“Yo soy Fidel”, fue la consigna que gritó al unísono el pueblo cubano, representado en 9 millones de personas el pasado 25 de noviembre de 2016 y los días siguientes. Grito unánime y ensordecedor tras el fallecimiento de su líder político que durante 58 años, dio cuenta de una forma de revolucionar la historia de un país. Un pueblo cuyo grito constata que más que represión de libertades, lo que hay es un descontento relacionado con la escases y la poca capacidad para adquirir bienes y riqueza.
Para hacernos una imagen cercana de un país del cual tenemos información poco realista, Cuba tiene casi la misma área en metros cuadrados que nuestro Departamento del Amazonas, en Colombia. Cuba no sobrepasa en población los 11 millones de habitantes. La caravana de gente que acompañó el féretro de Fidel Castro, desde la Habana atravesando todas las provincias hasta llegar a Santiago de Cuba, un recorrido de 872.7 km, sumó alrededor de 9 millones de personas, es decir, como si todos los habitantes de Bogotá formaran una caravana en el Departamento del Amazonas.
Al ver esta magnitud de movimiento humano, me hice muchas preguntas, entre ellas sobre qué tan verdadera era esa veneración nacional por un líder político, por momentos pensé si podría yo gritar “Yo soy Uribe” “Yo soy Santos” “Yo soy Gaviria” con la misma pasión que el pueblo cubano lo hizo por Fidel, y definitivamente no. No me siento identificada con ninguno. Aquí una primera reflexión para hacer y es sobre el liderazgo político en Colombia.
Otra pregunta está relacionada con ¿por qué dejar de admirar algo que desconocemos? Cuba es un país latinoamericano, y como latinoamericanos compartimos territorios, culturas, historias y luchas parecidas, es digno de mirar hacia allá, para ayudar a comprender nuestra propia historia con pequeñas o grandes revoluciones; los caminos que se ensanchan o se hacen angostos para avanzar en las luchas sociales y políticas emprendidas por la ciudadanía colombiana, luchas organizadas que buscan la garantía de sus derechos. Surge la segunda reflexión, y es que los pueblos tenemos semejanzas y diferencias y la manera como construyen su historia es digna de respeto y de reconocimiento. Los pueblos deben aprender de su propia historia y de la historia de los pueblos que los rodean.
Para atender solo a estas dos reflexiones consideré mi origen, esto es importante, porque las visiones, las percepciones y los juicios que hacemos sobre otros parten de lo que somos, de nuestras experiencias y de aquello que estamos dispuestos a escuchar y a aprender en la vida. Nací en Colombia, un país capitalista (modelo económico), donde los medios de producción pertenecen a quienes tienen el capital. Este capital existe para generar riqueza, y para que la riqueza crezca, cuenta con un mecanismo que es el mercado. Nací en Colombia, un estado democrático cuya organización social atribuye el poder a la ciudadanía sustentado en la libertad, la igualdad y donde las relaciones sociales están mediadas por acuerdos sobre cómo vivir en comunidad (contratos sociales).
Puedo concluir que mi pensamiento está influenciado por esta forma de organizar la vida, y mis juicios están ordenados de acuerdo a esta experiencia que es la que conozco. Ahora, en mi experiencia de vida, he visto mejor dibujado el capitalismo y más borrosamente la democracia.
A diferencia de Colombia, Cuba es un país comunista. El comunismo es un sistema político, económico y social, basado en la doctrina que defiende la organización social, no existe la propiedad privada ni la diferencia de clases sociales, los medios de producción están en manos del Estado distribuidor de bienes de manera equitativa y según necesidades.
Colombia y Cuba, dos países latinoamericanos que comparten territorio, cultura e historia de luchas, son distintos, pero no están distantes de los errores que cada uno de los modelos de organización económica y política puedan llegar a tener en su ejecución. Los errores en el direccionamiento político de un país, dependen de la capacidad y la facultad de cada pueblo para defender sus libertades individuales y colectivas; del sentido y el lugar que cada sociedad da al bien común.
Hechas estas claridades, volvemos a las reflexiones iniciales, la primera, el liderazgo político. Valoro en el sistema cubano que las ideas, los pensamientos y las figuras como Fidel Castro, Ernesto el Ché Guevara, Camilo Cienfuegos, entre otros, que representan para los cubanos, ideas de libertad y dignidad, permean la vida de las personas. Desde que un niño va al círculo infantil (jardín infantil), y en todo el sistema educativo hasta la Universidad, les enseñan el amor por su patria y el reconocimiento digno y orgulloso de quienes han liderado las luchas populares entregando su vida. A cualquier cubano se le puede preguntar la historia de su país, los pensamientos de José Martí (líder de la independencia cubana), la entrada de los revolucionarios por Bahía Cochinos, y la contará como si hubiese sido parte de la historia y los repetirá con el mejor de los sentidos y el mayor de los orgullos. Este adoctrinamiento, no desaparece en los lugares de trabajo, el pensamiento revolucionario, la capacidad crítica y la claridad de sus raíces hacen parte del ADN de los cubanos.
Aquí se valida el método, sin entrar a juzgar más allá. Si queremos que los colombianos respetemos la vida como valor sagrado, que respetemos los recursos públicos (erario público) y los recursos naturales como sagrados, que la transparencia y honestidad sean valores innegociables, que haya respeto y garantía por los derechos humanos, que haya reconocimiento respetuoso hacia los líderes sociales y políticos, que vivamos en una cultura no violenta, entre otros, nos implica repensarnos el sistema educativo y social con estos transversales, para que sean sostenibles y lograr que la sociedad los reconozca y los refuerce siempre.
La segunda reflexión: ¿por qué dejar de admirar algo que desconocemos? Una mentira repetida muchas veces se convierte en verdad, más aún, si dejamos de lado nuestro sentido crítico y accedemos a solo una fuente de información. Siempre que comparemos un país capitalista con un país comunista se encontrarán desventajas y ventajas. Reconoceré las ventajas de un país comunista sin desconocer los sacrificios importantes del pueblo, que es el que en todo sistema pone su mayor cuota.
Las ventajas: salud, educación, deporte y cultura. En Cuba no existe el paseo de la muerte, porque la salud en su totalidad está subsidiada por el Estado, lo que significa que es gratis. Todo cubano accede al sistema de salud sin ningún costo. La medicina que más cuesta no supera los 200 pesos colombianos, sin importar el nivel de complejidad de la enfermedad o el tratamiento. El porcentaje de niños no nacidos es de cero, porque existen leyes de protección para las madres y licencias de maternidad que superan el año. ¿Existe precariedad? Sí. Las razones bloqueo económico, corrupción… La educación es realmente gratuita, desde que un niño entra al círculo infantil, y antes, hasta los estudios de pregrado es gratis, no existe el analfabetismo, los postgrados incluyendo los doctorados son gratis para los cubanos. Nadie paga por nada, ni siquiera uniformes o útiles escolares; según la UNESCO, Cuba tiene uno de los mejores sistemas de educación de la región. Deporte, la promoción del deporte, hace parte del currículo escolar, el estímulo de deportistas de distintas disciplinas, así como el arte, hacen parte de la integralidad de la educación.
Creo que es importante seguir ahondando en estos asuntos y mirarnos al interior de nuestra casa-país, para convencernos que nuestras decisiones individuales, se vuelven colectivas, especialmente en las urnas, y de ello depende el presente y el futuro propio y ajeno de cada sociedad. “Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que se debe ser cambiado” Fidel Castro.
buen articulo… pero comparar ese pequeño gigante que es cuba con este bobo litro de Colombia?
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BJK
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Colombia también tiene la capacidad de brindar educación, servicio de salud y deportes gratis a toda la población, éste es un país con una excelente economía, que es capaz de brindarle más oportunidades a los niños, adolescentes y jóvenes; que iniciar una maestría o un doctorado este a la orden del día para los profesionales colombianos. Bienvenidos a la realidad, bienvenidos a Colombia el país donde si se exportaría la corrupción sería millonario, como lo dice nuestro caricaturista Matador y lo peor es que todos saben y nadie dice nada.
Excelente artículo @yolicampos
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