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Gisela MatamorosPor: Gisela Matamoros y Daniela Rivas Ravelos

La semana pasada estuvimos con un grupo de personas maravillosas y valientes, visitando y conociendo de cerca la situación de nuestros compatriotas venezolanos en Cúcuta,  frontera de Norte de Santander.  

Creo que ninguno imaginaba, realmente, la dimensión de la tragedia que viven estas personas. Saber que están atravesando por una situación de innumerables necesidades, no es ni siquiera ínfimamente comparable con la terrible realidad.  Escuchar de primera mano  los testimonios de cada uno, verlos suplicando por una caja de cartón para dormir y rogando por un poquito de agua para beber, por un jabón o un plato de comida, parte el alma. Ver la felicidad de los niñitos revisando una caja con «basuritas» de juguetes, oír historias de escapadas a las tres de la mañana por el techo de una casa mientras están abajo amenazando a sus familias, secuestrando a sus hijos para presionar, saber como el SEBIN secuestra a sus compañeros (en Cúcuta) para llevárselos hasta pasar el puente Simón Bolívar, estar en el momento en el que alguien se entera que mataron a un familiar, o amigo… eso derrumba a cualquier ser humano. No alcanzaron tres días para escuchar cientos de historias que hablan de la aberrante debacle humanitario de mi país.

Experimentamos un choque de sentimientos que sacó de lo profundo de nuestros corazones el ímpetu para ayudar a aliviar un poco las situaciones más urgentes.

Luego de escuchar tantas historias, entre risas y llanto, entendimos que si ellos no se rinden, mucho menos nosotros; nadie debe abandonar esta lucha, porque aquí, cada uno tiene su rol y sabe cuál es. Lamentablemente, aún existen muchos indiferentes, a quienes les decimos, de manera contundente, que llegó el momento de  asumir su responsabilidad, como venezolanos.

Imposible no enfrentar la tristeza con la esperanza, después de esa visita tan dura, llena de tanta realidad. Las ganas de seguir y luchar de nuestros hermanos, la disposición que tienen tantas personas (venezolanos y colombianos) para ayudar es increíble, y eso es lo que nos tiene que dar fuerzas, porque ellos, literalmente dan su vida por nosotros.

Dirigentes políticos de la oposición no escapan de esta terrible realidad. Algunos nos contaron que para llegar a Cúcuta, pasaron hasta tres días sin comer, con la misma ropa, durmiendo en la calle y escondidos pero con la cabeza en alto, y la dignidad intacta. Cuando pedimos voluntarios, fueron los primeros en ofrecerse a cargar cajas, buscar la ropa clasificada para entregarla, con una humildad que no les cabe en el alma. Eso no tiene precio.

Todavía nos queda camino, y en ese camino vamos encontrando a todos los que vamos a hacer de Venezuela un país próspero y unido. 

(Video) https://www.youtube.com/watch?v=3CUaih4chkM (Valiente/ Nacho y Franco de Vita)

Twitter: @GiselaMatamoros

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