La mayoría de los colombianos vemos con buenos ojos, que luego de superarse el impase de la retención del General Álzate y sus acompañantes y luego de darse la liberación de los soldados secuestrados en Arauca, los Diálogos de paz en la Habana, vuelvan a su cauce. Sin embargo, aprovecho este espacio para solicitar a los negociadores, gobierno y F.A.R.C., que como parte fundamental de la negociación y de manera inmediata, se dé la desactivación de todas las minas antipersonales aún presentes en la mayoría del territorio rural del país.
Me duele leer que Colombia ocupa el segundo puesto en niños víctimas de minas, que después de Afganistán somos el país que más reporta muertes de menores como resultado de este método de guerra. Realmente es lamentable que aún se registren noticias donde se evidencia que los caminos a las escuelas o los alrededores de territorios campesinos, se encuentran minados y que allí caen desde animales de todas las especies, hasta soldados, campesinos y niños.
Quisiera preguntarle al señor Presidente Santos, ¿no le parece un hecho aterrador que desde que se iniciaron los diálogos de paz en el año 2012, se han reportado 607 víctimas de minas antipersonales y de ellas más de 57 víctimas han sido niños? En ese orden de ideas, ¿no cree usted señor Presidente, que es una condición indispensable que para que los diálogos continúen, se solicite de ipso facto la desactivación de todas las minas antipersonales instaladas en el territorio colombiano?
No obstante lo anterior, son los mismos menores, los que piden ser excluidos de la guerra, tal y como lo expresaron en noviembre de este año, los niños de Las Palmas (Meta), quienes han sido testigos del reclutamiento forzado de por lo menos catorce infantes de la región, quienes se vieron obligados a dejar sus salones de clase para portar un uniforme y un fusil de una guerra que ellos no entienden.
Por estas razones, le hago un llamado a los señores de las F.A.R.C para que de una vez por todas dejen a los niños fuera de esta guerra; no los obliguen a ser parte de este conflicto, déjenlos jugar en el campo, déjenlos estudiar y sobretodo, déjenlos soñar con un país diferente al que ustedes han planteado y eso empieza por respetar las escuelas sin usarlas como centro de operaciones de guerra y limpiar los caminos de cualquier artefacto explosivo que los pueda perjudicar.
También le hago un fuerte llamado al Presidente Santos y a Cristina Plazas, Directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, para que se unan esfuerzos en la protección de los derechos de los niños y se continúe con la labor que lideran los departamentos de Tolima y Magdalena, regiones que se destacan por ser las más preocupadas en el tema de la niñez. Considero que es vital reducir a cero la cifra de los 108 municipios donde se evidencia el reclutamiento forzado de menores, según informe de Procuraduría General de la Nación, de lo contrario, es imposible creer que vamos en un camino seguro a la paz.
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