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CUANDO LA CARGA NO ES LABORAL

“En la Gran Depresión de los años treinta, que tengo edad para recordar, la mayoría de mi familia perdió su trabajo, la situación era grave, subjetivamente peor que hoy, pero había la esperanza de que las cosas iban a mejorar. Hoy esa esperanza no existe”.

Noam Chomsky, Requiem for the American Dream *

 

Si hay palabras que duelen y encarnan nociones definitivas para las vidas de millones de personas de cualquier género y edad, esas son empleo, salario, trabajo, ocupación, ingresos y sus antípodas, desempleo, desocupación, y sus hermanitas mayores, crisis y recesión.

Todo eso ha cambiado en los años de este siglo XXI, que ahí va marchando, con el tiempo acelerado (¡ya se va a acabar el año!) y una baraúnda de sucesos económicos, sociales y climáticos que se revuelven como picados en una licuadora.

¿Trabajos decentes para toda la vida, que aseguren compensaciones justas, reconocimientos y el camino sembrado de rosas hacia una jubilación que sostenga en un nivel equivalente? Así es exactamente el paraíso perdido. Si lo hubo, ya no existe. Con un poco de suerte y también de trampa (que así se sobrevive en Colombia con algunas pensiones), puedes obtener algo de eso. Y darte por satisfecho, en contravía del mundo entero.

Porque las cosas están aflorando malsanas en muchas partes del orbe. En Estados Unidos, a los trabajadores que sobrevivieron a la recesión de hace unos pocos años, el próximo presidente Trump o la señora Clinton les pueden tener de regalo una hermanita melliza. Lo cual, para decirlo en palabras amables, podría devenir en una catástrofe humanitaria.

Por una sencilla razón: no se han recuperado de la cacería sin piedad que representó la crisis financiera de 2008. O mejor dicho: las cosas no volvieron a ser iguales. En un reciente informe de The Wall Street Journal Americas, se establece que aunque se supone que la mala quedó atrás desde hace siete años, “el desempleo y el subempleo han socavado la posterior expansión económica… y muchos estadounidenses no se habrán recuperado del todo cuando llegue la próxima recesión”. Cerca de 40 millones de personas perdieron sus empleos en la anterior. Y hoy son 14 millones de personas las que buscan trabajo o tienen un empleo de medio tiempo. ¿Felices y afortunados los otros 26 millones? Depende…

La recuperación del mercado laboral ha sido lenta. Asegura el medio de comunicación que en los años más recientes, el número de personas que buscan empleo por más de seis meses ha sido inusualmente alto. También de los trabajadores de medio tiempo. Al cabo de cinco años, solamente uno de cada cuatro desocupados que vuelven a emplearse gana lo mismo que antes.

Lo que la pérdida del trabajo, y un largo tiempo de desempleo representa para la salud mental y anímica de individuos y familias, aún no se ha dimensionado, ni mucho menos prevenido y tratado como debe ser. Desempleo implica aislamiento. La gente puede extraviar su identidad y con ella, la red social, que suele ser voluble e interesada. Y ahí brotan las palabras que demandan remedio: estrés, depresión, desconfianza, la perturbadora ansiedad y vergüenza.

Vinculado a las penurias económicas aparece el aumento de la tasa de mortalidad entre estadounidenses blancos de mediana edad, lo mismo que el abuso de sustancias y las enfermedades del hígado. Y no hablemos de las consecuencias en los hijos…

Pero si en Estados Unidos llueve, en Francia no escampa. La denominada “Reforma Laboral a la española” o Ley El Khomri, por el apellido de la Ministra de Trabajo, tiene bejucos a los franceses, especialmente a los jóvenes, que podrían verla pasar, como ocurre aquí con el salario mínimo, aprobada por un decreto y sin votación en la Asamblea Nacional.

¿Qué les molesta tanto? Que es la reforma del despido. Este podría producirse si no cuadran positivamente los estados financieros. O si la empresa se enfrenta a reorganizaciones. Pone un tope en las indemnizaciones y hace prevalecer la decisión de la compañía por encima de los convenios colectivos.

Y bueno, a este lado del océano, el asunto tiene su propia angustia. Levantada porque la Cepal y la OIT advierten en un informe fresco como el pan caliente, que el desempleo urbano aumentará en 2016. El diario económico Portafolio precisa que puede haberle llegado la hora a las familias que salieron de la pobreza y a quienes mediante un mecanismo estadístico flexible y ligero subieron en ascensor a la clase media. Tal vez por eso, Julio Roberto Gómez, eterno Presidente de la CGT, en su simpática propuesta de comenzar la discusión del salario mínimo en julio, señala que “un país no se desarrolla con subsidios sino con oportunidades de trabajo decente y con salarios justos”.

Con unas cifras de empleo nacionales contaminadas por el crecimiento desbordado de la informalidad, es cuando se entiende el hallazgo que la gente está ahorrando más. Es simplemente porque está gastando menos…

Tiene razón Alberto Carrasquilla (ex ministro de Hacienda) cuando en su columna de la revista Dinero (“Aquí no hay toches”), señala que el ciudadano promedio colombiano (al que llama “Pedro”) sufre como su mayor angustia la incertidumbre financiera: “sabe en carne propia que en cualquier momento puede migrar a la pobreza”.

Y pobreza es una palabra que duele. Tanto o mucho más que las otras con las que comencé esta nota.

 

* http://www.revistaarcadia.com//cine/articulo/el-documental-requiem-for-the-american-dream-chomsky/48669?utm_source=arcadia&utm_medium=correo&utm_campaign=2016_05_13

cgalvarezg@gmail.com

www.carlosgustavoalvarez.com

 

Imagen: Atlas, www.Greekmythology.com

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