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En un partido flojo –flojísimo- el visitante venció a un Millonarios lacónico, inexpresivo, falto de ideas.

Pareciera que ni la hinchada –que no acompañó en el número esperado-, ni el equipo logramos asimilar aún el mazazo que significó la derrota en Copa Colombia.

No recuerdo un partido más mal jugado en la era Hernán Torres que el de anoche. Al Cali le bastó con un planteamiento ordenado, y una sola llegada para llevarse los tres puntos en juego y encumbrarse así en lo más alto de la tabla de posiciones del cuadrangular B.

El equipo que el DT mandó a la cancha no supo nunca descifrar la presión ejercida por los verdes incluso desde nuestra propia cancha. Las malas entregas, los movimientos tardíos y la falta de reacción fue la constante de los nuestros a lo largo de los 90 minutos.

Pareciera que el hecho de afrontar la mayor parte de los dos torneos con los mismos jugadores le empezó a pasar cuenta de cobro a la parte física del equipo. Prefiero pensar que lo visto anoche se deba a falta de piernas y no a falta de actitud.

Lo más grave es que se miraba al banco, y no se encontraban alternativas. Lo que había en el campo, es lo que hay. EL DT, sin embargo, intentó encontrar el revulsivo en un Yuber Asprilla errático, sin desborde, demasiado frágil y apresurado.

A pesar de su mal momento actual se sintió, y bastante, la ausencia de Harrison Otálvaro. Ni siquiera el portero Delgado, figura en los últimos partidos, lució anoche, simplemente porque el Cali no pateó a nuestro arco. Tuvieron una sola llegada real de peligro, y nos cobraron.

Los que han seguido este espacio de tiempo atrás, saben perfectamente que quien lo escribe hace parte del ala optimista en exceso de la hinchada, y normalmente hasta en las derrotas suelo rescatar las cosas buenas del equipo. No obstante ayer, nada salió bien. Desde el cuerpo técnico con su planteamiento y los cambios ordenados, hasta el mismo Dayro con todo y que no paró de correr y de intentar rebuscársela…. ¡Todo mal!

Afortunadamente en el fútbol siempre habrá revanchas, y la oportunidad de mostrar una cara distinta del equipo está a la vuelta de la esquina. El sábado, otra vez como locales, Millos está obligado a vencer a Deportivo Pasto, y a intentar congraciarse con los hinchas que ayer, en un alto porcentaje, salieron del Nemesio no solo amargados, sino muy molestos.

Aún hay tiempo y chance de enderezar el camino, pero con la derrota de anoche, el margen de error tiende a cero. Quedamos obligados a vencer en los dos partidos como local y a ganar por lo menos uno de visitante, para tratar de equilibrar las cargas.

Todavía se puede, numérica y matemáticamente tenemos todas las posibilidades de revertir la mala hora que nos viene acompañando, pero habrá que mejorar muchísimo el rendimiento mostrado anoche.

Le corresponde a los futbolistas y al cuerpo técnico hacer la autocrítica de lo sucedido frente al Cali entre hoy y mañana, porque lo apretado del calendario no da espacio para más.

Confiemos en que lo de anoche haya sido solo un bache. Sigo creyendo que el domingo, a pesar de la derrota, Millos mostró categoría de equipo grande y de firme aspirante al título de Liga.

La tarea es rescatar algo de lo bueno que se hizo en Medellín agregándole, obviamente, una mayor contundencia y ambición para buscar el arco contrario.

Cordial y albiazul saludo

@azulhstalatumba

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