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En un asado familiar, Luis Ignacio, el esposo de una prima, comentó algo que me dejó pensando. ¿Cómo sería Bogotá si hubiéramos escogido mejor los alcaldes? ¿Cómo sería si nos hubieran tocado 3 Mockus seguidos? ¿O una combinación de Mockuses (para educarnos) con Peñalosas (para ejecutar)? En resumen, seríamos la Atenas suramericana, pero porque sería una ciudad educada, con progreso (diferente a ser «progresista»). Yo creo que hasta llovería menos. Tendríamos arcoiris y los pajaritos nos cantarían en la ventana mientras hacemos el desayuno.

Tengo entendido que cuando Bogotá se ganó ese honroso título, eran comunes las tertulias en los cafés del centro, con los cachacos tradicionales, llenos de cultura. Hoy en día Bogotá es la Atenas suramericana pero porque está en ruinas. Yo ruego porque Petro acabe su mandato antes de que acabe con la ciudad.

¿Cómo sería Bogotá con buenos alcaldes? Imagínense a los ladrones de esa Bogotá del universo paralelo:

– Disculpe, qué pena interrumpir su lectura, pero esto es un hurto. Por favor páseme su billetera, voy a sacar los billetes, pero no se preocupe que los papeles se los dejo, esos no me sirven para nada.
– Hombre, no, faltaba más. Tome la billetera. Le advierto que estoy corto de sencillo, de manera que si se va a fugar en bus, le recomiendo preguntar antes si tienen vueltas.
– Jajaja, muchas gracias. Perdone la molestia, ¿ya terminó el libro? Hace rato he querido leer a Charles Darwin.
– La verdad no lo he terminado. Pero si me deja su número, lo llamo tan pronto termine, caray.


 

Hampones

Estado en Facebook de un amigo, denunciando un atracador que apuñaló a peatón.

Ahora en serio, hagamos el ejercicio de imaginarnos a Bogotá en ese universo. Empecemos porque no habría tantos ladrones; Mockus siempre se caracterizó por ser mano dura, pero educando. Las ciclorutas, además de estar en muy buen estado, estarían bien iluminadas y habría muchísimas más bicicletas, porque la gente saldría feliz y sin miedo de que se las roben o de partirse la cabeza luego de coger un hueco. O de morir atropellados por un taxista luego de haber esquivado a un imprudente peatón. Ahora… según Petro, la inseguridad es solo percepción o, incluso, una guerra mediática en su contra. Menos mal no son ciertos casos como el de este personaje que persiguió en su bicicleta a un ladrón(ver noticia en El Tiempo). Agreguemos que a este ciudadano ya le han robado tres bicicletas. Tampoco es cierto que haya grupos dedicados al robo de bicicletas, organizados de una manera tal que cualquier empresa del Estado envidiaría (ver nota en pulzo.com).

Tendríamos tres líneas más de Transmilenio: por la 68, por la Boyacá y por la 7ma, que permitirían ampliar la flota de buses, transportar más personas; además de que seríamos mucho más educados. Seguro no seríamos tan animales, tan descarados y conchudos como se ve en este video de CityTV. La verdad es que nos pasamos de maleducados. Si supiéramos usar y valorar las cosas que tenemos, el IDU no tendría que prohibirnos pasar por debajo de un puente vehicular (ver nota de El Tiempo).

Ahora, si tuviéramos un buen servicio de transporte, habría menos carros en la ciudad, habría menos trancones, los taxistas serían menos atarvanes (o atarbanes, todavía no lo tengo claro aunque investigué, lo juro). Tendríamos más puentes peatonales y vehiculares que, además, no se caerían. Es que no puede ser que el único pinche puente que se hace en esta administración se caiga. Ojo, no estoy diciendo que lo hizo la administración Petro, se hizo durante esta alcaldía. Durante la Bogotá humana. Sáquenme de la ignorancia: ¿Cuántos puentes vehiculares se han hecho en estos petro-años? La verdad es que no sé. Si no estuviera Petro, quizás la carrera 11 tendría habilitados los dos carriles. Los dossss. ¿Se imaginan?

Yo recuerdo la época en que, cuando algún conductor hacía algo indebido, el otro le sacaba tarjeta roja. Ahora lo que le saca es la cruceta y lo va encendiendo «es de una, llave». Los bogotanos (es decir, los que vivimos en Bogotá, aunque no hayan nacido acá) nos hemos vuelto intolerantes y descarados. Hace dos días casi me atropella un taxista que venía en contravía para evitar el trancón. Les juro que me dieron ganas de agarrarlo a golpes por desgraciado.

Ahora, si pensamos en las diferencias entre Mockus y nuestro actual alcalde: Nada más comparen la respuesta de Mockus ante la «guerra» que le han hecho en Twitter por estos días:

Imagínense si algo así le pasara a Petro: Agarra a machete virtual al que se le atraviese, declara toque de queda en Twitter y nos manda a todos a cerrar las cuentas a las 9 de la noche, compañero. Quizás con otros alcaldes la policía podría cumplir su trabajo sin que los políticos les pasen por encima a las leyes y a la autoridad. Como hizo el descarado Moreno de Caro que, entre otras cosas fue aspirante a la alcaldía (ver nota en Pulzo.com)

La verdad me entristece mucho ver a Bogotá tan golpeada, yo amo a mi ciudad y aún sueño con verla recuperada. Estamos llenos de «imPetrovisaciones». Pero el gran problema de bogotá y los bogotanos es que somos egoístas e incultos. Primero, bogotanos somos TODOS los que vivimos en Bogotá. Esa pendejada de ser de otra ciudad pero vivir acá y creer que el problema son los demás nos tiene jodidos. Igual, si los de acá culpamos a «los de afuera» de la situación, no estamos haciendo un carajo. No seamos tan incultos. El problema es de todos y el problema somos todos. Somos tan incultos que seguimos eligiendo alcaldes por tamales, o porque prometen metros, o porque prometen que me van a subir el sueldo. Hombre, pensemos en el bien común. Si no fuéramos tan egoístas, quizás no tanta gente estaría mamada de la ciudad (ver carta de un ciudadano en ADN).

Ojalá dejemos de culpar a los demás de los problemas. El alcalde dice que la culpa la tienen las mafias. Y la ciudadanía: si no queremos que nos roben el celular pues no lo saquemos en la calle. En algunos días dirá que si no queremos que nos roben las bicicletas tampoco las saquemos a la calle (??). Los ciudadanos le echamos la culpa al alcalde pero no hacemos nada para remediarlo. Y seguimos colándonos en transmilenio, seguimos permitiendo que los ladrones atraquen, seguimos armando los trancones más idiotas del universo, por puro egoísmo «es que yo voy de afán». Aunque, por otro lado, cuando alguien intenta hacer algo, no lo dejan. Como cuando policías se dedicaron a tapar huecos porque al Distrito le quedó grande. Ahí mismo salió el IDU a decir que eso no está permitido. No hacen ni dejan hacer (ver nota en El Tiempo). Somos tan egoístas e irresponsables, que acá una mujer se cae en una alcantarilla y en lugar de ir a taparla, las entidades se tiran la pelota diciendo «ese no es mi hueco» (ver nota en El Tiempo).

Mejor dicho, estamos jodidos. Empecemos por poner de nuestra parte, ayudemos y dejemos ayudar. No nos pongamos trabas para todo. Ojalá aprendamos de nuestros errores y en las próximas elecciones votemos bien. Votemos por alguien que sí ame la ciudad, alguien a quien sí le duela, y no alguien cuyo ego solo le permite pensar en su carrera política, no en la que alguna vez fue llamada la Atenas suramericana. ¿Será que aprendemos?

Actualización: Me acaban de compartir, vía Facebook, esta historia que pasó esta mañana, 12 de febrero: A un peatón lo atropelló un bus del SITP y la policía no hizo nada. Esta persona narra todo y comparte fotos. Es increíble que pasen esas cosas y no se haga nada para corregirlas. Voy a empezar a copiar acá todos los enlaces de las cosas que me encuentre o que me hagan llegar. ¿Será que el mal estado de la ciudad es un tema de percepción?

«Un bus del SITP me atropelló y la policía no hizo nada». 12 de febrero 2015. Las 2 orillas.
«La caída de una mujer en una alcantarilla ‘sin dueño'». 10 de diciembre 2014. El Tiempo.
«Me robaron la bicicleta y la policía se burla de mí». 18 de Octubre. Marmotazo


Como pudieron notar, esta vez vamos a dejar descansar a Andrés. He querido escribir de otros temas y por continuar las historias he dejado de lado el resto. El tema de Bogotá es algo que pienso a diario y me inquieta (aunque yo creo que ya lo notaron). Pero tranquilos, hay más historias de «Le pasó a un amigo», pero por estos días me está costando mucho sacarle tiempo a escribir y tampoco quiero dejar de lado el resto de temas. Prometo que cuando baje la marea escribiré dos veces por semana: una para «Le pasó a un amigo» y otra de opinión, o sea, un Marmotazo. Tengo otro proyecto de blog que hace mucho no muevo, pero lo reviviré, precisamente porque he recibido varias historias de ustedes, que vale la pena publicar. Ya les estaré contando. Si llegaron hasta acá es porque se aguantaron la ñoñada de hoy, muchísimas gracias. En serio, carajo, ustedes sí se hacen querer.


Entradas anteriores: «Sansón Andrés«, «Por qué no creo en agüeros«, «10 claves para ser influenciador en redes sociales«.


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