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Por Gabriela Eslava Bejarano y Mariana Escobar Roldán*

censurar tutela

El 6 de marzo de 2018, Kika Nieto, quien se presenta en redes sociales como ‘influencer’ y youtuber, respondió en un video en el que sus seguidores le hicieron preguntas, sobre sus opiniones acerca de la comunidad LGBT, “siendo de una religión cristiana”. / Tomado de YouTube

YouTube revolucionó la forma de contar historias, de opinar y de posicionarse. Hace apenas dos meses, el periodista Daniel Samper cedió su espacio de esta red social a la líder de El Salado Yirley Velasco, y más de 55 mil personas se conmocionaron con su trayectoria como abanderada de mujeres víctimas de violencia sexual. Lo mismo hicieron La Pulla, con Francia Márquez; Juanpis González, con el líder arhuaco Jaison Pérez, y Las Igualadas, con la líder trans Zunga la Perra Roja. Todo un experimento de narrar, denunciar y movilizar por medio del video digital.

Sin embargo, el oficio de los youtubers, esas celebridades que se posicionan en las pantallas y que están a la vanguardia de una revolución del entretenimiento, plantea dilemas que en tiempos del auge de la televisión eran impensables.

Partamos del hecho de que sus protagonistas crean una relación especial con las audiencias. Al hablar desde su cama, su escritorio o su sofá, y al publicitar sus relaciones, victorias, miedos y experiencias, le permiten al espectador entrar a lo más íntimo de sus vidas, y generan una conexión con quien los ve que se convierte incluso en relación de confianza.

No obstante, eso no los exime de la carga que llevan por ser figuras públicas. El eco de sus palabras tiene peso e implicaciones. Esto es todavía más claro si lo entendemos desde la teoría de los actos del habla, con la que el filósofo británico J. L. Austin plantea que, con el lenguaje, los seres humanos no solo transmitidos información y opiniones, sino que actuamos. Así las cosas, en contextos como el de Youtube, las palabras pueden subordinar, degradar, excluir, segregar, privar de derechos, promover odio y tener efectos reales sobre la vida de las personas.   Considerando el poder de influencia de los youtubers algunos de sus derechos deben ceder un poco en la deliberación pública, pues se trata de figuras públicas.

El 6 de marzo de 2018, Kika Nieto, quien se presenta en redes sociales como ‘influencer’ y youtuber, respondió en un video en el que sus seguidores le hicieron preguntas, sobre sus opiniones acerca de la comunidad LGBT, “siendo de una religión cristiana”. “Yo opino que Dios nos hizo a todos y creó al hombre y creó a la mujer para que el hombre esté con la mujer y la mujer esté con el hombre, y ya. Lo que hayamos hecho después de eso, como hombre con hombre y mujer con mujer, considero que no está bien; sin embargo, ojo a esto, lo tolero ¿saben? Tengo amigos gays, tengo amigas lesbianas, las amo con todo mi corazón y si sé algo y de lo que estoy completamente segura es que Dios es amor, punto. Y él me llama a mí a que yo ame a la gente, punto. Sin juzgarlos. Yo no los creé a ellos. Si alguien en algún punto de la vida tiene que juzgarte a ti por ser lesbiana o por ser gay, no soy yo, es Dios”, afirmó.

Sobre esto, Las Igualadas, un canal de Youtube de El Espectador sobre temas de género, presentó un video en el que expresaba las razones por las que las palabras de Nieto causaban daño. A su vez, el video motivó una acción de tutela de Nieto contra Las Igualadas, que esta semana está en la orden del día de la Corte Constitucional.

En su acción, Nieto pretende que Las Igualadas se retracten por haberla llamado “homofóbica”, y basa su petición en la supuesta vulneracion a sus derechos al buen nombre, honra, intimidad e imagen.

Sobre esta, Dejusticia presentó una intervención ante la Corte Constitucional en la que demuestra que Las Igualadas no vulneraron el derecho al buen nombre de Kika Nieto, sencillamente  porque no divulgaron información falsa o errónea sobre la youtuber ni utilizaron expresiones ofensivas o injuriosas que distorsionaran su prestigio social e imagen. Tampoco vulneraron su derecho a la intimidad, porque fue ella misma, incluso antes de la reacción de Las Igualadas, la que, con sus palabras, generó reacciones desfavorables en la opinión pública. Además, Las Igualadas no vulneraron el derecho a la honra de Kika Nieto, porque de ninguna forma expresaron una opinión tendenciosa sobre la vida privada de la youtuber, sino que hicieron un análisis de su discurso.

Por el contrario, el video de Las Igualadas promueve la deliberación crítica y la difusión de ideas frente a las descalificaciones de Nieto hacia la comunidad LGBT, descalificaciones que son inadmisibles en una democracia constitucional. De hecho, cuestionarla hace parte de la realización de un interés público que consiste en la protección de la diversidad de opiniones, propia de la democracia, y en la protección de una comunidad que ha sido históricamente discriminada, como son las personas LGBT.

Por último, la opinión de Las Igualadas se encuentra amparada por la libertad de expresión, como todos los espacios de opinión en Colombia. Nieto, en lugar de responder a una opinión con otra opinión, trata de censurar con una acción de tutela a quienes piensan distinto a ella. Nieto pide que la videocolumna de Las Igualadas sea retirada de Youtube y que estas hagan un nuevo video de rectificación.  En lugar de enfrentar una opinión con la que no está de acuerdo con sus propios argumentos, Nieto desvirtua el propósito de la acción de tutela.

* Investigadoras de Dejusticia

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