…o de cómo podemos tomar parte activa en la gestión de nuestra propia salud
Por Andrea Carolina Reyes Rojas para Misión Salud
Vamos a desviarnos un poco de nuestro tema central para dar un poco de contexto a nuestra causa. Como ya lo sabemos la salud va más allá de no estar enfermo y cuando lo estemos, todos sin excepción tenemos derecho a acceder a los tratamientos efectivos, de calidad y a precios asequibles.
Ante dolencias en el cuerpo, con el paso del tiempo nos hemos acostumbrado a que los medicamentos sean el primer recurso al que acudimos. Sin embargo, cada individuo tiene la posibilidad de transformar este punto de partida a partir de evoluciones sociales, científicas y políticas que están teniendo lugar. Por ejemplo:
- Cada vez sabemos de más personas que resuelven los dolores en su cuerpo actuando sobre sus emociones, hábitos de vida, entorno, etc. Si bien parece ser algo nuevo, la verdad es que desde hace siglos lo sabemos: “Que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina”, decía Hipócrates (460AC – 370AC).
- Los avances científicos en áreas como la física, química, neurobiología y ecología son ahora llevados al plano terapéutico en intervenciones que cultivan la capacidad de autocuración que tenemos los seres humanos. Tenemos la opción de, en vez de limitarnos a consumir medicamentos, utilizar, quizá junto con otras ayudas terapéuticas, el inmenso potencial del cerebro al servicio de la salud de su propio organismo. “El mejor médico que hay en este mundo eres tú… Tú tienes todo dentro de ti, todo el equipamiento necesario para sentir si algo está bien o no para ti” nos dice el documental del 2008 “La comida importa”, dirigido por James Colquhoun y Carlo Ledesma.
- Son diversos los autores que han planteado críticas de fondo a la forma en que están estructurados los sistemas de salud pública de los países en occidente, al encontrarlos orientados hacia la enfermedad en lugar de la salud, y hacia el fortalecimiento de una relación de dependencia entre los individuos y el sistema. Para sólo citar una de las autoras defensoras de estas tesis, la Dra. Ghislaine Lanctôt, autora del libro “La Mafia Médica”, afirma: “La medicina actual está concebida para que la gente permanezca enferma el mayor tiempo posible y compre medicamentos, si es posible toda su vida”; “Salvo en lo que a cirugía se refiere, los antibióticos y algunas pocas cosas más, como los modernos métodos de diagnóstico, la medicina convencional sólo se ocupa de hacer desaparecer los síntomas. Da la impresión de curar pero no cura. Simplemente elimina la manifestación del problema en el cuerpo físico pero este, tarde o temprano, resurge.”
La apropiación del individuo de su estado de salud es un concepto transversal a estas tres consideraciones, concepto que incluye la conciencia de cada persona frente a sus hábitos de vida (alimentación, deporte, descanso físico y mental, pausas activas en las jornadas laborales, etc.), así como la tranquilidad para ver la relación entre las emociones que vivimos, que a veces hasta nos dominan, con cómo nos sentimos físicamente.
Esta perspectiva no es ajena a nuestros sistemas de salud, solo solo hay que ver el día a día del trabajo de miles de rehabilitadores (fisioterapeutas, fonoaudiólogos, psicólogos, entre otras disciplinas) en el que logran resolver o mejorar condiciones de salud física y/o mental en sus usuarios (como ellos los llaman, pues no son pacientes ya que tienen un rol activo y determinante el tratamiento terapéutico) a través del trabajo conjunto y consiente entre la persona y su terapeuta previniendo intervenciones invasivas o drásticas que implican un riesgo para la seguridad o la vida.
Permitirnos ver que la “aparición de dolores” en muchas ocasiones tiene raíces en nuestros hábitos y emociones, tiene el potencial de ampliar las posibilidades de resolución de nuestros malestares sin necesidad de recurrir a medicamentos. ¿Así de sencillo? Si. ¿Funciona? La invitación es a explorarlo, por supuesto que sin excesos ni fanatismos, para ver, a través de la propia experiencia, si la “autocuración” en realidad es posible o si es un mito. La hipótesis de partida es que el cuerpo humano es, en todo el sentido de la expresión, una herramienta perfecta.
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