productores y artistas de la música electrónica. Bajaba sets y canciones como un enfermo y estaba pendiente de los charts comerciales y underground. Aprendí lo básico para mezclar y a veces tocaba en fiesticas con mis parceros. Ahora soy otro idiota más que necesita de Shazam para identificar las buenas canciones y al que le da pena decir en público el posible género de lo que está sonando porque luego aparece un erudito a corregirlo e increparlo. Todo es culpa de la vida laboral. Desde que me gradué de administración de empresas y comencé a trabajar en la compañía maderera de mi papá, ya no tengo tiempo para estar al tanto de las nuevas tendencias musicales.

Es una mierda, pero así es la vida. Todo el día es trabajo, trabajo y poder venir a eventos como estos, un fin de semana, se convirtió en todo un lujo. Pero bueno. Te decía que yo estoy ahí entre la multitud. He comprado dos “Supermanes” y un “Alice”. Ya hace rato he mascado un pedacito de uno de los “Supermanes” y un cuarto del “Alice”.

Yo sé, soy un excedido de mierda, un voltajudo. Pero mi vida se convirtió en darme duro en la cabeza una vez al mes para liberar la tensión y el estrés. Si alguien me hubiera dicho que trabajar cansaba tanto, hubiera perdido materias adrede para durar unos años más en la universidad. Pero bueno, te decía que estoy ahí en la multitud. Los químicos ya surten efecto y tengo una sonrisa de oreja a oreja peor que la del Guasón. Estoy ahí con más de quinientas personas que ese día han decidido olvidarlo todo, no pensar en el arriendo, sus quehaceres, su familia, sus problemas. Solo quieren bailar y pasarla bueno.

Te imagino delante de mí, moviéndote suavemente mientras te tomo por la cintura, te huelo ese pelo negro azabache delicioso que te llega hasta las nalgas, te doy besos por el cuello, los hombros, y por esas orejitas puntiagudas que me dan ganas de morder cuando se te escapan a través del pelo. Hubo un tiempo en que mi debilidad eran las monas. Ahora me matan las pelinegras, no sé si es culpa de esta cochina ciudad o de Kim Kardashian. Creo que un poco de ambas. Pero bueno, te decía que estoy ahí como un enfermo pensando que te hago todo eso y que te toco disimuladamente esas tetotas que te mandás, y ese culote delioso, cuando siento que alguien me toca el codo. Pienso que ha sido mi amigo José. Un tipo que de santo solo tiene el nombre y de los pocos amigos que aún conservo. ¿Qué diablos se hicieron todos? Tenés 30 años y caés en cuenta que la mayoría de majaderos te cambiaron por sus amigos del trabajo, una esposa con hijos o un maldito perro. Pocos cumplen la promesa, pero bueno; te contaba que siento un golpe en el codo, me volteo a ver qué quiere mi parcero cuando me encuentro con un hombre desnudo que pasa rápidamente a mi lado creando pánico entre la multitud. ¡Te lo juro! Un maldito loco embola por toda la fiesta y su brazo roza mi codo. ¡Marica!, yo he sentido terror en mi vida y este día. ¡Te lo juro! No puedo creer lo que está pasando. Mi reacción es saltar tan lejos como puedo y agarrarme de uno de mis hermanos mayores entre risas y nervios. Rogelio de inmediato me echa varios madrazos y me dice: -¿vos podés creer?…

UtoKaremByAlvaroIbarra


Crédito de la imagen: Álvaro Ibarra.

Asiento y continúo mirando el espectáculo aterrorizado. Gritos, risas, insultos, abucheos y gente corriendo hacia los lados del lugar es la escena a continuación. Me olvido de vos por un rato y me concentro en el maniático que corre desnudo por toda la fiesta. El desgraciado se sumerge hasta la tarima. Nadie se le quiere acercar, nadie quiere tocar su piel y terminar rozándose con su verga. ¡Qué asco! Yo solo miro y mis amigos vienen y me lo señalan y opinan estupideces entre nervios y risas. El pedacito de “Superman” me estalla. La música y los gritos se escuchan más duro. Todo pasa en cámara lenta. José me coge por los hombros y me dice, cagado de la risa, «¿papi, ves lo que está pasando?». Yo solo asiento y me rio a carcajadas. Vos… Vos mínimo ya estás durmiendo o eso es lo que quiero creer. Te decía entonces que hay un hp corriendo por toda «la pari». Un hp que posiblemente tiene dos papás, varios hermanos y un puñado de gente a quienes les importa. Aunque si lo pensás bien, ese día no podían estar sus verdaderos amigos. Muy cabrones los que lo dejaron llegar hasta ese estado. Me acerco adonde mi pana Fernandino y su novia Kumiko; ambos están congelados con la boca abierta, aterrados viendo el show. Mientras tanto los de seguridad por fin se atreven a coger al maniático y forcejean con él, aunque el maldito es ágil y se les escurre entre los brazos. Yo solo pienso en que hay que estar muy mal para terminar en la mitad de una rumba de esa manera. Me olvido de vos y tus grandes y apetitosas tetas, y de ese pelo negro que quiero jalar, para pensar en dónde estarán los que dicen querer a este señor. Para pensar y rogar porque yo jamás sea este cabrón.

-Marica, ¿qué es está mierda?-. Pregunta Kumiko.

-Mi amorcito… Yo no puedo creer lo que está pasando. Parce, Víctor, ¿vos alguna vez habías visto eso en un ‘pariseo’?

-Jamás. Y eso que he estado en muchos fiestuchis.

-Uyyy perro esos tales fiestuchis eran rehardcore.

-¡Lejos!

Te contaba entonces que los de seguridad ya tienen agarrado al cabrón este. Lo llevan hacia un lado del evento mientras la gente les abre paso. Muchos están indignados, otros aterrados, otros le chiflan y se cagan de la risa. Yo simplemente me rio y comienzo a caminar hacia adelante, quitando gente para poder ver mejor. El cabrón con la mirada perdida, mantiene una sonrisa remiedosa y mueve las manos frenéticamente. Quiero saber qué pasa por la cabeza de ese sapo. Quiero entender por qué alguien se empelota y decide correr como un maniático frente a más de quinientas personas.

No me preguntés cómo pero el sapo se les suelta a los de seguridad, sube a la tarima, se para frente a Uto y comienza a bailarle. Le sacude la verga a escasos metros, mientras le muestra las nalgas a toda la gente. El dj simplemente lo mira, se ríe y sigue tocando como si nada. Como si la escena tan bochornosa que está ocurriendo en ese momento fuera algo normal. A los segundos dos de seguridad suben a la tarima y tumban al pobre tipo. El man de nuevo comienza a correr entre la gente con las manos estiradas como lo hacen los zombis de esa película que todo el día repiten en Moviecity; esa donde todo ocurre en un centro comercial. De nuevo gritos de terror y risas por parte de la multitud. Luego un cabrón no aguanta más y estrella su mano contra la cara del nudista. Sangre y babas manchan el piso. Yo me echo para atrás aterrado. El tipo tira la cabeza para un lado como si nada. Mira al que le pegó y comienza a correr en otra dirección. No le importa que su cara chorree sangre. Al parecer no siente dolor ni se percata de la situación. Otro más cabrón corre en dirección al enfermo y lo tumba de una patada. Más gritos de la gente. Especialmente de mujeres. Luego estrella sus zapatos blancos Lacoste contra la cara del man.  Ahí siento dolor. Ahí quiero defender al maldito drogo pero mis piernas no se mueven. Ahí, por primera vez en la noche, prefiero que no hayás venido. Te envidio por no ser testigo de esta situación. Uno de los zapatos del cabrón ahora es rosado. El loco por fin se queda quieto. Llegan los de seguridad, dos negros enormes, de esos negros que vos jamás querés conocer enojados, y lo toman por las piernas y los brazos. Se lo llevan como cuando uno hace el “pescado cao-cao”. Como siempre te han mostrado en las películas de Hollywood que los aborígenes transportan a su presa. Se me acerca Rogelio y me pasa un cigarrillo.

-Fai, a vos sí que te gusta el chisme… Marica, qué gonorrea todo esto. ¿Dónde fue que nos metimos?

-Dejá el visaje que eso puede pasar en cualquier lugar. El pobre man se le “descuajaron los jugos” de una manera muy brava. Quién sabe qué se habrá metido.

 

Te decía entonces que el pobre tipo por fin ha sido neutralizado. Te comento entonces que la gente se empieza a acomodar pero muchos siguen hablando del asunto. Veo perderse a los de seguridad con el man por el camino hacia la salida. Dos amigas llegan adonde estamos parados, a nuestro spot. Una llora, la otra tiembla y se ríe de manera nerviosa.

 

-Bebé, ¿qué fue todo eso tan loco? ¡Qué susto!

-¿Ustedes dónde estaban?

-Fuimos por agua y nos quedamos viendo todo desde el otro lado. Por los baños.

-Yo me quiero ir a mi casa. Pobre man, me rayé.

-Ayyy ya Catalina, dejá la cinta

-No marica, qué fuerte todo.

-Relajate, comete este cuartico de “Superman” y listo.

-Bueno, ja,ja,ja.

-¡Qué verraca!

-Ayyyy…

utotop

Fotografía: Uto Karem- pressandplaypr.com

Me entero luego de que el man se comió un trip, era su primera vez y al parecer, como podés saber, no le ha caído bien. Me entero que el cabrón es un pezón, un tipo sano, que ese día simplemente quería drogarse como la mayoría de los que hemos ido a esta fiesta. Me entero, porque un chismoso, al que alguna vez le hablé en otra “pari” me reconoce, me saluda y empezamos a hablar de lo sucedido. Luego alguien me toca el hombro, me volteo, es mi otro hermano Rigoberto junto a su esposa Karina. Karina es una delicia. Mona, tetota, culona. Nalgas puestas, tetas reales, boca de mamona. Bueno, qué pena, no te vayás a enojar, vos sabés cómo soy. Te decía entonces que aparecen este par de personajes de la nada. Me salvan de aquel sapo que lleva cinco minutos hablándome bullshit.

-Hablame

-¿Qué dice Víctor?

-Aquí aterrado.

-Yo sé, ‘nene’ vos vieras. Llegamos y un man en bola en el piso del parqueadero, a la entrada. Boca arriba, quieto, engarrotado, como una cucaracha, con la cara ensangrentada.

-Re heavy pri…

-Sí, todos lo vimos correr entre la gente.

-Papi… ¿A dónde fue que nos trajiste?

-Ahhh este man está peor que Rogelio. Relajados que ya pasó. Más bien tómense un poquito de whisky, cojan y párchense.

-No, bebé, qué miedo….

-Bueno, ya.

-¿Quiénes vinieron?

-Un resto de gente. Vayan y saluden. Ahí están Fernandino con Rogelio y Kumiko. Allá están “Chanda”, Andrea, Cata, Sam “Patrañas”, «el Pollo» y el resto del combo.

-Uuuuuuuy qué peligro, ja,jaja,ja. ¿Chanda ya se puso trascendental?

-Hace rato. Empezó a hablar de la exnovia y que a mí me faltaba mucho por vivir, que por no meterme nunca en serio con una hembrita, que no sé qué…

-¿Ese marica por qué te dice esas bobadas, vé?

-No sé, está loco

-A Karina la vez pasada también comenzó a hablarle maricadas y a rayarla con el sapo del exnovio…

-Bebé…

-No pasa nada

Te decía entonces que por un momento casi se nos daña la fiesta. Te dejaba ver que nos alcanzamos a rayar con ese loco pero fue solo por unos minutos. Te contaba que apenas esto está comenzando y Uto cada vez se pone más aletoso. Por el parlante suena Shadow Print de Bart Skill y la gente grita, aplaude, ríe, alza las manos y se anima. Yo me acerco adonde mis dos hermanos, les digo que me sirvan un poco de Red Bull y whisky. El olor a bareta se me hace insoportable.

Una delicia, amiga de Rigoberto, con la que alguna vez hablé un par de cosas en varias fiestas, me pica el ojo a lo lejos. Lleva unos shortcitos blancos, una blusa negra –de “sedita” – y unos Adidas Originals en botica, negros con morado y dorado, una chimba. Tiene el pelo color chocolate, un culo hermoso, gigante, de los mejores que ha parido esta cochina ciudad, y además tiene las tetas operaditas. Le sonrío y aunque tiene cara de ardillita y es toda bonita, me contengo de ir a hablarle. No soy un descarado. Yo sé que no te gusta que hable de otras hembras y que las morbosee y te cuente, pero yo soy así. José aparece de la nada, está todo sudado y ya anda engafado. Tiene unas Armani, una chimba, negras con plateado, un toque narcas. Por un momento me pregunto ¿por qué no conocí a este tipo en el kinder? Me dan ganas de quitarle las gafas -así eso sea una guisada- para poder bailar con los ojos cerrados, pero no quiero rayarlo. Tomo un poco del vaso de whisky con Red Bull que me han servido mis hermanos y sigo pensando en vos y en el loco, y en su cara ensangrentada y en cómo le pegaron, y en su cochina desnudez. José me dice un montón de cosas pero no le entiendo ni mierda. Solo me rio y le hago creer que sé de qué me está hablando. Creo que me estoy prendiendo, espero no emborracherme, qué pereza. Luego caigo en la cuenta de que me estoy empezando a aburrir de ir solo a estas rumbas. Trato de dejar de pensar en vos. Por alguna razón me acuerdo de un asunto del trabajo. Despejo mi mente, la care ardillita me sonríe a lo lejos, cierro los ojos y me pierdo en una canción de tech house.

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