No hay momento más dramático para la Revolución Ciudadana de Rafael Correa que el actual. La situación no podría ser peor para el oficialismo, congregado alrededor de la coalición de movimientos de izquierda Alianza PAÍS, y por cuenta del dramático resultado de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el pasado 19 de febrero. A Lenin Moreno, ex vicepresidente de Correa y candidato de esa colectividad, lo separaron menos de dos puntos de la ansiada victoria en la ida. El correismo sufrió un duro revés por cuenta no solo de verse obligado a ir al balotaje el 2 de abril, con todas las fuerzas políticas congregadas para derrotarlo, sino que el retraso del Consejo Nacional Electoral para anunciar los resultados, empoderó a Guillermo Lasso, candidato del CREO -Creando Oportunidades-, movimiento opositor, quien encontró en dicha circunstancia el motivo perfecto, para acusar al régimen de preparar un fraude, algo que sin duda, jamás se contempló desde las filas de la llamada Revolución Ciudadana.
Mucho se preguntan, si Moreno ganó en primera vuelta con una ventaja de más de diez puntos, ¿por qué el panorama luce tan complejo para el oficialismo? Tres razones explican la justificada inquietud de Alianza PAÍS. En primer lugar, ningún candidato de la primera vuelta ha anunciado su apoyo a Moreno. Se esperaba que Paco Moncayo de la Izquierda Unida, desistiera de anunciar su voto, dejando en libertad a los más de medio millón de ecuatorianos (6,7% de los votantes del 19 de febrero) que eligieron su opción. No obstante, el mensaje del aspirante fue contundente: elegir a Lasso es la manera más expedita de deshacerse de Correa. Mensaje directo que seguramente tendrá efectos el 2 de abril. A eso se suma el apoyo expreso de Cynthia Viteri del Partido Social Cristiano y quien obtuvo más de medio millón de votos.
En segundo lugar, preocupa la polarización de los medios que como se ha vuelto costumbre en América Latina, poco a poco han venido copando espacios políticos, y el tono con el que participan en la contienda electoral va subiendo. No hay que olvidar que en 2011, Correa mediante consulta popular, reformó el sector con una ley duramente criticada por medios que siguen la figura de monopolios económicos, sin ningún control. Los enfrentamientos entre prensa y gobierno no han dejado de aparecer, afectando seriamente la imagen de la administración Correa. De nada ha valido la defensa enérgica de Julian Assange, pues se interpreta como una apuesta demagógica para salvar la imagen.
Y para rematar el mal momento del gobierno, América Latina parece inclinarse hacia un ciclo de administraciones pragmáticas que en nada se interesan por el progresismo. Junto a Bolivia, Ecuador es de los pocos que puede cerrar el proceso histórico, con indicadores irrefutables de desarrollo: reducción de la concentración del ingreso en términos de coeficiente de Gini del 0,55 al 0,49 -el mayor de la región-, de la pobreza en 13 puntos, y de la indigencia en 8. Eso sin advertir los megaproyectos en educación, que seguramente marcaran una pauta para el resto de la zona.
A Lenin Moreno le queda el duro reto de reemplazar a Correa, quien seguramente abandonará el cargo con niveles inéditos de popularidad para un presidente, desde la instalación de la democracia en 1979. El amor y odio que despierta, contrasta con la apatía y decepción con que salieron León Febres Cordero, Rodrigo Borja, y Sixto Durán Ballen, los únicos elegidos que pudieron terminar su mandato, desde ese entonces. Le corresponde a Moreno insistir hasta el 2 de abril, en que es posible una nueva revolución, en medio de un ambiente enrarecido por el empoderamiento de la oposición, apoyada en el voto castigo, los medios de comunicación que acusan maltrato, y un ambiente regional árido para la izquierda. Las chances de Moreno , que puede dar la sorpresa, pasan por las conquistas sociales logradas por Alianza PAÍS, su intento por proyectar una discurso de reconciliación -muy diferente al de Correa-, y el abismo que separa este Ecuador, del que en el pasado parecía incapaz de superar la inestabilidad crónica.
gerdiazta Los lagartos son aquellos que le hace falta cocienciación social, falta de conocimiento sobre el bien común, no solo pensar sobre un grupo reducido de oligárquicos que controlan el poder económico con sus medios de comunicación y sus grandes empresas, aqui no es solo la ideología sino la ética, coherencia y moralidad de las personas. Pienso que el periodista-profesor experto en geopolítica de este artículo, es coherente con sus argumentos y tiene claro lo que pasa en Ecuador, aunque no sea de este país.
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Que lagarto, como se nota su ideologia y su escaso conocimiento de la situacion politica real de Ecuador, creo que ni sabe donde queda y menos que halla pasado por aca. Es el gran problema de la izquierda, que por solo pertenecer, no importa sus consecuencias hay que apoyarla, uffff.
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