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El ganador de la París-Niza demostró, una vez más, por qué es un ciclista diferente en el pelotón internacional.

Foto: AFP/Anne Christine Poujoulat (2019)-Egan Bernal vestido de líder durante la última fracción de la París-Niza 2019.

Foto: AFP/Anne Christine Poujoulat (2019)-Egan Bernal vestido de líder durante la última fracción de la París-Niza 2019.

Luego de una espectacular fracción montañosa finalizada en los sectores urbanos de Niza, el público europeo vio la consagración de Egan Bernal como nuevo rey de una de las carreras más reconocidas a nivel internacional: La París-Niza. A lo largo de esta semana de cempetencia, Bernal mostró varias cualidades que fueron moldeando su rendimiento para lograr el título de la clasificación general. Junto al triunfo en el Tour del Porvenir y en California, la París-Niza se convirtió en la tercera carrera de prestigio que gana el oriundo de Zipaquirá. Su amplio palmarés con apenas 22 años, es la consecuencia de una gran ambición que la satisface por su esplendorosa condición física, y durante la competencia Egan ratificó esa característica a través de varios aspectos:

Regularidad en todos los terrenos

Egan Bernal mostró una importante fortaleza en el ascenso, descenso, plano y contrarreloj, la cual le permitió establecer diferencias con sus máximas rivales. En el llano, logró arañar segundos de bonificación a través de los sprints intermedios, siempre en las llegadas masivas a pesar de no ser un embalador, estuvo en las posiciones delanteras para pelear la etapa, algo que muy rara vez veríamos en otros escaladores. Pero el punto más clave fue su defensa en el viento, pues este elemento fue el que eliminó a varios candidatos como Yates, López, Aru, Pozzovivo o Soler. SI bien es cierto el Sky le brindó una gran ayuda, también necesitaba de la defensa individual para no perder tiempo.

En la prueba a cronómetro su desempeño fue destacado, sexto en la fracción con apenas 15 segundos perdidos e invirtiendo una potencia alta para rodar a grandes velocidades. Como siempre en la montaña se defendió, si bien es cierto que Bernal tiene un estilo más ofensivo, sabía que llegaba con ventaja sobre sus rivales, por lo que él no tenía que atacar, debía esperar al movimiento de ellos, aún así, estuvo sólido y no cedió tiempo. En cuanto a las bajadas, también hay que destacarlo, pues en la última etapa se vio, cómo también él pasó a la conducción del paquete principal para recortar diferencias con el grupo de Quintana, incluso teniendo el apoyo de un experto como Kwiatkowski, demostrando así que es un pedalista completo.

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Siempre con el respaldo de un gran equipo

En este deporte, el trabajo en colectivo es prioridad y parte del éxito de un ciclista se da gracias al trabajo de su equipo. Sin el apoyo de una escuadra tan poderosa como el Sky, Egan no pudiese haber obtenido este triunfo, pues ofreció el control de la carrera, romper al grupo cuando se dieron los vientos laterales y en el terreno montañoso. La conformación de la plantilla fue correcta, un hombre para los tramos planos como Luke Rowe y lugartenientes para el ascenso, caso de Tao Geoghegan, Sebastián Henao, Michal Kwiatkowski, Jonathan Narváez e Iván Ramiro Sosa. Es decir, fue un grupo diseñado para arropar a su líder en todos los momentos.

Un ejemplo de esta edición de la París-Niza que refuerza este concepto, lo vimos ayer. Un Nairo Quintana que atacó de lejos y necesitando el apoyo de su conjunto no pudo recibir tanta ayuda por el cansancio de Anacona y Carretero, Marc Soler logró aportar algo, pero casi todo el trabajo de sacar diferencias lo hizo el boyacense; mientras que Egan Bernal se mantuvo con sus 5 escaladores para controlar y no permitir que Nairo sacara más ventaja. Entonces, en ese duelo terminó ganando el que tenía más compañeros.

A pesar de su edad, corre con experiencia

Desde su salto al ciclismo de ruta en 2016 el crecimiento de Bernal ha sido impactante. Su inteligencia en carrera es determinante y esta la ha obtenido a través de los aprendizajes de otras competiciones. Cuando uno lo ve correr, no pareciera ser tan joven pues su lectura de las diversas situaciones lo lleva a tomar las mejores decisiones. Sabe medir el esfuerzo, cuando responder a un ataque o no y en qué momentos es adecuado dar relevos. En el ataque de Quintana, no se desestabilizó, sabía que tenía un equipo fuerte para atraparlo más adelante y era preferible que su rival desgastara y manejara la situación por su propia cuenta. Si hubiese respondido al ataque, desaprovecharía el apoyo de sus compañeros y se arriesgaría a reventar en algún momento, por ello en el ciclismo no sólo es necesario tener fuerzas, incluso es más importante saber cómo administrarlas y el cundinamarqués es muestra de ello.

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El camino para el Giro d´Italia, todavía es lejano y Egan deberá afrontar otras pruebas para llegar en forma a la carrera italiana. No hay que meterle presión, porque será su segunda gran vuelta y preferiblemente tratará de llevarlo con calma. Pero está demostrando que en cualquier momento puede dar el batacazo, pues de seguir con ese potencial podrá dar la batalla frente a rivales ya mucho más moldeados.

Alejandro Matiz

@amatiz12

 

 

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