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El pasado 26 de julio tuvo lugar en Níger un golpe de Estado contra el presidente Mohammed Bazoum, elegido democráticamente en 2021 . Desde entonces, permanece retenido en su casa y la junta militar que conserva el poder ha asumido todas las funciones con tal de garantizar el orden y la seguridad nacional. Se trata de un libreto repetido en otros Estados de la zona donde los golpes se han vuelto común denominador, como ha sido el caso de Burkina Faso y Malí. Aunque cada uno obedece a las circunstancias propias, es indudable un común denominador: la degradación de la seguridad en el cinturón o franja del Sahel en el África Subsahariana, la zona más vulnerable al terrorismo internacional. Como se ha explicado varias veces en este blog (https://blogs.eltiempo.com/geopolitica-poder-y-democracia/2021/10/12/sahel-el-infierno-del-que-fue-liberada-la-religiosa-colombiana/) , tiene una desventaja fundamental frente a otros, la invisibilidad internacional, pues a diferencia de Medio Oriente donde se centran los intereses de las grandes potencias y los medios de comunicación, apenas despierta interés por algunos recursos naturales y por la violencia del último tiempo.
Un punto de inflexión que llama la atención fue el derribamiento de Muamar el Gadafi en 2011 tras la invasión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a Libia. En plena Primavera Árabe, Occidente aprovechó un asomo de levantamiento contra un líder incómodo, pero que había contenido a buena parte de los grupos jihadistas (movimientos fundamentalistas islámicos) que hoy siembran el pánico en la zona. La caída del hombre fuerte de Trípoli derivó en un vacío de poder que fue capitalizado por el extremismo para sacar provecho y extender su influencia a la largo de toda la franja del Sahel. Paralelamente, la guerra contra el terrorismo en Irak y Siria en la que se concentraron las grandes potencias, incluidas Rusia, produjo efectos. El temible Estado Islámico o Daesch que llegó controlar porciones representativas del territorio sirio iraquí fue finalmente neutralizado. En 2019 el líder de la organización Abu Bakr Al-Baghdadi fue dado de baja y en noviembre de 2022 y agosto del 2023 sus sucesores. Ahora bien, los éxitos militares en Siria y en menor medida Irak, contrastan con la forma como grupos han venido ganando terreno el África Subsahariana. En 2012 empezó una tendencia golpista en Malí con el derrocamiento de Amadou Toumaní Touré luego de que varios soldados aparecieron decapitados por fuerzas independentistas tuareg en la región de Azawad que reclamaron como independiente. De forma inmediata se dio la llegada de grupo islámicos (Ansar Eddine y Al Qaeda en el Magreb Islámico -AQMI-). Para evitar una desintegración, los militares procedieron a tomar el control. En 2020 se presentó un nuevo golpe de Estado y en 2021, un golpe dentro del mismo, paroxismo sobre la falta de control y el afán por mantener el orden. Su vecina Burkina Faso siguió el ejemplo en septiembre de 2022, cuando un grupo de militares en cabeza de Ibrahim Traoré depuso al gobierno de Paul Henri Sandaogo. Desde entonces, el militar se ha convertido en contradictor de las potencias Occidentales en la zona. Es tal la fuerza del terrorismo que en 2021 el presidente de Chad, Idriss Déby fue asesinado debilitando aún más la estrategia contrainsurgente. Por eso no es extraño que el pasado 26 de julio los militares en Níger hubiesen optado por deponer a Mohamed Bazoum e iniciar un proceso de estabilización.
En Níger los militares han anunciado que quieren tomar distancia de la estrategia apadrinada por Francia en la zona denominada Operación Barkhane que produjo resultados hasta hace unos años, pero que en el pasado reciente se ha estancado. En el fondo de las tensiones hay una disputa entre París y Moscú por ver quien puede exportar sus servicios de seguridad a esa zona en la que Burkina Faso, Malí y ahora Níger han decidido cortar con la tutoría francesa, algo que por obvias razones conviene a los intereses rusos, cuya presencia en la zona se hace a través del grupo Wagner, hace poco en el ojo de los medios por el intento de insurrección contra Vladimir Putin. La Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao) bajo el liderazgo de Nigeria ha propuesto el despliegue de una fuerza regional para revocar el poder de los militares golpistas y devolver al presidente Bazoum a sus funciones. Tanto Costa de Marfil como Senegal anunciaron que estarían en disposición de enviar efectivos. El domingo pasado expiró un último plazo para que la junta entregara el poder, so pena de una intervención, pero finalmente la ausencia de consenso sobre el uso de la fuerza parece haber prevalecido. El temor a una guerra regional en la que Burkina Faso y Malí anunciaron su apoyo a Níger disuadió a Washington uno de los promotores del uso de la fuerza.
Sin embargo, la tensión sigue latente y en cualquier momento se puede tomar la decisión de avanzar en una salida por la fuerza que sería catastrófica para una zona donde las intervenciones militares han demostrado su esterilidad. Por el momento, parece haber un último chance para la diplomacia.
@mauricio181212
Creo que vendrán cosas buenas cuando la gente hable y comparta sobre tiny games
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