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Hace tiempo perdí el dato de cuántas personas que he conocido en Canadá me han propuesto ganar dinero con los anuncios de los laboratorios farmacéuticos. Al principio me deprimió, pues atravesar media ciudad en búsqueda de fórmulas para escalar profesionalmente y toparme con este tema, lo único que lograba era alborotar esa venita hipocondríaca que tengo escondida, que tanta gracia causa a mis amigos. Sin embargo, a medida que el tiempo pasaba, mi curiosidad periodística se desbordó y me encontré con * Rita una estudiante de sociología que estaba lista para unirse al juego y poco a poco la convencí de narrarme su primera experiencia como conejito de indias.   

Rita cuenta que como era primeriza le preguntaron absolutamente de todo, el cuestionario fue extenso y supremamente detallado, luego le explicaron las retribuciones que obtendría y las ventajas de no pagar impuestos pues por ser una contribución, el dinero no es declarado. Los más experimentados saben cómo mercadearse mejor, desarrollan el olfato para buscar quién les da más. “Después de mirar por varios días, en MDS, Anapharma ella se decidió por un estudio que sólo requería un fin de semana y otras visitas regulares para ver los efectos del medicamento.

 
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Era un estudio comparativo de la píldora anticonceptiva Jazmin entre dos laboratorios médicos, uno que ya está en el mercado en Canadá y otro por salir en Europa. Un total de 22 muestras de sangre eran necesarias, pero según el laboratorio era menos que el porcentaje donado en las campañas de la Cruz Roja.

 “A este examen le dicen “Scaning” y evalúa todos tus niveles, allí me pasaron un documento llamado consentimiento Informado donde me explicaron los efectos frecuentes, secundarios, graves y letales de la pastilla”. Este consentimiento detallado y según los archivos históricos de la empresa, nunca se ha muerto nadie, además me hicieron firmar un documento para comprometerme a llamar inmediatamente al servicio que tienen de 24 horas, si presentaba una emergencia.

 También me dieron la opción de escoger si utilizaba un catéter o no para las muestras de sangre, generalmente a las mujeres les hacen dos tomas extras para detectar embarazos y examinan la orina, el nivel de alcohol o si hay hepatitis, etc. En este segmento de preexistencias algunos voluntarios pueden ocultar información, sin embargo, si los resultados muestran alteraciones, los pacientes se remiten a un doctor y se bloquea su expediente clínico temporalmente.

 

 No es una prisión
“No todas fuimos escogidas, pues presentaban inflamaciones en el útero, quistes en los ovarios o presión alta/baja. Cuando las personas no son aptas para el estudio las retiran, pues todo se advierte en el consentimiento que firmamos. Existen ciertas restricciones antes de tomar los estudios, como no tomar alcohol o café, porque alteran los procesos”. Puntualiza Rita.

 Una vez el examen o scaning es satisfactorio, llaman a los voluntarios y participan en un sorteo, los no elegidos tendrán prioridad para ingresar a otro estudio. Es indispensable también que el seguro médico o “carte d’assurance maladie” esté vigente, por si la persona se enferma durante esa semana.

 Rita no se sintió con claustrofobia, la gente puede estudiar, ver televisión, hablar por teléfono, chatear y conversar. El 85% de los voluntarios eran latinos de Guatemala, Republica Dominicana, México, Honduras Colombia, Perú, Chile y Argentina entre los participantes había de todo: profesionales, madres de familia, gente con empleo, sin empleo, estudiantes y el resto eran canadienses. “Todo el mundo tiene una justificación económica”. Confiesa Rita

 Uno de los efectos secundarios más comunes son los dolores de cabeza por eso antes de salir deben permanecer un rato en la clínica hasta que se sientan bien. “Tendré que volver durante tres días en la mañana para que me saquen sangre, es para mirar en cuánto tiempo el organismo elimina el medicamento”. Explica mi colaboradora.

 El tope máximo que pagan en un estudio es de 11 mil dólares, a veces los voluntarios deben permanecer un mes o más en la clínica depende si las pruebas son para esquizofrenia, controles de SIDA o alzheimer, gastritis o diabetes.

 

La hora de los vampiros
Las compañías farmacéuticas de Quebec tienen su apodo: “los vampiros”, así las bautizó un estudiante latino de la universidad de Mcgill quien desaparecía por temporadas y la gente le preguntaba en dónde andaba y él decía “donde los vampiros” tiempo después sus amigos se enteraron que era “conejo de laboratorio”.

 Rita conoció a Claire, una canadiense de 43 años, ella estaba lista para hacer su estudio clínico número 44 y aunque tenía un aspecto saludable, los laboratorios eran su vida, no le importa nada más que planear sus futuros estudios de menopausia y de la tercera edad. Otra colombiana le contó que de los catorce inviernos que había vivido en Canadá, llevaba once con el “raspa y gana” en Toronto y Montreal,  le pagaba 200 dólares a otra paisana muy parecida a ella, para usar su seguro médico y tener acceso a varios estudios al tiempo. Mensualmente ella se gana unos cinco mil dólares.

 “Cuando entramos en confianza me dijo que se estaba haciendo menos porque sufrió de una anemia aguda, pero seguía porque no sabía hacer otra cosa. Creo que cualquier inmigrante que llegue nuevo y caiga en sus manos perdió el año” Rita me dice sin esconder su malestar.

 Otra chica Hondureña, muy simpática, le contó que sus dos hijos padecían deformaciones físicas y le ocasionaban muchos gastos, pero al menos con los estudios podía respirar económicamente. Igualmente conversó con Marie, una física nuclear canadiense que estaba allí porque quería pagarse un viaje a Cuba. Una joven venezolana le respondió que todas sus tarjetas de crédito le pitaban, entonces tenía que cubrir esos pagos “inmediatos”. Otras dos mujeres que charlaban sin interrupción resultaron ser madre e hija sometiéndose a las mismas pruebas para cubrir sus deudas.

 “Yo tengo una amiga que es tan adicta a los laboratorios, que pregunta los precios de los estudios, hace citas, es una obsesionada, ya no le interesa saber qué medicamento le van a dar, le da lo mismo cualquier cosa, si es con catéter o no…después que le paguen bien”. Reconoce con pesar la estudiante.

 Rita solo presentó su carnet universitario como identificación y ante la posibilidad de continuar en el “Raspe y Gane” respondió: ” Cuando termine este estudio debo esperar un mes para inscribirme a otro. Me da tristeza saber que es la única manera de ganar 500 dólares en menos de un mes. Pero no seguiría aquí, quiero cuidar mi salud, ser madre. Me fue bien, otros estaban tan nerviosos que se les subió la tensión, yo solo pensaba que no podría adoptar esto como un estilo de vida porque mi objetivo es salir adelante en Canadá, no quiero tener dinero para ser una mujer ‘anónima”. Puntualizó la futura socióloga.

¿Víctimas o insensatos?
El doctor Comlan Amouzou, Presidente de la Asociación de Médicos Diplomados en el Extranjero considera que muchos inmigrantes que llegan a Canadá se enfrentan al problema de no poder encontrar trabajo en Quebec y por eso responden los avisos de publicidad de las compañías farmacéuticas. “Pienso que hay un problema grande a nivel del gobierno y de la sociedad de acogida porque muchos inmigrares profesionales no encuentran el espacio para trabajar y al someterse a tantos estudios ponen en riesgo su salud, pero no existe otra manera de mantener económicamente sus familias.

 Por su parte, Jacques Alarcia, canadiense de ascendencia española, egresado de la Universidad de Laval cuenta que esta practica es muy antigua, existe desde los noventa cuando la empresa Anapharm se empezaba a conocer, pues sus compañeros participaron en estudios médicos, algo común en Quebec. Sin embargo afirma: “Creo que quienes se hacen tantos estudios médicos están jugando con fuego porque cualquier medicamento tiene un efecto secundario así sea un dolor de cabeza, alergias, etc.”

 Finalmente, Saima Zaidi, joven de origen paquistaní, diplomada en Investigación Clínica de la Universidad de Mcgill, afirma que se opone a que las industrias farmacéuticas prueben sus medicamentos en voluntarios sanos. “En Mcgill ofrecen recompensas a los estudiantes pero deberían hacer los estudios en personas que ya tienen una enfermedad en una fase terminal y desean cooperar con la ciencia”.

Mientras tanto, la pauta publicitaria sigue: Algorithme Pharma anuncia: “jóvenes no se maten la cabeza, hagan estudios médicos, paguen sus gastos extras y reciban una recompensa de 700 a 4000 dólares dependiendo del estudio”

 

* Rita nombre ficticio.

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PERFIL
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Periodista Comunicadora Social. Personaje del año 2010 en Montreal- Canadá por Le Conseil interculturel de Montréal (CIM). Ganadora Premio Literario y Periodístico Cesar Vallejo 2011- Caracas Venezuela. Reconocida por calidad de trabajo Superintendencia de Industria y Comercio Colombia 2017. Autora de "Son mis huellas y hay camino" 2018. www.nataliagnecco.com

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1 Comentarios
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  1. Lo se de ser sano casi que es irrelevante por cuanto es por dinero, lo criticable es que es una forma de explotacion de los que no tienen, es sometimiento bajo presion, pero prefiero esto a que experimenten con animales a quienes no les dan nada, solo maltrato y si todo sale mal se mueren y los queman, estos nunca diran nada, los humanos tenemos como decirlo, mediante por ejemplo… este blog.

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