Más de la mitad de los jóvenes colombianos no quieren tener hijos
En la presentación del libro “Lo que no tiene nombre”, donde Piedad Bonnett narra los eventos que rodean el suicidio de su hijo Daniel, Héctor Abad advierte que tener hijos es una experiencia hermosa. Dice que ambos, Piedad Bonnett y él, están de acuerdo en que incluso soportando el dolor de perder un hijo, vale la pena traerlo al mundo. Daniel se tiró de un cuarto piso y para hacerlo todo menos absurdo su madre escribió un libro.
Según una encuesta recientemente realizada por la Universidad de la Sabana más de la mitad de los jóvenes colombianos no quieren tener hijos. Si me hubieran preguntado a mí yo también habría respondido que no. No quiero tener hijos porque aún sin ellos la vida me resulta bastante confusa. No consigo respuestas a muchas de mis inquietudes y en caso de tener hijos no sabría dónde poner más preguntas dentro de mi cabeza.
La mayoría de mis amigos tampoco quiere tener hijos. Los que se descuidaron y tienen uno son, en efecto, malos padres. Toda la carga de los hijos de estos últimos recae sobre la madre y la madre suele por naturaleza ser también mala madre. Por eso los que terminan criando son los abuelos. Una de las razones por la que no queremos tener hijos tiene que ver con lo económico. Por lo general lo que cobramos cada mes no nos alcanza para resolver nuestras propias necesidades y responder por las de una criatura se nos plantea como un reto. Pensamos que tener un hijo sería el caos pero no advertimos que nuestros padres tuvieron entre cuatro y seis. Ellos quieren un nieto. Nosotros no.
Los conocidos de mi edad, que por accidente tienen un hijo, están convencidos de que no tendrán más. Después del primero han aprendido a cuidarse y muchos de hecho se han practicado la cirugía. Los gestos de la mujer al afirmar que no tendrán más hijos son más exagerados. Ellas prácticamente han hecho todo, el hombre, por su parte, solo ha tenido que reunir plata. Ellas cargaron durante nueve meses a la criatura en su vientre, ellas parieron y amamantaron, ellas lavan baldes grandes de ropa sucia, vomitada y ensuciada, ellas se trasnochan y como consecuencia en el día andan somnolientas, ellas corren al hospital cuando su hijo está enfermo, y si la situación lo amerita, son ellas las que se quedan a vivir en el centro médico mientras el niño se recupera. El papá no vive con su mujer y su hijo, él vive en casa de su madre y no tiene cómo independizarse. Lo más común es que después de tener el hijo las parejas se separen.
No queremos tener hijos porque la situación está dura. Porque el cambio climático los amenazaría mucho más de lo que ahora a nosotros nos amenaza. Porque pensamos que en unos años comienza la guerra por el agua y no queremos saber que sufren. No queremos tener hijos porque la educación es un negocio, porque los libros son muy costosos y porque los empresarios les pagan mal a los empleados. No queremos tener hijos porque la ropa es de mala calidad, porque los zapatos se despegan rápido y porque la salud es otro negocio. Nos negamos a tener hijos porque los presos en este país ocupan hasta tres veces el número de internos para el que están diseñadas las cárceles y, sobre todo, porque Álvaro Uribe no está entre una de esas celdas. No queremos tener hijos porque la señal de internet es mala, porque los bancos nos roban mucha plata y porque existe el reguetón. En general, porque el futuro no se ve nada bueno.
En Twitter @Vuelodeverdad
Buen post
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