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Por: Alberto Diaz

A diferencia de algunas campañas, de las que me han llamado sus protagonistas para que les apoye en su proyecto político, el fenómeno de Antanas Mockus llamó mi atención, aún sin conocerlo en persona, para ese entonces, sus ideas como “Creo ser capaz de poner lo mejor de mí, pero sobre todo de convocar a la gente para que ponga lo mejor de sí”, nos convocó a unos amigos y a mí a la verdadera unidad nacional.

No a la de Santos que tenía como protagonistas a los diferentes presidentes de Partidos como Rafael Pardo, Germán Vargas Lleras, que posteriormente se convertirían en sus ministros canjeando sus votos con puestos. La unidad nacional de Mockus la respaldaban, a su vez, los jóvenes con sus ahorros rompiendo el marrano, a diferencia del que se repartía en platos durante la campaña de Santos.

Con mis amigos decidimos que la campaña en Bogotá contaba con suficiente apoyo, por tanto en decisión con todos, nos fuimos a un municipio en particular de donde era oriundo uno de ellos. Tal sorpresa nos llevamos que ya había un Mockus en el pueblo y este era el médico, que mientras paseaba en su bicicleta le gritaban: ¡Mockus, Mockus, Mockus! Su labor consistía  en ayudarle a la gente, algo así como: Yo lo hice porque quise, a mí no me pagaron. Al ver que sus acciones eran afines con las ideas mockusianas, terminamos uniendo esfuerzos, y en el desarrollo de la mini campaña incluimos ejercicios de confianza, similares a los usados en otros escenarios por Mockus.

Todo esto fue una locura, no por la Ola Verde de Mockus, sino por otros eventos como el desbordamiento del Magdalena, que nos impidió en ocasiones llegar a veredas de este municipio, sin contar con el tremendo impacto que nos llevamos al ser recibidos con la petición de dádivas para votar por nuestro verde candidato, en tanto que nuestra campaña contendora, tenía toda la maquinaria política a su favor, incluido los gamonales del pueblo.

Nunca antes había visto una emoción tan desbordada, de parte de los jóvenes y de aquellas personas que quieren un cambio trascendental en Colombia, creo que sigue siendo un sentimiento que anhelamos algunos y que, en cambio, a otros les suscita escozor porque defienden lo establecido, conservar los hábitos insanos de la política tradicional, a veces rojos de la ira por no robar lo suficiente, y en otras azules, como pálidos, sorprendidos ante su propia infamia, que pretende conservar las riquezas en exclusiva.

Al término de la campaña, lamentablemente, no se obtuvo el deseado triunfo en las urnas, aunque quedó el precedente de que sí es posible pensar un mejor país sin acudir a artimañas, manteniendo sus principios y obteniendo resultados concretos. El hecho de obtener más de mil votos en la primera y segunda vuelta en este municipio, fue un evidente éxito, a pesar de que hoy lo gobierna una “Zarta” de mentiras.

En el ámbito nacional, la contraparte, denominada “Prosperidad Democrática”, acudió al engaño y persuadió a la gente de la impudicia del líder verde, le recordó el haberse bajado los pantalones veinte años atrás, lo calificó de ateo por haberse casado en un circo y su Parkinson le valió el epíteto de “Caballo Discapacitado” por parte del “Gran Colombiano”, entre otras cosas, en las cuales imperó “El Todo Vale”.

Unos añitos atrás, tanto a Jesús como a Sócrates les sucedió un acontecimiento semejante, fueron catalogados de herejes, de locos e incluso de revolucionarios, aunque después aquellos quienes los juzgaron, usufructuaron e hicieron como propias sus ideas. Aquellos escribas y fariseos siempre han existido, hoy se camuflan como periodistas y asesores de campaña, han hecho pan de cada día, “el miente, miente, que algo quedará” de Joseph Goebbels, ministro nazi de propaganda.

En suma, la honestidad radical del maestro Antanas, lo llevó a su “fracaso”, prefirió ser coherente en su discurso y alejarse hasta el presente del Partido verde, al no aceptar la compañía del “Gran Colombiano”, como lo sugería su ex co-partidario Enrique Peñalosa, que a la postre perdería en su carrera a la Alcaldía de Bogotá. Tomó entonces Mockus la Cicuta y acabó con su vida política.

Palabras Sociales   T. @betodiazb  F.

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